Una treintena de inmigrantes se encarama en lo alto de la valla durante más de 6 horas

Una treintena de inmigrantes echó ayer un pulso a España y Marruecos encaramados durante varias horas a la zona más alta de la valla. Estos jóvenes subsaharianos formaban parte de un grupo de entre 150 y 200 inmigrantes que a primera hora de la mañana, en torno a las nueve, trató de entrar a la ciudad saltando el perímetro en la zona del Pinar de Rostrogordo, concretamente en el Barranco del Quemadero, justo donde acaba el perímetro fronterizo. Todos terminaron siendo entregados a las autoridades marroquíes, excepto uno de ellos, el primero que tuvo que ser bajado de la zona alta de la valla tras haber sufrido una lipotimia, que fue trasladado al hospital. Los inmigrantes, tras intentar entrar de manera masiva, no pudieron completar el salto debido al fuerte despliegue de seguridad que había a ambos lados de la valla. Por eso, los que ya estaban en la valla decidieron aferrarse a ella, concretamente en la alambrada más cercana a Melilla. También había dos inmigrantes subidos a una de las farolas que alumbran el perímetro desde la zona melillense. En total eran 28 inmigrantes, la mayoría con cortes en las manos y los pies. Heridas sangrantes que podían verse desde el pequeño mirador donde la prensa estuvo siguiendo los acontecimientos hasta que fueron desalojados por la Guardia Civil varias horas después. Los subsaharianos estuvieron durante toda la mañana gritando su famoso “bossa, bossa”, el cántico de victoria que proclaman cuando consiguen entrar en Melilla. También gritaban “libertad, libertad” y “Madrid”, sobre todo en los primeros momentos tras el salto. Después de unas horas, los ánimos empezaron a decaer y el cansancio se hizo palpables en los inmigrantes, que también tuvieron que resistir las embestidas del viento, cuyas fuertes rachas obligaron a activar la alerta amarilla en Melilla. Los inmigrantes se resistieron a bajar porque sabían que iban a ser devueltos a Marruecos, como finalmente ocurrió con casi todos. Solo uno decidió bajar en torno a las dos de la tarde por su propia voluntad. Una hora más tarde le siguió la mayoría, quedando en lo alto de la valla un grupo reducido de menos de diez, que estuvo en lo alto de la valla alrededor de siete horas. Finalmente quedaron dos inmigrantes, que se bajaron sobre las siete de la tarde, casi diez horas después de haberse subido. Algunos lo hicieron ayudándose de la escalera que apoyó sobre la valla la Guardia Civil, que utilizó para subir agua a los inmigrantes. Conforme fueron bajando los inmigrantes, el instituto armado los fue colocando en la zona intermedia de las vallas antes de entregarlos a las fuerzas auxiliares marroquíes, que se los llevó en un autobús. Este desafío de los inmigrantes obligó a la Guardia Civil y a la Gendarmería de Marruecos a mantener durante horas su despliegue, que estuvo reforzado en algunos momentos de la mañana con dos helicópteros de España y de Marruecos.

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