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Un revulsivo para nuestros transportes

En el último pleno de control al Gobierno, celebrado hace algo menos de un mes, los transportes entre Melilla y la península fue uno de los temas que se pusieron sobre la mesa de debate. A la interpelación del PP, la secretaria general del PSOE, Gloria Rojas, respondió poniendo en valor el esfuerzo importante que el Gobierno había hecho para garantizar nuestra conectividad tanto en barco como en avión. Sin ese importante desembolso en contrato marítimo, líneas aéreas OSP y bonificación por residencia del 75%, dijo, Melilla se habría quedado sin barco debido a que el sector atraviesa un momento delicado después del varapalo de la pandemia.
Es cierto que el transporte, como el turismo en general, fue, probablemente, uno de los sectores que más sufrió la crisis que supuso la restricción de circulación para los ciudadanos durante meses, a lo que se ha añadido, después, una guerra que ha puesto por las nubes el precio de los combustibles y la energía. Pero también es cierto que ese enorme esfuerzo del Gobierno, según Rojas, no renta. El sistema actual no funciona y en Melilla no estamos satisfechos con nuestros transportes. Si Rojas, o el PSOE en general, no es capaz de verlo, debería poner los pies en la calle y preguntar a la gente para darse cuenta de ello.
Nuestros transportes necesitan un revulsivo. Tenemos un contrato marítimo anclado en el pasado. Cualquiera lo puede percibir nada más subir al barco. Esta forma de desplazarse no se corresponde con los tiempos que corren, en los que los pasajeros buscan, sobre todo, inmediatez y variedad de frecuencias. Necesitamos unos transportes que se ajusten a eso y con unos precios asequibles, algo que ahora tampoco ocurre. La patronal reclama que los contratos marítimos de Melilla tengan una mayor duración, pero la clave también está en buscar un nuevo modelo. Lo necesita nuestro puerto y también la ciudad y el desarrollo turístico al que aspiramos.
En el transporte aéreo también hacen falta mejoras más allá de una drástica reducción del precio del billete, que es su principal hándicap. Nuestro aeropuerto no nos da garantías de poder viajar cuando hay mal tiempo, una circunstancia que a muchos melillenses les da la sensación de que ocurre con cada vez más frecuencia. Las líneas más importantes, que son las que nos conectan con Málaga y Madrid y son nuestros verdaderos puentes aéreos, son las únicas que no están bajo un contrato de servicio público que garantice frecuencias y un precio máximo por billete.
Hay mucho por hacer y no podemos conformarnos con que el Gobierno ya hace un esfuerzo muy importante, que es el argumento del PSOE para no ir más allá. Necesitamos un revulsivo si no queremos seguir anclados en el pasado y dar pasos atrás en la calidad de nuestros transportes, una cuestión vital para Melilla en la que toda inversión debería ser poca, teniendo en cuenta el enorme desembolso que el Gobierno hace en otros lugares de España con infraestructuras de alta velocidad por carretera y vías ferroviarias.

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