¡Amarillo!, esta sería la respuesta o cualquier otra parecida, menos la correcta a la pregunta: ¿de qué color era el caballo blanco de Santiago? y, no es porque no conozcan que es el color blanco, sino porque tienen en blanco toda memoria y razón, para ser capaces de relacionar, objetivamente, la realidad y voluntad de los ciudadanos del mundo visible con el presente democrático de nuestra sociedad.
Diría, tal como están las cosas que, en este país, se está viviendo con una intensidad ilusoria la política, como jamás en nuestra historia democrática se ha tenido precedente.
Que hoy Pedro Sánchez, nos diga que «es difícil formar un gobierno», ya lo sabíamos todos los normales, tampoco era un asunto nuevo el que nos dijera eso de «por lo menos comenzamos a dialogar», eso también, ya se lo dijeron los ciudadanos en el minuto uno, después de las elecciones, mucho antes de su NO, NO, NO al dialogo con quien de verdad, tenía que dialogar o, por lo menos, como indica la cortesía política, sentarse ante una invitación de dialogo, aunque después no acordara nada. Este gesto hubiera bastado hoy, para no culpar a Pedro Sánchez de soberbio y sectario aunque, a decir verdad, tiene poco tiempo para demostrar que nos equivocamos.
Tampoco es extraño que Iglesias se encuentre «decepcionado» se intuía su decepción como resultado, porque no era posible asumir que, esa invitación de Podemos al PSOE, para traicionar (toco madera) el pacto con Cs, fuera la copa romana donde Pedro Sánchez bebiera, sin tirar antes la bandeja al suelo, desde su patio andaluz Susana Díaz. Una Susana Díaz que, ya advirtió sobre aquello de un pacto de izquierdas a la valenciana, donde el «veneno para la copa» presumiblemente correría a cargo de los secesionistas catalanes.
A todo esto que Rivera, sabe ahora con certeza que se ha equivocado en la toma de rumbo, por ello quizás, «el niño de Cs» no pare de hacer llamamientos al Partido Popular para sumarse a ese pacto de 200 medidas, con el que pretenden PSOE y Cs solapar la gestión de un gobierno del PP que, demostradamente con buena gestión, saco al país de una crisis que, el Sr. Zapatero no supo adelantar por «cobardía política» y, que negó ocultándola, sin tomar ninguna medida para paliar su gravedad. Por algo será que dicen que, es ser de bien, tener memoria y reconocer, como no es menos que, habrá que tener paciencia y confiar en que PSOE, Cs y PODEMOS, abandonen esas caretas políticas de perdedores enrocados en una mesa de negociación. Una mesa de negociaciones en la que, solo con un guion de traiciones es posible llegar, a un mal gobierno de aguas turbulentas o, a esa nueva convocatoria de elecciones que amenaza con desterrarlos al desierto de las incertidumbres.
Que el PP como partido vencedor de las elecciones, formara gobierno, es lo que las urnas desde el primer momento dijeron, si no hubiera sido vetado para dialogar por el PSOE, con su NO, NO, NO. Esperemos que la sensatez nos lleve a pensar que, ciertamente, el caballo blanco de Santiago era blanco, porque los ciudadanos sí pudieron decirlo con la claridad de sus votos. Porque lo contrario, solo es seguir perdiendo el tiempo, nombrando colores, al margen y fuera de la realidad.
