En la madrugada del día 7 de agosto de 2015 el denunciante y un amigo se encontraban de botellón en el polígono del SEPE cuando varios jóvenes, entre los que se encontraba el acusado, se acercaron al denunciante y su amigo, pidiéndoles alcohol y reaccionando violentamente ante la negativa. Tras un forcejeo, en el que uno de los atacantes agarró del cuello al joven causándole lesiones leves, el acusado se habría apropiado de su móvil y su cartera huyendo a continuación. El hallazgo del móvil en un registro puso al acusado en “el radar” y fue detenido. La fiscalía solicita 2 años y 9 meses de prisión, mientras que la defensa ha pedido la libre absolución del acusado. Según los hechos descritos por el Ministerio Fiscal y la acusación particular, en la madrugada del día 7 de agosto de 2015 el denunciante y su amigo, ambos mayores de edad y de fuera de la ciudad, se encontraban en el polígono del SEPE “de botellón con mucha gente de Melilla alrededor”. Cuando el botellón comenzó a despejarse de gente (sobre las 03:30 de la mañana), varios jóvenes, entre los que se encontraba el acusado, se acercaron al denunciante y su amigo, pidiéndoles alcohol.
Tras la negativa a “darles nada”, el acusado se puso muy violento, les quitó el alcohol y comenzó a intentar meter las manos en los bolsillos del denunciante, con la intención de robarle. El afectado trató de proteger sus bolsillos, ante lo que uno de los acompañantes del acusado reaccionó cogiéndole del cuello “trataba de estrangularme”, consiguiendo de este modo que desprotegiera los bolsillos, al tratar de liberarse del agarre, y logrando así el acusado acceder a los mismos para robarle el móvil y la cartera.
Durante el forcejeo, en el que el amigo del denunciante no tomó parte en ningún momento, el joven sufrió lesiones en un brazo, causadas por el acusado, y en el cuello, causadas por el segundo agresor, que no ha sido identificado. Según el denunciante, tras robarle el móvil, los jóvenes se dieron a la fuga y él se dirigió a casa de sus padres. Tras contarles lo ocurrido, acudieron a la policía para denunciar los hechos. Al día siguiente, una patrulla de la Policía Local, según declaró -como testigo- uno de los agentes que intervinieron, identificó a dos jóvenes comportándose “de manera sospechosa” en el recinto del Puerto Noray, por lo que procedieron a identificarlos -el acusado, que era uno de ellos, no llevaba documentación- y a practicarles un registro. En dicho registro apareció el móvil robado, que llamó la atención de los agentes “porque las imágenes del móvil eran de una familia cristiana”, que no se correspondía con el grupo étnico del joven que estaban identificando. En ese momento, el acusado dijo que el móvil era suyo, sin mencionar nada de una compra o de que fuera de segunda mano. Tras contactar con la policía, confirmaron que el móvil era robado y el denunciate identificó una foto del joven como el autor de los hechos.
El testimonio del amigo del denunciante, que se encontraba allí con él aquella noche, prácticamente vino a ratificar todo lo dicho por el joven denunciante.
La defensa
El acusado, durante su declaración, afirmó no conocer al denunciante y encontrarse “durmiendo” en su casa durante la noche en que se sitúan los hechos. Con respecto al móvil robado, que le fue incautado por la Policía Local durante el registro, afirmó haberlo “comprado de segunda mano en la zona de las palmeras” a un vendedor desconocido, en la calle, sin que hubiera prueba alguna de dicha compra, por una cantidad que, en principió, declaró no recordar pero que -según su letrado- ascendía a 200 euros.
Mientras que la defensa, amparada en las contradicciones entre las declaraciones de ambos testigos, solicitó la libre absolución del acusado, el Ministerio Fiscal solicitó una pena de 2 años y 9 meses de cárcel por un delito de robo con violencia y el pago de una multa de 540 euros (3 meses a razón de 6 euros al día) por un delito leve de lesiones.
