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Una apertura y mil preguntas

Por Abdeluab Mehamed Maanan

A pocos días después de la apertura de fronteras, la creencia de que, nuestros planteamientos y necesidades como ciudad y sociedad, iban a ser atendidos y ultimados desde una previsión capaz de componer en conjunto, una solución a nuestros problemas. Parece que nos encontramos con un esquema de apertura de fronteras que, en cuerpo y alma se presenta, como un tablero donde todas las fichas son interrogantes.

Interrogantes sobre aspectos que, cierto, poseen una naturaleza de dialogo y por consiguiente de tiempo, pero no es menos cierto que en dos años de cierre, ya se podrían haber esbozado los trazos de una hoja de ruta. Verdad esta que, no impide que, en breve, pueda darse alguna.
Pero de lo que no cabe duda, se diga o no se diga, es que, en el fondo de todas estas interrogantes, planea la comprensión bilateral del nuevo escenario con el que se pretende trazar, esa nueva época de aduana comercial “del siglo XXI”, a la que, de momento, solo podemos sumar miles de preguntas, dado que no existen datos ni información específica sobre su contexto. Pero que, al menos, sabemos que responde a nueva época de aduana comercial “del siglo XXI” que, no puede estar des conexionada de la reflexión de su propio pasado. Y a ese pasado, lo vamos a llamar: nuestro presente.
Un presente que describe una situación, varada en la marginación profesional de los muchos trabajadores transfronterizos, las muchas personas y miembros de familias melillenses indocumentadas que hoy, son el ejemplo de lo que no se puede repetir y, de lo que, como asignatura pendiente, la Sra. delegada del Gobierno, ha querido ignorar en el momento que le tocaba mover ficha.
Tomando, por el contrario, una actitud belicosa y declarando “guerras”, a quienes nada presentaron como argumento que justificara su equivocada actitud que, al mismo tiempo, pretendía demostrar a la opinión pública, por la fuerza del cargo que, defender la justicia y los derechos, es un argumento contrario a la paz social. Una situación que, como hecho evidente, nos arroja la realidad inconfundible de un cargo público que, coopera más con el caos que con los derechos y libertades.
A todo esto, ahora, la realidad de ese gran número de personas, con otros elementos de los que hablaremos, toma presencia en la definición de ese nuevo escenario de aduana comercial que, por muy raro que parezca, nos obliga a afrontar la realidad y naturaleza jurídica de los muchos trabajadores transfronterizos e indocumentados que, a día de hoy, no saben qué ruta tomar.
Pero nos llegara el momento de una aduana comercial. Sí, pero ¿creemos que nos llegara, sin ningún contenido previo que nos situé en las condiciones adecuadas de una realidad social y humana transfronteriza que, responda a las exigencias de una sociedad democrática, defensora de los derechos y de las libertades? Sra. delegada del Gobierno, aplíquese el cuento. Una aduana comercial, aparte de las disposiciones propias, está sujeta a un acuerdo bilateral de cooperación económica y desarrollo, dentro de un macro acuerdo de amistad y vecindad, y en éste, la movilidad humana, sus requisitos, tratamiento jurídico y empleabilidad profesional, etc., están recogidos como elementos indispensables y puntos de partida sobre el cual, se van edificar las relaciones bilaterales de país a país.
Relaciones que tienen que ser buscadas desde el equilibrio, para acoplarse a una diversidad de objetivos conjuntamente compartidos y establecidos, con un diseño de las expresiones e intereses de cada parte.
Sin duda, todo apunta a que, en el nuevo escenario de las relaciones comerciales, el turismo en nuestra ciudad va a ser, a medio/ largo plazo, la idea núcleo y fundamental del desarrollo de nuestra ciudad, por encima de la realidad del comercio documentado que terminará, extrapolando su actividad e integrándola, con los progresivos acuerdos, dentro de la geografía del país vecino. Mientras Melilla, toma las riendas como ciudad europea del descanso, del ocio y del turismo, de las bajas imposiciones fiscales, de la pluralidad y la convivencia, de las culturas y de los pueblos, de la unión humana y de los ciudadanos, para unir a dos continentes.
Pero, dando por el camino, un tratamiento en nuestra ciudad de los derechos y libertades de las personas extranjeras, acorde con los tiempos de esa nueva época del siglo XXI. Y no anclándose en el “primitivo” y permanente “grito de alarma social” al que nos tiene acostumbrados, la Sra. Delegada del Gobierno, cada vez que asocia o escucha las palabras: regularización y extranjeros. Porque hoy es, negándolo siempre usted, lo que le va a tocar escuchar si o si, como uno de los flecos sobre el que se diseña la aduana comercial que aspiran los melillenses, aspiración a la que usted, Sra. Delegada del Gobierno, no ha dado ningún gesto. Poco le debe de importar el futuro y progreso de los melillenses.
Y ya, por último, sepa que “alquilar” opiniones no es la solución, sino si no que, por el contrario, es atrincherarse en su quimera, para seguir defendiendo lo indefendible. Un consejo, repase la fecha de su calendario.

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