Por Diego Portillo
La nueva película de Netflix protagonizada por la ‘Wonder Woman’ Gal Gadot cumple con las expectativas, pero no consigue alcanzar ese punto álgido diferenciador que distingue las grandes sagas o películas. Estamos ante una trama que funciona, pero resulta previsible; una acción que entretiene, pero no entusiasma; unas interpretaciones correctas, pero no memorables. En definitiva, ante una película palomitera que conseguirá entretenernos las 2 horas que dura pero que olvidaremos según apaguemos el televisor.
La trama comienza con fuerza en medio de una misión en la que nos introducen a los principales personajes para rápidamente dar paso a una trepidante escena de acción que desencadenará toda la historia. Si bien el ritmo no decae apenas en ningún momento del filme, constantemente tenemos la sensación de saber cómo se va a desarrollar la siguiente escena que haga avanzar la trama porque ya lo hemos visto anteriormente en otras películas similares. A esta previsibilidad, se unen unos personajes que podrían haber sido mucho más interesantes de haber profundizado un poco más en su pasado y en sus motivaciones, así como unas escenas de acción muy correctas pero que no ofrecen nada nuevo ni diferenciador con respecto a otras producciones del mismo estilo.
Constantemente tenemos la sensación de que el guion ofrece únicamente un patrón marcado para “la realización del perfecto blockbuster sin alma”, aportando las escenas de acción en el momento necesario para que el ritmo no decaiga, así como los giros de guion en el momento preciso para avivar el interés cuando éste podría empezar a decaer, pero el conjunto parece carecer de un alma propia que nos integre realmente en la historia consiguiendo que empaticemos con los personajes y vivamos la trama de espionaje que nos ofrecen de manera más cercana y viva.
La historia tiene potencial para una franquicia (seguramente la idea que manejan los directivos de Netflix), pero esta primera entrega se queda a medio gas en muchos aspectos y, si bien deja la puerta más que abierta a potenciales secuelas, no ofrece un mundo lo suficientemente rico y complejo para que nos apetezca enormemente volver a ver a estos personajes en una nueva misión, como si ocurría en otras sagas similares como ‘Misión Imposible’ o ‘John Wick’ en la que te encariñabas con los personajes y querías conocer más sobre su pasado, así como ver nuevas aventuras protagonizadas por ellos.
Las propias escenas de acción, uno de los alicientes de un filme de estas características, cumplen de manera solvente, pero sin llegar a emocionar, especialmente debido al abuso del CGI en demasiados momentos. Dichos efectos, aunque están bien realizados e integrados en el plano, provocan que se pierda verosimilitud en la acción y, por ende, interés en lo que ocurre en pantalla.
Las actuaciones son solventes gracias a un buen reparto de nombres escogido seguramente con la intención de que adquieran mayor protagonismo en posteriores entregas, pero ninguno de ellos llega a despuntar en ningún momento (incluida la protagonista Gal Gadot) debido a una falta de profundidad en las motivaciones e historias de la mayoría de ellos. Sólo la historia de la protagonista tiene un trasfondo algo mayor que el resto, pero tampoco llega a tener la profundidad suficiente como para permitir brillar a Gadot dramáticamente.
En definitiva, estamos ante una película correcta, que entretiene durante las 2 horas que dura ya que apenas tiene tiempos muertos, pero cuya trama y personajes serán olvidados en cuanto desconectemos Netflix y nos pongamos a hacer otra cosa. O en cuanto veamos la siguiente producción realizada con el mismo patrón de “entretener y olvidar”.
