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Trilogía religiosa para la convivencia Melilla, 1998

Por Encarna León (I Premio Pedro de Estopiñán. Valencia, 2000)

Ahora que te han puesto de serena elegancia cuando el recogimiento de este fervor cristiano transita por las venas y los pulsos piadosos Le buscan por iglesia, sinagoga y mezquita. Ahora que es vigilia en Viernes de Cuaresma, cuando Le recordamos haciéndose el camino para el que vino adscrito, por entre peñascales de gólgotas hirientes que el hombre le marcara.

Ahora que en los rezos igualamos las razas

que pasean por las calles contándonos su historia

y las plegarias suben como un rumor al Cielo.

Ahora es mi ciudad, Melilla, tan amada,

la que remoza un hálito de liturgia y promesa,

la que va enriqueciéndose, poco a poco sin prisas,

de todas nuestras cosas.

Pan ácimo, torrijas y roscos se han horneado

intensos al filo del Islam, Shabat o Catacumba.

Las mezquitas altivas con sabor a cuscús,

sukía o harera ofrecen en el canto

amaneceres frescos de atentos muecines.

Pascua Grande anunciada por Gabriel a Abrahán.

Escrita está la fe en este calendario de Luna encendida

que agrupa a las familias y desean mabruk gidkum

con limpios corazones mirando hacia La Meca.

Muy cerca de Cabrelles, en lugar muy sencillo,

otra revelación de Yavé invocado.

La sinagoga acoge con un fervor de siglos,

la Torá desgranada en sus rezos

para un pueblo que evoca un Pesaj milenario.

La esclavitud de Egipto cambiada en libertad

en tiempos de Moisés y así,

otros cuarenta años de caminar unidos

incansables desiertos se hacen hoy presentes.

Un respeto a la Historia, se dirá en cada hacienda

que se alimenta hoy de un escaso maná

con sabores dulcísimos y en exclusivo rito.

Canaán está lejana, pero vieja y querida

presidirá los días que iluminen por fin

“La noche de las mesas”. Y todos reunidos

junto a blancos manteles creciéndose en plegarias.

El judío es semilla certera como río, y

hermanado se queda en torno a esta Melilla

que hoy se vive múltiple en las tres religiones.

La ciudad se perfuma de incienso y arrebatos,

de cofrades henchidos por tanta letanía

y cantos marianos inundarán los aires.

Todo está preparado. Es un cirio encendido

en medio de la noche marinera y espléndida.

Semana Santa a todos nos habita,

también por coincidencia, Sacrificio y Pesaj

en otras muchas almas echarán sus raíces.

Las calles se inquietan esperando a sus Santos,

y tambores y niños, estandartes y palios

recorrerán las calles

y se oirán saetas con una pena nueva.

El parque en su alegría será testigo ufano

de grácil Pollinica que portará inocente

al Rey de los cristianos en toda su grandeza.

Las palmas trabajadas, los olivos resecos,

inauguran un tiempo de Domingo de Ramos

y en desafío constante

han mirado a palmeras ancladas en parterres

desde que niños fuimos,

y ahí quedan vigías de todo cuanto ocurre.

Después vendrá El Encuentro

tan lleno de alegría, emoción y recato.

El Hijo y la Madre, a quien dirán:

¡Guapa, guapa y guapa! con un amor profundo,

se encontrarán al fin en la plaza más grande

de esta hermosa Melilla sembrada de palomas

para dar cumplimiento a tradición y fiesta.

Y mañana seremos, como siempre hemos sido,

melillenses constantes en fijarnos a esta tierra

de ocres y mareas que a costa de levantes

nos va haciendo viejos.

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