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Tizzi-Assa y el Teniente Coronel Valenzuela (VI)

En 1922, la Aviación en Melilla experimentó un gran crecimiento, con la incorporación de nuevos medios y hombres. Hubo bajas mortales en combate, y se utilizaron aeródromos de reserva. También se realizaron servicios de reconocimiento y bombardeo. Las funciones incluyeron transporte de personal sanitario y evacuación de heridos. Hubo actos heroicos y altas bajas en combate. El teniente coronel Valenzuela fue herido de muerte y el capitán Enrique Valenzuela llegó para cubrir su vacante. Se rindió homenaje a los caídos.
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… En cuanto al servicio de Aviación en Melilla, el año 1922 había supuesto un enorme empujón. A lo largo de todo el año se fueron incorporando nuevos medios y hombres de forma que en un año se habían multiplicado por cuatro los medios con los que contaba un año antes. Tenía en plantilla 60 aparatos distribuidos en varios grupos.

En enero las escuadrillas cooperaron en la reconquista de Dar Drius. En abril apoyaron la toma de Dar Quebdani. Este mes fue derribado un Bristol y sus tripulantes hechos prisioneros. El sábado día 26 de agosto de 1922 un avión fue alcanzado por fuego enemigo cerca de la posición de Azib de Midar, muriendo el piloto Teniente de Caballería, con destino en Aviación, Ramón de Ciria López. Es la primera baja mortal en acción de guerra de la Aviación Militar.

Era natural de Pamplona y fue enterrado en el Patio 26, Fila 3ª, nº 2 del cementerio de Melilla. El sábado día 28 de octubre de 1933 los restos son trasladados al Panteón de Héroes de Aviación del mismo cementerio.

Por estas fechas el teniente coronel Alfredo Kindelán se hacía cargo de la jefatura de las Fuerzas Aéreas de Marruecos.

La Aviación utilizó como aeródromo de reserva el de Dar Drius, que ya se había utilizado provisionalmente durante las operaciones de octubre-noviembre.. Los aeroplanos salían desde Tauima y hacían los sucesivos reportajes de la jornada en Drius. Después del último servicio volvían a Tauima.

El miércoles día 23 de mayo de 1923 a causa de haberse desprendido la hélice, el aparato Havilland nº 51, tripulado `por los capitanes Cabrerizo y La Roquette, se vio obligado a aterrizar en el campamento de Dar Drius. Dichos aviadores resultaron ilesos. El aparato sufrió ligeras averías.

El viernes 25 de mayo del año 1922, un aparato Havilland, pilotado por el suboficial señor del Valle y llevando como observador al capitán Álvarez Builla, voló sobre el zoko Tlatza de Bu-Beker, donde se había observado una pequeña concentración de rebeldes.

Estos hicieron varios disparos de fusil, uno de cuyos proyectiles produjo algunos desperfectos en el radiador.

Después de una hábil maniobra, el Havilland tomó tierra cerca de Bufarcut.

Los aviadores resultaron ilesos. El aparato fue trasladado a Dar Drius, desde donde fue llevado al aeródromo de Tauima para su reparación… (Continuará)

En los combates librados el domingo y lunes 27 y 28 de mayo de 1923 para aprovisionar a Tizzi Assa, los aeroplanos de bombardeo volaban sobre el campo de la lucha, tomando parte en ésta de modo muy directo. Casi a ras de tierra, no obstante las condiciones desventajosas en que se encontraban por la proximidad de los montes de Tizzi Assa, ametrallaban a los rebeldes y lanzaron sin cesar granadas explosivas, pudiendo comprobar por sus vuelos bajos los efectos mortíferos que causaban ante los harqueños.

Durante los ataques el 27 de mayo de 1923, la aviación pone en marcha los vuelos para apoyar el combate de la columna Gómez Morato. Con la primera tanda de vuelos salía el del alférez Ingunza con el teniente Montero de observador.

Los rifeños hacían descargas cerradas sobre los aparatos. El que iba tripulado por el alférez de complemento don Ramón Ingunza y el teniente de Caballería don Enrique Montero, a consecuencia, sin duda, de los efectos de una descarga, que debió herir o matar al piloto, quedó sin gobierno, yendo a caer en el barranco inmediato a Bu Hafora, viéndose que el observador, puesto en pie, gesticulaba al darse cuenta del grave peligro que corría. Intentó llevar el aeroplano hacia un lugar donde se pudiese aterrizar, pero no lo consiguió. El aparato entró en barrena y cayó al barranco. Las fuerzas que acudieron en su auxilio inmediatamente recogieron los cadáveres de los valerosos oficiales que momentos antes habían asombrado a todos con su proeza.

Ramón Ingunza Santodomingo, fue sepultado en la Galerías de nichos C, fila 2, nº 3. El 28 de octubre de 1933 sus restos fueron trasladados al nicho 1, fila 5 del Panteón de Aviación.

Enrique Montero González, teniente de Caballería al Servicio de Aviación. Hijo de Ramón y de Enriqueta, era natural de Valladolid. Fue sepultado en la Galería de Nichos C fila 2, nº 2. El 28 de octubre de 1933 sus restos fueron trasladados al nicho 1, fila 5 del Panteón de Aviación.

A última hora de la tarde del lunes día 28 de mayo de 1923 se vieron obligados a aterrizar cerca del campamento de Dar Drius los aparatos que pilotaban los capitanes Lorente y Lóriga.

Al final de esta jornada se contabilizaron, aparte del de Ingunza, cuatro aparatos derribados, que quedaron averiados en Drius, y doce con numerosos impactos.

La Aviación siguió colaborando con reconocimientos y bombardeos ocasionales sobre los núcleos enemigos a pesar de que las condiciones de vuelo de esos días fueron poco favorables por el constante fuerte viento de poniente.

Los reconocimientos del día 2 de junio revelaron que continuaba la actividad en el campo enemigo.

El día 3 la Aviación aprovisionó por el aire de material de fortificación y de elementos sanitarios la posición de Tizzi Assa.

Estaba previsto que para el día 5 de junio se utilizase de nuevo el aeródromo eventual de Dar Drius para que repostasen los aeroplanos durante la jornada, para ello se trasladó todo lo necesario y se instaló un servicio telefónico de campaña que permitiese la conexión con Tauima. También se les pidió a las fuerzas de tierra que llevasen banderas blancas, especialmente las avanzadillas, para facilitar su identificación desde el aire.

La aviación comenzó sus servicios a las cuatro de la mañana. Las escuadrillas irían turnándose en los servicios volviendo a repostar y municionarse en Drius.

El teniente coronel Kindelán quiso volar como observador en el “Bristol” del capitán Llorente, jefe de la segunda escuadrilla. Después de una primera salida aterrizaron en Dar Drius para repostar y volvieron a salir. Se dirigieron hacia Benítez y Viernes, hicieron varias pasadas entre ambas posiciones recibiendo abundante fuego. La tercera vez Kindelán resultó herido en el brazo y empezó a sangrar en abundancia. Llorente intentó aterrizar lo más pronto posible y escogió para ello unos campos por detrás de las primeras guerrillas. El terreno era malo y el aparato capotó, pero se consiguió atender con rapidez al teniente coronel.

A media mañana sería Carrillo, jefe del tercer grupo, quien tuvo que tomar tierra en Bufarcut con el motor dañado por los disparos enemigos. El propio Carrillo había sido herido en el pie y hubo que sacarlo del puesto de pilotaje.

Los días posteriores al 5 de junio continuaron haciéndose servicios de reconocimientos y bombardeo.

La casualidad hizo coincidir las ocasiones en las que Tizzi Assa protagonizó intensos combates con pioneras actuaciones sanitarias de la Aviación. Los primeros servicios tuvieron lugar en los combates para tomar la posición a finales de octubre y comienzos de noviembre de 1922. Fueron de transporte de personal sanitario y equipos quirúrgicos al frente. De esta forma los médicos y enfermeras atendían más rápidamente a los heridos. Más adelante, en mayo de 1923,  se incorporaría un avión sanitario con el que se realizaron evacuaciones de heridos.

El primer servicio sanitario fue la noche del 2 de noviembre del año 1922. Había habido heridos en los combates.

El pronóstico era serio y en Drius no había medios suficientes. Como se habían trasladado a Drius algunos aeroplanos para que cooperasen con las operaciones de aquellos días, se optó por ir a buscar en avión el equipo médico y el material quirúrgico necesario. El capitán García Orcasitas salió en vuelo hacia Tauima para recoger al doctor Noguera, comandante médico.

El Dr. Nogueras estimó necesario llevar con él un ayudante y una enfermera. Eran los primeros vuelos nocturnos que realizaban los aviadores. El campo de aterrizaje de Dar Drius ofrecía no pocos inconvenientes. Todo esto hubo que decírselo a la señorita Elvira López.

La enfermera accedió a acompañar al doctor y en Tauima se prepararon otros aparatos para transportar al teniente médico, a la enfermera y el equipo quirúrgico necesario.

Mayo y junio de 1923 también presenciaron algunas actuaciones de la Aviación sanitaria.

El mismo día 28 de mayo, al igual que había sucedido en noviembre, fue necesario trasladar al frente personal médico. Esta vez fueron dos hermanas de la Caridad,  sor Amparo Álvarez y sor Máxima Rivero, las que salieron para Dar Drius en aeroplano acompañando al comandante médico señor Herranz y al capitán García Gutiérrez, especialista de las heridas del vientre. Uno de los heridos graves era el comandante Félix Repollés quien finalmente fallecería.

Días antes, el 23, había llegado desde Sevilla un avión sanitario pilotado por Virgilio R. Sbarbi. A pesar de su disponibilidad, la jornada del 5 de mayo y las siguientes estuvo estacionado en Drius, hasta el 8 de junio en que trasladó a un teniente herido desde Drius a Nador.

¿COMO MURIÓ VALENZUELA?

Según referencias de algunos heridos que llegaron al hospital Docker, el heroico teniente coronel Valenzuela ordenó que tocaran ataque general. Parece ser que este toque no fue oído por los legionarios y entonces el Jefe del Tercio avanzó solo, pistola en mano. La Legión tras él penetró en el barranco que nace al pie de Peña Tahuarda y conduce a Tizzi-Assa, por el barranco de Iguermiren, desalojando al enemigo.

El teniente coronel Valenzuela recibió mortal herida en el vientre, mas a pesar de esto continuó aún alentando a los suyos. Una segunda bala hízole caer en tierra para no levantarse más.

Las bajas legionarias fueron muy elevadas y sensibles: más de sesenta muertos entre oficiales, suboficiales y tropa; y más de ciento veinte heridos graves.

El día siguiente todas las fuerzas quedaron vivaqueando en el terreno conquistado durante el combate de la jornada anterior.

El teniente coronel Valenzuela estaba tendido en el suelo, rodeado de su escolta, de los camilleros, su enlace, así como de muchos legionarios más, que intentaron recogerlo durante el combate. Con respeto, con gran amor es retirado por los legionarios y, dignamente escoltado, es conducido a la posición de Benítez.

Permaneció el cadáver en ésta durante el día 6, acompañado por su sobrino, capitán del Tercio Sr. Urzáiz.

El día 7 todo el personal de Tafersit salió para auxiliar a los que quedaron vivaqueando y recogiendo a los muertos.

LOS QUE LO RECOGIERON

Se conocieron detalles que patentizaron el heroísmo de los soldados de la Legión. Al caer mortalmente herido el teniente coronel, cuatro legionarios le recogieron, colocándolo en una camilla. Apenas hubieron caminado algunos pasos, cayeron muertos tres de los camilleros. El cuarto resultó gravemente herido.

Otros legionarios quisieron recuperar al compañero herido, quien se negó terminantemente a ocupar la camilla, manifestando que trasladaran primero al teniente coronel y que después volvieran por él.

Así lo hicieron. El legionario a quien aludimos y cuya conducta es merecedora de elogios, pertenecía a la 14ª Compañía e ingresó el día 7 en el hospital Docker de Melilla.

El cadáver de Valenzuela presentaba dos heridas de arma de fuego: una en la cabeza y otra en el vientre. A corta distancia de donde fue encontrado, había otros seis cadáveres: El del alférez Pablo Sendra y los de cinco legionarios.

En los bolsillos de la guerrera se le encontraron algunos documentos. Pendiente del cuello llevaba varias medallas.

LLEGADA DE ENRIQUE VALENZUELA

Procedente de Madrid llegó el día 8 el capitán de Artillería, Enrique Valenzuela, hermano del malogrado jefe del Tercio. El citado capitán venía destinado al regimiento de Artillería a caballo, a cubrir la vacante del capitán Atilano Fernández Negrete.

Por la tarde estuvieron visitando a los heridos los hermanos del teniente coronel Valenzuela, Joaquín y Enrique, y abrazando a todos los oficiales que sirvieron a las órdenes de su hermano.

HONORES AL CADÁVER

Acompañaban al cadáver del jefe del Tercio, los capitanes Urzáiz (sobrino) y Ortiz de Zárate y suboficiales Tiede y Mata.

Al llegar a Tafersit, el coronel Fernández Pérez, jefe de la línea de vanguardia, ordenó que formara la fuerza allí destacada, la cual presentó armas. La banda de cornetas dejó oír el himno nacional.

El momento fue de gran emotividad y aún más cuando el coronel Fernández Pérez, en elocuentes y levantadas frases, enalteció la memoria del teniente coronel Valenzuela y la admirable actuación de la Legión.

Terminó con vítores a España, al Rey, y a la Legión, y a todos los que con Valenzuela murieron, que fueron unánimemente contestados por todos los presentes.

Análoga y emocionante escena se desarrolló al llegar el fúnebre cortejo al campamento de la Batería de «obuses», de Tafersit.

Todos los artilleros presentaron armas; unos y otros formaron al lado de sus piezas. El teniente coronel Pérez Vidal pronunció elevadas palabras, haciendo un caluroso elogio del admirable proceder del jefe del Tercio… (Continuará)

 

Bibliografía en el último capítulo         José Antonio Cano Martín

 

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José Antonio Cano

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