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Vivir la Semana Santa desde la oración, el sacrificio y la entrega a los demás

Ya es Domingo de Ramos y la comunidad cristiana vive el tiempo litúrgico más importante de su calendario: la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Tras la Cuaresma marcada por la conversión interior y la penitencia, comienza la Semana de Pasión con la entrada de Jesús en Jerusalén donde fue aclamado por cuantos se acercaron para recibir al Hijo de Dios y conocer a aquel joven que iba haciendo proezas y anunciando el Reino de Dios ante la multitud, acercándose a los más pobres, a los que nadie se quiere acercar. Para los cristianos, vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con la oración, sacrificios y el arrepentimiento de los pecados. Es asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días "para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua".

La Iglesia recuerda que lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. "Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra". Para los cristianos la Semana Santa no es el recuerdo de un hecho histórico cualquiera, es la "contemplación del amor de Dios que permite el sacrificio de su Hijo, el dolor de ver a Jesús crucificado, la esperanza de ver a Cristo que vuelve a la vida y el júbilo de su Resurrección". Es por ello por lo que en el Domingo de Ramos la comunidad cristiana celebra en sus parroquias y en las calles de las ciudades la entrada de Jesús en Jerusalén. La liturgia del Domingo de Ramos se centra en la lectura de la Pasión y Muerte de Cristo no sin antes comenzar la celebración con la bendición de las palmas y las ramas de olivo para, como hace 2.000 años, recibir y recordar con cantos y vítores la llegada de Jesús a Jerusalén donde fue recibido como un rey a pesar de que días más tarde sería condenado y crucificado.

Cristo se desplaza hasta Jerusalén para, como judío que era, participar en la Pascua Judía que conmemora la liberación de la esclavitud de Egipto. Hay que recordar que en la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud. Una celebración que aún hoy día siguen celebrando los judíos de todo el mundo y se traduce en una de las más importantes de su calendario y Melilla, como ciudad multicultural acoge las celebraciones de la Pascua Judía y la Semana de Pasión de los cristianos.

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Redacción

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