Una sociedad imperfecta y manifiestamente mejorable

Foto: Yousuf Karsh (CC by sa 2.0)

La Semana. MH, 18/08/2025

Por: J.B.

 

Muchos pensamos, como Winston Churchill, que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos.

Enrique López escribió en el periódico la Razón (el 31 de enero de 2011, es decir, hace casi 15 años) algo que sigue, por desgracia para los españoles y melillenses, teniendo plena vigencia hoy en día: “(Churchill dijo) que la democracia es la necesidad de inclinarse de cuando en cuando ante la opinión de los demás. También dijo que el problema de su tiempo era que los hombres querían ser importantes y no útiles; España (y Melilla, añado yo) necesita gente útil y no personas importantes, porque de tanta importancia como algunos creen que tienen, nos estamos muriendo como país (y como ciudad, añado yo)”.

El fin, aunque pueda parecer muy atractivo/deslumbrante, no puede justificar cualquier medio

En la España (y también en nuestra ciudad) actual hay muchos dirigentes, y personas cercanas a ellos, que se dan una importancia desmesurada que nada tiene que ver con la realidad. Esa excesiva valoración que tienen nuestros gobernantes (deberían saber, e interiorizar, que están para servirnos y no para servirse) de sí mismos y de su importancia hace que sea imposible avanzar o acordar algo (inclinarse de cuando en cuando, que diría Churchill), que en algunos casos podría ser beneficioso para la mayoría, con los rivales políticos.

El fin, aunque pueda parecer muy atractivo/deslumbrante, no puede justificar cualquier medio.

Recientemente tuve un acalorado debate con mi hijo en el que él defendía a Trump por ser un gobernante fuerte y decidido (quiere algo y va a por ello, decía mi hijo). Mi opinión no es opuesta a la suya, pero un poder y un narcisismo excesivo (o, lo que es lo mismo, creerse muy importante y alguien que está por encima de todos y de todo) pueden dar al traste con las ventajas de ser decidido y no tener miedo a cambiar las cosas.

El intentar controlarlo todo y a todos, es algo que caracteriza a todos los dictadores (de derechas o izquierdas) que han existido y/o que existirán. Si dentro de una democracia hay personas que pretenden controlar la crítica y los otros poderes del Estado (por ejemplo, el judicial), es porque se quieren perpetuar y son realmente “dictadores con piel de cordero” y no demócratas preocupados por su país o ciudad.

Que se reforme la mal llamada “sanidad gratuita” para hacerla más sostenible. Propongo un pequeño copago para las rentas que superen en más de un 50% el SMI

Estoy leyendo un libro bastante antiguo, que me han dejado (la primera edición es de marzo de1959), titulado “El asesino de César” y escrito por Carlos Rojas Vila. En él se cuenta la historia novelada de un dictador de un país sudamericano (no se especifica cuál) que derroca a un dictador anterior con el lema “No vengo a ofreceros nada. En realidad, soy yo quien os necesita a vosotros y no vosotros a mí”. En cuanto accedió al poder, canceló la libertad de prensa y los derechos civiles de su pueblo…

Si Sánchez (lo mismo es aplicable, en menor grado, a nuestros políticos locales en lo concerniente a Melilla) no consigue estropearla aún más (avanza, a toda velocidad, nuestro mentiroso presidente, como el dictador del libro, a por el control del poder judicial y de la opinión pública, como pasos previos a la instauración de una dictadura comunista), nuestra imperfecta democracia quizás pueda salvarse, pero hay muchas que deben cambiar.

Prefiero una democracia imperfecta a un país o ciudad en el que el fin justifica los medios y se pierden libertades en pos de un “supuesto” bien común

Propongo, por el bien general, algunos cambios para mejorar algunas de las muchas imperfecciones existentes (quizás no den votos a corto plazo..):

  • Que se controlen las bajas laborales de manera mucho más rigurosa y efectiva (especialmente en el sector público) con, por ejemplo, la obligación de contar con la valoración (para las bajas de larga duración, que tanto perjudican a la economía de las empresas y el país) de tres médicos (el del trabajador/a, el de la empresa o Ente Público y el de la Mutua), siendo necesario que, al menos dos, estén a favor. Que se castiguen de manera ejemplar las bajas falsas (que les cueste dinero a los tramposos/as).
  • Que se reforme la mal llamada “sanidad gratuita” para hacerla más sostenible. Propongo un pequeño copago para las rentas que superen en más de un 50% el SMI.
  • Que se dejen de dar ayudas monetarias de todo tipo (a los más necesitados se les debe intentar proveer una casa, alimentos y suministros) y se cambien por incentivos a las empresas para la contratación. Con el sistema actual, hay muchos que no quieren trabajar porque les viene mejor estar en casa recibiendo ayudas.
  • Que se suprima el impuesto de sucesiones y donaciones entre familiares de primer y segundo grado, ya que es injusto estar pagando eternamente sobre bienes que ya pagaron en su día sus correspondientes impuestos al generarse/adquirirse.
  • Que una parte importante de las remuneraciones del presidente del gobierno y sus ministros, así como el presidente de la ciudad y sus consejeros, sea en función de algunos factores medibles como: la bajada del paro, el incremento de la contratación, el aumento de las viviendas públicas, el incremento de la facturación de las empresas de su ámbito, etc. La idea que debe grabarse a fuego en nuestros gobernantes: servir, no servirse.

Prefiero una democracia imperfecta a un país o ciudad en el que el fin justifica los medios y se pierden libertades en pos de un “supuesto” bien común.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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