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¿Vienen los marcianos? Slava Ukraini

VISTO DESDE FUERA/ Por Gonzalo Fernández

Cuando Julio Verne imaginó el viaje a la luna, disparado por un enorme cañón, no pudo imaginar la complejidad de la realidad de un viaje, aparentemente no tan complicado, dada la proximidad relativa de nuestro vecino satélite.

Alguno de los peligros de una futura, pero no tan lejana, misión a Marte, son la lejanía, la duración del viaje, su enorme costo y, por fin, la compleja operación necesaria para la recogida de las muestras, que el robot que está allá trabajando y lo seguirá haciendo durante años, está recogiendo.
Pero una incógnita aún mayor, dados los escasos conocimientos hasta ahora existentes sobre la superficie del planeta rojo, es la posible existencia de vida microscópica, virus, bacterias, hongos, diferentes a los hasta ahora conocidos y que pueden ser transportados de vuelta a la tierra, con las muestras de la superficie recogidas.
Michael Crichton relató en 1969, en su novela «La amenaza de Andrómeda”, una situación en la que patógenos venidos del espacio exterior, en una sonda estadounidense, causan la muerte de todos los habitantes de un pueblo, que han recogido la sonda del desierto y la han trasladado a su pueblo. La lucha de científicos y militares para evitar la expansión del patógeno, evitando así la posible destrucción de la humanidad, es el argumento de la novela.
Cuando Carl Sagan, con un contenido más científico, publicó en 1973 su libro “La Conexión Cósmica”, advertía sobre la posibilidad de que existiera vida en Marte que, si era trasladada a la tierra, podría tener efectos muy perjudiciales sobre su biosfera. Sagan escribió: “La probabilidad de que existan tales patógenos es probablemente pequeña, pero no podemos correr ni siquiera un pequeño riesgo con mil millones de vidas».
Hasta ahora la posibilidad de que algo de eso sucediera era tan solo teórica, pero la relativa inmediatez del traslado de muestras de Marte a la Tierra, ha hecho que los científicos de la NASA y de la Agencia Europea del Espacio (ESA) hayan empezado a investigar cómo evitar ese escenario potencialmente catastrófico. Se están preparando para una misión compartida, llamada “El Regreso de las Muestras de Marte” (Mars Sample Return). La nave espacial Perseverance, de la NASA, llegó a Marte en 2021, y desde entonces y en el futuro estará recopilando y almacenando, con el ‘Rover’ que transportaba, muestras para su futura recogida. Las muestras serán, en su momento, trasladadas por el mismo Rover o un helicóptero robótico a un módulo de aterrizaje con un cohete. El cohete las moverá a la órbita de Marte, donde una nave espacial, de construcción europea, capturará el material y lo volará de vuelta hacia la Tierra.
La NASA y la ESA deben actuar teniendo en cuenta la posibilidad de que las muestras de Marte contengan patógenos capaces de generar la próxima pandemia. Andrea Harrington, la curadora de muestras de Marte para la NASA, dijo: “Debido a que no es una probabilidad del cero por ciento, estamos haciendo todo lo necesario para asegurarnos de que no haya posibilidad de contaminación».
Se está planteando manejar las muestras marcianas con el mismo, altísimo, nivel de seguridad con que se tratan y estudian los patógenos más mortales, en los centros especializados. Inicialmente se almacenarán en una instalación que debe cumplir las condiciones requeridas para el “nivel de bioseguridad 4″, que es el que se usa actualmente para estudiar los patógenos más peligrosos, conocidos, existentes en la tierra. Para evitar los escapes de partículas, los laboratorios de alta contención mantienen una presión de aire negativa, con una presión más baja dentro de sus paredes que fuera. Las partículas pueden entrar, pero no pueden escaparse.
Pero la instalación no solo tiene que contener ‘escapes’ hacia el exterior, sino que también debe impedir que las sustancias de la tierra, externas a la instalación, contaminen las muestras marcianas, lo que requiere disponer de lo que se denomina una ‘sala limpia’. Las habitaciones limpias requieren una presión de aire positiva, lo que significa que la presión en el interior es más alta que en el exterior. El aire siempre fluye desde el interior hacia el exterior.
Es esta doble exigencia, evitar escapes y también evitar que entren partículas al laboratorio, lo que hace la construcción del mismo particularmente difícil y cara.
Dado que en la actualidad no existe ninguna instalación similar, se ha constituido un grupo de trabajo, con científicos de primer orden, encargado de estudiar las instalaciones existentes y efectuar una propuesta adecuada.
Según los componentes del grupo de trabajo, hay que contar con el apoyo de la población para poder emprender una empresa de esta envergadura. El Dr. Hanton dijo que, la pregunta a contestar sería: “¿Por qué el vecindario, la región, el estado, el país, deberían embarcarse en esta inversión y este riesgo?

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Gonzalo Fernández

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