Atril ciudadano

¡¡Vaya calles más tristes!!

Ignoro de quién habrá partido la idea, pero, desde luego, se ha cubierto de gloria pestilente, por no decir lo otro. Resulta que la empresa de mantenimiento del alumbrado público ha cambiado, al menos en la calle donde yo tengo mi vivienda, las lámparas de los puntos de luz de las farolas allí instaladas, que ahora alumbran menos que velas cuando antes, las que habían retirado daban una luz más fuerte. Me recuerda dicho nuevo alumbrado al que teníamos por toda la barriada (Padre Lerchundi, General Barceló, Explorador Badía y transversales: Capitán Viñals, Cossio, Alcaide Pedro Venegas y Martín Cermeño, allá por los años cuarenta, con bombillitas de 25 watios. Y para colmo, hay noches que las nuevas lámparas que fallan más que una escopeta de Ferias, dando cuenta de ello a la Policía Local que, gracias a la atención prestada, avisan a la empresa y subsanan la avería; es decir, el apagón de varias lamparitas, y nunca mejor dicho lo de lamparitas porque eso es lo que han colocado con el cambio efectuado hace dos o tres meses.

Y para demostrar que lo que estoy diciendo es cierto, basta con que alguna autoridad competente de nuestro municipio, Ayuntamiento, se dé cualquier noche una vueltecita por las calles citadas y verá que no exagero lo más mínimo, recomendándole venga acompañado de una linterna para evitar, por la oscuridad, una posible caída. Y ahora vayamos con el asunto de las fachadas de algunas viviendas: He leído en “Melilla Hoy” en su edición del jueves que “los trabajos de las fachadas buscan convertir los edificios en bienes protegidos” y, para ello, a cargo de la Ciudad Autónoma, se van a restaurar muchas viviendas del Barrio Hebreo, lo que a mí me parece muy bien. Pero -ahí es dónde quiero ir a parar- a ver si se hace lo mismo en otros barrios. Por ejemplo, el mío, que hay viviendas en la mayoría de sus calles que no ven un parcheo, y mucho menos una roncha con cal o pintura plástica desde hace un montón de años y son viviendas que resultan una auténtica vergüenza para la ciudad. Y no digo yo que esas reparaciones corran también a cargo del dinero municipal, sino de los propietarios de las mismas que, la mayoría de ellos, le sacan jugo con los alquileres. De momento nada más. Otro día hablaremos de las colgaduras en balcones, ventanas, azoteas, etc.

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«Enshittification» y «Weaponification» en Melilla: Reflexión sobre los ataques a Guelaya-Ecologistas en Acción Ricardo Dominguez Llosa El pasado 19 de diciembre de 2024, Juan Carlos Montoya publicó un artículo titulado en Tribuna de opinion, en el que vertió duras críticas hacia la asociación Guelaya-Ecologistas en Acción, una ONG que lleva años trabajando de manera activa y comprometida en la defensa del medio ambiente en Melilla. Este tipo de ataques no solo desvirtúan el trabajo de una organización que ha demostrado con hechos su compromiso con la sostenibilidad y la justicia climática, sino que también representan un fenómeno más amplio y preocupante que podríamos calificar como «enshittification» y «weaponification» del discurso público. ¿Qué significa «Enshittification» y «Weaponification»? El término «enshittification» se utiliza para describir el proceso mediante el cual algo que inicialmente tiene un propósito positivo o constructivo se degrada hasta convertirse en un espacio o herramienta tóxica. Por otro lado, «weaponification» hace referencia a la instrumentalización de ciertos discursos o ideas para atacar, desacreditar o deslegitimar a individuos o colectivos. En este caso, ambos conceptos parecen aplicarse al contexto de las opiniones vertidas por Montoya, que no solo atacan sin fundamento a Guelaya, sino que también reflejan una tendencia preocupante hacia la polarización y la desinformación en temas tan cruciales como el cambio climático y la protección medioambiental. Guelaya-Ecologistas en Acción: Una labor encomiable Guelaya-Ecologistas en Acción lleva años trabajando en Melilla para promover la sostenibilidad, proteger la biodiversidad local y concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de actuar frente a la crisis climática. Su labor incluye actividades de reforestación, limpieza de entornos naturales, campañas de sensibilización y propuestas de políticas públicas orientadas a la sostenibilidad. Estas acciones no solo benefician al medio ambiente, sino que también contribuyen al bienestar de la comunidad melillense. La ONG forma parte de una red nacional de Ecologistas en Acción, que se rige por principios de transparencia, participación y rigor científico. Sus informes anuales y actividades están respaldados por datos y análisis que buscan incidir en la toma de decisiones políticas y sociales. El ataque de Montoya: Una crítica sin fundamento En su artículo, Montoya recurre a un lenguaje incendiario y descalificativo, calificando a los miembros de Guelaya como «provincianos», «terraplanistas» y «negacionistas del cambio climático». Estas acusaciones no solo son infundadas, sino que también resultan irónicas, dado que Guelaya ha sido una de las voces más activas en Melilla en la lucha contra el cambio climático. Este tipo de críticas parecen más bien una estrategia para desviar la atención de los problemas reales que enfrenta la ciudad, como la falta de políticas públicas efectivas para abordar la crisis climática o la degradación de los espacios naturales. Al atacar a quienes trabajan por el bien común, Montoya no solo desacredita su propia posición, sino que también contribuye a perpetuar un clima de desinformación y hostilidad que dificulta el progreso colectivo. No matar al mensajero, pero sí escuchar el mensaje El título del artículo de Montoya, resulta paradójico, ya que su texto parece precisamente un intento de desacreditar al «mensajero» que trae un mensaje incómodo pero necesario: la urgencia de actuar frente a la crisis climática y la necesidad de proteger nuestro entorno natural. En lugar de atacar a quienes trabajan por el bien común, sería más constructivo abrir un diálogo basado en el respeto y la evidencia científica. La crisis climática es un problema global que requiere la colaboración de todos los sectores de la sociedad, y descalificar a quienes están en la primera línea de esta lucha solo nos aleja de posibles soluciones. Reflexión final El caso de las críticas de Montoya a Guelaya-Ecologistas en Acción es un ejemplo de cómo el discurso público puede ser utilizado de manera tóxica para atacar a quienes trabajan por el bien común. Sin embargo, también es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de defender a las organizaciones y personas que, con esfuerzo y dedicación, luchan por un futuro sostenible. Es fundamental que, como sociedad, aprendamos a distinguir entre las críticas constructivas y los ataques infundados, y que apoyemos a quienes, como Guelaya, dedican su tiempo y energía a proteger el planeta y garantizar un futuro mejor para todos. En un mundo donde el cambio climático es una realidad innegable, no podemos permitirnos el lujo de desviar la atención de los problemas reales con discursos vacíos y descalificaciones sin fundamento.

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