La Comandancia General de Melilla denunciaba nuevas agresiones contra militares tanto de forma individual como en patrulla, lo que provocó que el día anterior el comandante general de la época, Francisco Javier Díez, hiciera público un escrito para realizar un llamamiento popular para conseguir la colaboración ciudadana en pos de la convivencia pacífica en la ciudad.
Por otra parte, los comerciantes del Rastro (Calle García Cabrelles y aledañas) mostraron su satisfacción con las nuevas medidas de control que se habían aplicado en la zona, situando un mayor número de policías y vigilantes en el barrio, lo que permitió erradicar la venta ambulante ilegal, controlar mejor el tráfico y posibilitar una mayor higiene y limpieza en las calles, además de una mayor seguridad.