Lo que ha ocurrido en la selección de personal para los planes de empleo debe marcar un antes y un después y no saldarlo pidiendo únicamente disculpas, porque del perdón no comen las familias de los 32 beneficiarios que estaban dentro de la lista y que ahora, de la noche a la mañana, se han visto fuera Errar es de humanos. Nadie está exento de no meter la pata en cualquier momento. Pero cuando los fallos se cometen en algo tan sensible como los planes de empleo, está claro que los errores deben empujar a una necesaria reflexión y, sobre todo, la búsqueda de fórmulas que impidan que se puedan volver a repetir. Lo que ha ocurrido en la selección de personal para los planes de empleo de la Delegación del Gobierno debe marcar un antes y un después y no saldarlo pidiendo únicamente disculpas, porque del perdón no comen las familias de los 32 beneficiarios que estaban dentro de la lista y que ahora, de la noche a la mañana, se han visto fuera por un fallo aritmético cometido por el SEPE en la baremación de candidatos.
Si ya de por sí existe tensión entre los más de 13.300 parados que hay en Melilla por la incertidumbre de si le tocará o no un puesto en el plan de empleo, es lógico pensar que esta modificación de listas ha generado un gran malestar entre la población desempleada de la ciudad. Mucho mayor si cabe para los afectados, que a buen seguro llevaban meses o años esperando un puesto de trabajo y ahora que ya se veían ocupados para los próximos 6 meses, se encuentran en la misma situación que antes, agravada por las ilusiones que se habían hecho por haberles tocado la tan compleja lotería de los planes de empleo.
Pedía la semana pasada Coalición por Melilla que a los que se vean afectados no los echen del plan de empleo, sino que se haga uno extraordinario para poder reubicarlos a todos. Ayer la directora del SEPE, Esther Azancot, dijo que no será posible por el poco tiempo que queda de año. Sin embargo, aunque estuviéramos empezándolo, también esa solución aportada por los cepemistas es difícil de llevar a cabo si se tiene en cuenta que haciendo la baremación de forma correcta, esas 32 personas que ahora se ven fuera de los planes de empleo no habrían estado nunca dentro de él. Si se les dejara como seleccionados, el SEPE estaría cometiendo una ilegalidad por conceder una ayuda pública en forma de empleo a quien no lo merece por la baremación, que en definitiva es la regla aplicada a los más de 13.000 desempleados durante el proceso de selección.
El problema parte, por lo tanto, del error humano que se ha producido en la confección de las listas, que ha provocado una frustración en 32 parados y sus familias. Habría que buscar medidas para evitar que esa situación pueda volver a darse, bien a través de programas informáticos que automaticen el proceso o, si eso no es posible, organizando al personal del SEPE en varios filtros de control y corrección para que los fallos se vayan detectando antes de sacar las listas a la luz pública. Eso es lo que toca a todo el mundo, tanto a quienes ahora piden perdón por haber errado, como es el caso de la directora del SEPE, como a quienes en los últimos días se han lanzado a criticar lo ocurrido desde la oposición, a pesar de que ésta no puede dar demasiadas lecciones de gestión de los planes de empleo en las legislaturas anteriores como todos hemos podido comprobar por el caso voto por correo. Al menos ahora el SEPE es transparente y publicita las listas de seleccionados. Lo que hay que intentar es que esas listas no tengan ningún error que eche por tierra ese ejercicio de transparencia que se hace desde el Gobierno del PP.