N.R. lleva viviendo en Melilla 26 años. Vino con su ex marido, un agente de la Guardia Civil. Tras divorciarse, N.R. se quedó viviendo en una casa de la Comandancia de la Guardia Civil. Ahora puede ser desahuciada por un impago a la comunidad de 170 euros. "Me dijeron que pagara todos los meses la comunidad, que es lo que llevo haciendo año y pico, y que lo que él dejó a deber, que fuera pagándolo poco a poco". Sin embargo, lo que le reclaman, de momento, no le dejan pagarlo. Asegura que puede ser desahuciada por deber 170 euros de la comunidad. Éste es el caso de N.R., una mujer divorciada que vive en una de las viviendas que hay en la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla. "Llevo días muy agobiada, me van a desahuciar de la casa, me avisaron el 26 de junio y me han dado 15 días para irme". La Comandancia de la Guardia Civil es la remitente del aviso
N.R. se puso en contacto ayer con este Diario porque tiene "mucha impotencia". Al parecer, el posible desahucio comenzó por "un impago de la comunidad". Pero dice que no fue ella, sino que fue su ex marido el que dejó de pagar. Cuando se enteró de la situación, fue a ver cómo podía darle solución a este impago. "Me dijeron que pagara todos los meses la comunidad, que es lo que llevo haciendo año y pico, y que lo que él dejó a deber, que fuera pagándolo poco a poco".
La afectada afirma que lo que debe son 170 euros. "Ya me han avisado de que, como no tengo dónde ir ni tengo medios, la Policía Local se llevará todos los enseres de la casa y los dejarán en unas naves". N.R. ha llegado incluso a hablar con el delegado del Gobierno y ha estado en la Consejería de Bienestar Social y Sanidad. "Pero mejor no ir, porque no hacen ni caso".
Lo que esta mujer quiere es que "alguien" le escuche. No tiene trabajo y apunta que desde la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo de Melilla (Emvismesa) le piden una nómina para poder optar a una vivienda social.
N.R. va todos los meses, entre los días 1 y 10, a pagar la comunidad, pero, sin embargo, no le dejan pagar esos 170 euros. "Me siento impotente, qué voy a recoger si no sé dónde voy a ir", subraya esta mujer que llegó a Melilla hace 26 años cuando su ex marido fue destinado a la ciudad.