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Un congreso para reflexionar

Con el congreso que Coalición por Melilla celebró el pasado viernes, los tres principales partidos representados en la Asamblea se han puesto ya a prueba ante sus respectivas militancias de cara a los próximos años y con la vista puesta, sobre todo, en las dos importantes citas electorales de 2023, las municipales y generales. Pero, lejos de tomarlo como un mero trámite, el partido de Mustafa Aberchán debería extraer varias reflexiones del congreso si de verdad quiere que sirva para algo más que una puesta en escena.
Una de ellas, la primera de ellas, debería ser la aparente desconexión entre los afiliados y el partido que se pudo vislumbrar de puertas para afuera. Finalmente, fueron algo menos de la mitad los militantes de CpM que votaron en este congreso, 1.152 de los 2.350 que tenían derecho a participar al estar al corriente de sus cuotas, según los datos facilitados hace unos días por la propia formación. La práctica totalidad, además, eligió la modalidad de voto virtual, un método cómodo, pero en absoluto cercano, aun cuando los congresos de los partidos son la única oportunidad años para escenificar una imagen de democracia saludable con la participación e implicación activa de la militancia en la elección de su líder.
Otra muestra de esa desconexión llegó en el debate político, en el que los responsables del partido tuvieron que rogar silencio en más de una ocasión a los varios cientos de afiliados allí presentes, prometiéndoles que terminarían enseguida. La realidad es que no lo consiguieron porque prácticamente nadie de los que estaba allí tenía interés en los temas que allí se hablaron, como el empleo y los proyectos, al igual que en las ponencias, donde los dos jóvenes que salieron al escenario a leerlas tuvieron serias dificultades para hacerse oír entre tanto ruido del público, entretenido en conversar.
Mala señal, desde luego, que se suma a la que apuntábamos anteriormente de la votación mediante una aplicación móvil. Sin duda, resulta llamativo que, de los 1.152 votos definitivos que se contabilizaron, solo 53 fueron depositados de manera presencial en la urna, parte de ellos de los dirigentes de CpM para poder salir en la foto para la prensa. La aplicación móvil ha sido vendida desde la formación como uno de los grandes éxitos de este congreso, ya que ningún partido ha contado, por ahora, con esa opción. Pero, aunque la empresa elegida para ello sea de total fiabilidad, como aseguran desde CpM, no hay que perder de vista la desconfianza que puede despertar en algunos este método de votos virtuales e “invisibles” que, en principio, atañen únicamente al partido, pero que también afecta al resto de la ciudad por el peso político que tiene y que aspira, según dijo Aberchán, a la mayoría absoluta.
El congreso de CpM también supuso una oportunidad perdida para que el partido diera a conocer sus planteamientos para la próxima legislatura. Quiere mayoría absoluta, pero no sabemos para qué, pues tanto en los vídeos proyectados, como en el debate, las ponencias y el discurso de Aberchán sólo se habló del pasado, no del futuro. Lo único que el recién proclamado presidente dijo al respecto fue su intención de alcanzar un pacto de gobernabilidad “con los perdedores”, sin tener en cuenta que esa consideración ya es un mal comienzo para cualquier pacto por lo que implica considerar perdedores a los que obtienen menos votos que el partido más votado. Partiendo de esa premisa equivocada, sobre todo en unos tiempos en los que la aritmética parlamentaria puede llevar al gobierno a los menos votados, como ha sucedido en esta legislatura en Melilla, CpM ha sido un perdedor en toda su historia, aun habiendo alcanzado dos veces el poder, la última en 2019, según Aberchán por la “generosidad” de su partido, sin tener en cuenta tampoco que en un gobierno de coalición no hay “generosidad” que valga por lo necesarios que son cada uno de sus 13 escaños para alcanzar mayoría, sin que unos sean más importantes que otros.

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