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Tizzi-Assa y el Teniente Coronel Valenzuela (I)(I)

Al lector
En este año de 2020 se cumple el centenario de la creación del Tercio de Extranjeros motivo por el cual este y siguientes trabajos serán conmemorando a los heroicos legionarios que dieron su vida por la Patria.

Hechos de Armas que dieron prestigio y renombre al Tercio de Extranjeros, hoy denominado La Legión. Cuando a España se le asigna el Protectorado del Norte de Marruecos, no hubo protestas de ningún partido político, ya que éste nos fue impuesto en un tratado Internacional, conocido posteriormente con el “Acta de Algeciras”, del año 1906. Los problemas surgen cuando al realizar las labores de Protectorado, se desencadenan una serie de combates, que paulatinamente van desangrando a España, tanto humana como económicamente.

Estas acciones bélicas (no contra Marruecos, sino contra los rifeños que se oponían a acatar las órdenes del Sultán) … Barranco del Lobo, Sidi Musa, Sidi Ahmed el Hach, Tizza, Casabona, Taxuda, Amvar, Drius, Tafersit, Tizzi Assa, Tifaruin, Sidi Mesaud, Afrau, Desembarco de Alhucemas, Tabarrán… demuestran ante la opinión pública que España no podía abandonar “su Protectorado” porque las potencias más importantes del mundo, Rusia, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Austria, Italia, etc., se lo impusieron.

Además no permitían bajo ningún concepto que Francia se asentara en la otra orilla del Estrecho de Gibraltar, asignándole a España la parte más árida e inhóspita del Norte de Marruecos para que implantase el poder del Sultán en la zona, sobre todo en el Rif, pues este territorio nunca estuvo sometido al poder del Sultán y era conocido como Blad Es Siba ( no sometido).
En el año 1991 ¿no sucedió lo mismo con la llamada “Guerra del Golfo”?. Por decisión de las Naciones Unidas y como consecuencia de los acuerdos de París de la Unión Europea Occidental (U.E.O.) del 21 de agosto, el Gobierno español es obligado a enviar una agrupación naval para actuar en la zona del conflicto, con misiones de contribuir a garantizar el cumplimiento del embargo decretado contra Irak, vigilar y controlar el tráfico marítimo, defensa de los buques españoles que pudieran ser atacados y misiones de carácter humanitario que pudieran serles asignadas.

… Años más tarde nos tocó acudir a Angola, Bosnia, Afganistán, Líbano…

INTRODUCCIÓN

Gestado hace ya varios años, este detallado trabajo de José Antonio CANO MARTÍN ve finalmente la luz
Se analiza en él, unos importantes sucesos bélicos ocurridos en el territorio dependiente de la Comandancia General de Melilla, con un sonoro eco en nuestra ciudad, que vivía al ritmo de las operaciones militares.
La investigación está acompañada de gran cantidad de fotografías, tanto de los personajes protagonistas, que nos acercan el rostro humano de la historia, como de abundantes panorámicas de la zona, que junto a la cartografía anexa permitirá a los muchos interesados realizar expediciones a la zona con la seguridad de acertar en la localización de los lugares de interés.

LA ASOCIACIÓN DE ESTUDIOS MELILLENSES
RECONQUISTA DEL TERRITORIO TRAS EL DESASTRE DE ANNUAL

ALOCUCIÓN, EN EL PUERTO MELILLENSE, DEL TENIENTE CORONEL JEFE DE LA LEGIÓN MILLÁN ASTRAY, AL DESEMBARCAR LA LEGIÓN EN MELILLA

“Melillenses: os saludamos. Es la Legión, que viene a salvaros; nada temáis; nuestras vidas os lo garantizan. Manda la expedición el más bravo y heroico General del Ejército español: El General Sanjurjo. Vienen detrás de nosotros los Regulares de Ceuta, con el Laureado Teniente Coronel González-Tablas y Artillería de montaña, ingenieros y fuerzas de Intendencia. ¡¡Melillenses!!: Los legionarios y todos, venimos dispuestos a morir por vosotros. Ya no hay peligro. ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Melilla!”.

No ha de terminar el año 1921 sin que nuevas acciones victoriosas del Ejército español devuelvan al honor patrio nombres que fueron motivo de jornadas dolorosas. La España de aquellos años nota una inmensa sensación de alivio al saber que el 10 de octubre fuerzas al mando del general Sanjurjo reconquistan el Gurugú. La reconquista estaba en marcha. Ya nada ni nadie podría detenerla. Cada día se jalonaban nuevas metas. Atrás había quedado una lista interminable de nombres, Blocao de la Muerte, Taguelmanin, Tizza, Casabona, Nador, Sebt, Ulad Dau, Tanut Arruman y Taxuda. Otros nombres vienen a unirse a esta sucesión de éxitos, Segangan y Zeluán se reconquistan el 14 de octubre, y, por fin, otro nombre que clavó una aguda espina en el corazón de los españoles, Monte Arruit, es alcanzado por las tropas el día 7 de noviembre de aquel agitado año de 1921.
Después de Annual, el general Burguete fue nombrado Alto Comisario y bajo su dirección se hizo la reconquista del territorio perdido: el 17 de septiembre se entraba en Nador y el 29 Cavalcanti intervenía en el combate de Tizza; el 5 de octubre Sanjurjo llegaba a Atlaten; el 10 se colocaba de nuevo la bandera de España en lo alto del Gurugú; el 14 se ocupaba Zeluán y el 24 de octubre, Monte Arruit. El 21 de diciembre se pasaba el río Kert. Y por fin, el 10 de enero de 1922 se recuperaba la posición de Dar Drius. La situación estaba restablecida. El 6 de febrero del mismo año Maura convoca un Consejo de Guerra en el palacio de los Condes de Puerto Hermoso en Pizarra (Málaga) para decidir los siguientes pasos que habría que dar en Marruecos. Se tomó la decisión de operar en Yebala hasta reducir al Raisuni; permanecer en la línea avanzada en el sector oriental y también realizar un desembarco en Alhucemas.
Esos proyectos no se llevaron a cabo. A comienzos de marzo cambiaba el Gobierno y con él la política marroquí.
Después se continúa el avance por la llanura del El Gareb, llegando a Tistutin, Batel, Dar Drius, Amvar (donde murió el comandante Fontanes, Jefe de la 2ª Bandera del Tercio), Tuguntz, etc, que sirvieron de entusiasmo y testimonio para enaltecer el espíritu de unas tropas pletóricas de moral, en vanguardia de las cuales avanzaron las compañías legionarias mandadas por el teniente coronel Millán Astray, comandantes Fontanes y Franco… jefes que son aclamados por sus hombres en el mismo fragor del combate.
A finales de agosto el general Burguete le planteó al Gobierno llevar a cabo la ocupación de Tafersit, Bu Hafora, y aún mejor Tizzi Assa, que tenía particular importancia para realizar posteriores avances hacia Alhucemas.
Durante la reconquista del territorio tras el Desastre de Annual, y como consecuencia de las gestiones políticas realizadas cerca de las cabilas de Beni Said, Beni Tuzín y Beni Ulixek, el Alto Mando proyectó una operación en gran escala sobre Tafersit y Halaut, en la que había de intervenir varias columnas apoyadas por la Aviación y por los barcos de la Escuadra.
Perseguía el Comandante General, al realizar tal operación, adueñarse de la zona de pasos que hay desde Tafersit a la cuenca del Uad el Quebir, a cuyo fin se establecería sobre el collado mismo una posición central que amparara el número de puestos de pequeños destacamentos que fueren precisos para el pleno dominio de dicha zona. Se autorizó al jefe de la primera línea de la izquierda para que, sobre el terreno, determinase cuántos y cuáles habían de ser éstos.
Ofrecía la operación, tal y como se planeó, la gran ventaja de poder alcanzarse los objetivos en una sola jornada y si se conseguía ocupar Tayudait, no sería muy difícil llegar a Tizzi Assa al día siguiente.
Al dar cuenta el Alto Comisario a la superioridad de la operación del día 28 de octubre, le concedía una extraordinaria importancia militar y política, sobre todo a Tizzi Assa, por ser la divisoria en que estaba enclavada esta posición, y suponer que su dominio cerraba el envolvimiento de Annual e Igueriben y lo que era más importante, de la cábila de Beni Ulixek y en parte de la de Tensaman.
Participaron en la maniobra 30.000 hombres aproximadamente, encuadrados en tres grupos de dos Brigadas cada uno y mandados por los generales Echagüe, Sánchez Ortega y Ruiz Trillo, y las Columnas por los coroneles Fernández Pérez, Joaquín Seoane, Gómez Morato, Salcedo Molinuevo, Alfredo Coronel y Ángel Morales. Asimismo se organizó otra columna, como reserva, al mando del coronel Ruiz del Portal y bajo la dirección inmediata del general Carlos Losada (nombrado Comandante General de Melilla, unos días antes, el 4 de septiembre de 1922).
Es el 26 de octubre de este año de 1922, la fecha señalada para el comienzo de la importante operación. De los puntos designados para la concentración de las Fuerzas partieron éstas alrededor de las 4,15 horas, alcanzando los objetivos de Axdir Ajzús, Tayudait, Bu Hafora, Bulcherif, Nador de Beni Ulixek y Halaut, en las cabilas de Beni Said, Tafersit y Beni Ulixek.
Al ocupar Bu Hafora y Tafersit, los legionarios encuentran los cadáveres de muchos soldados que murieron en la retirada de Annual. Los soldados se dedican afanosamente a recoger los restos. Son más de doscientos. Fueron enterrados en una gran fosa y fueron despedidos con el rito legionario. A esta gran tumba se le llamó “La fosa de los Mártires de Tafersit”.
A continuación, en cursiva, se inserta escrito firmado por el teniente coronel Millán Astray referente a la ocupación de Bu Hafora y Publicado por José Antonio Chamorro Manzano. XVI Promoción A G M
“”De madrugada salimos para ocupar Buhafora y Tafersit. El avance por el llano tenía el aspecto de guerra continental; los cañones enemigos hacían fuego; pero con tal lentitud y tan mal graduadas las espoletas que, o no estallaban las granadas, o lo hacían en las nubes. Veíamos los fogonazos de los disparos de las baterías enemigas de Tayudait, Tahuarda y Tizzi-Aza, y después de largo tiempo se sentía venir el proyectil; parecía que llegaba despacio y avisando para apartar a sus enemigos, se enterraba él sin estallar o estallando y los soldados aplaudían a los moros artilleros. Los tanques de Infantería marchaban en vanguardia, con sensación de poder. Detrás seguíamos los infantes, y al flanco izquierdo, la caballería. Al ocupar el morabito de Buhafora, los legionarios encontraron al pie de la colina los restos de unos veinte soldados; ya no quedaban más que los huesos grandes del esqueleto y las costillas, y al lado las ropas, acartonadas y rugosas. Con fraternal cariño iban reuniendo aquellas reliquias y con entereza varonil registrando las guerreras, dentro de las cuales se habían pulverizado los cuerpos, sin sentir ante ellas otro sentimiento que cristiana caridad. «Del II, de San Fernando», decían al ver en el cuello las señales del emblema del glorioso Regimiento. «¡Artillero!», «¡De la Policía!»… Un mayor movimiento; los legionarios se agrupan alrededor del Capitán Ayudante de la Legión. «¿Qué es? ¿Qué ocurre?…»
¡La guerrera del Capitán Capablanca, de la Policía indígena!…, y los restos encontrados junto a ella… «Es él, mi Teniente Coronel», nos dice el Ayudante. «Mire el emblema, la medialuna en el cuello…, las señales de tres estrellas en las bocamangas… Estaba junto a la fuente y le rodeaban los restos de doce hombres… Los pondremos dentro de una caja de municiones»… El cura se nos acerca y nos invita a rezar un responso.
Avanzamos luego a Buhafora. La posición está volada; las vainas de los cartuchos, reventadas, esparcidas, clavadas; en la tierra demuestran la explosión… Todos recogen los huesos regados por el suelo… «Otro, Capitán de Infantería: Lacy…, y junto a él el esqueleto de un niño… Sí, sí, el morito que él prohijó y que cuando la traición de los notables que él tenía de rehenes, junto con los policías y moros amigos, al ver la lucha, se abrazó a su padre adoptivo y murió con él …» Buhafora era un osario… Los soldados se dedican afanosamente a recoger los gloriosos restos. Los médicos van reconociéndolos… Son cerca de un centenar… Las guerreras se analizan; hay cartas, ya ilegibles, y esos objetos infantiles que guardan los soldados: lapiceros, cajitas vacías, un dedal… Siguen los emblemas: El II, Artillería, Policía. Los legionarios piden permiso; el General lo concede. Abren una fosa. A las tres de la tarde serán enterrados. La columna forma el cuadro rodeando el sepulcro. Los legionarios han pedido el honor de despedirlos con el rito legionario. El osario se traslada; las reliquias son llevadas en las guerreras de los legionarios, que se las han quitado para hacer de ellas envolturas de sudario… Los huesos heroicos se reúnen en íntimo contacto… la tierra los cubre y surge el túmulo de piedra y gigantesca cruz de madera, y todas las compañías de legionarios traen inmensas coronas de flores silvestres, y en sus cintas se lee claramente: «A LOS HEROICOS Y GLORIOSOS MARTIRES DE TAFERSIT, SUS HERMANOS, LOS LEGIONARIOS». «A NUETROS HEROICOS COMPAÑEROS DE SAN FERNANDO, LA LEGION». «A LOS ARTILLEROS HÉROES DE TAFERSIT». «A LOS QUE TAN GLORIOSAMENTE DIERON LA VIDA POR LA PATRIA».
Tte. Col. J. Millán-Astray. Jefe del Tercio de Extranjeros””
Durante los trabajos de fortificación de aquellos objetivos y repliegue de las unidades, fueron éstas hostilizadas en Halaut, Nador de Beni Ulixek y Tayudait.
El día 28 se reanuda el avance muy de madrugada, con la eficaz ayuda de indígenas de Beni Tuzin y Tafersit. A las 7,30 de la mañana, habían conseguido nuestras tropas, al mando del teniente coronel Núñez de Prado, posesionarse de Tizzi Assa y Tizzi Alma. El Sector de Tizzi Assa lo componían, la posición Principal (Tizzi Assa) que fue situada en un lomo a un kilómetro próximamente al oeste del referido desfiladero, con una avanzadilla sobre la depresión de Tizzi Alma y otra en el cambio de pendiente que desde el lomo citado se desprende hacia el norte (Tizzi Assa Norte), completándose las obras con un puesto a medio kilómetro al este de Tizzi Assa, llamado inicialmente blocao del Collado y posteriormente Blocao del Tercio.
Comienza el mes de noviembre de 1922 con poca fortuna para nuestras tropas. Al efectuarse el día 1 una pequeña rectificación de la línea de enlace entre las posiciones últimamente conquistadas en el collado de Tizzi Assa, y establecerse otra con la denominación de Benítez, un grupo numeroso de beniurriagueles, a cubierto de las asperezas del terreno, llegó hasta la línea de vanguardia, hostilizando a las fuerzas de Ingenieros encargadas de los trabajos de fortificación. Más tarde, cuando las fuerzas se habían retirado a sus campamentos, fue atacada la posición de Tizzi Assa, y con mayor intensidad la avanzadilla de Tizzi Alma. Nuestras bajas pasaron de un centenar, teniendo en total 34 muertos (de ellos dos oficiales, tenientes González Álvarez de Artillería, y Puga Noguerol de Regulares de Melilla nº 2) y 90 heridos.
Esta acción motivó el primer vuelo sanitario de la aviación española. Hubo que ir en busca de un equipo médico a Nador para trasladarlo al hospital de campaña de Dar Drius. Como consecuencia de los hechos relatados anteriormente, al tener el Gobierno conocimiento oficial de las bajas sufridas en la operación de Tizzi Assa, pérdidas que no se esperaban, el Gabinete Sánchez Guerra, acordó la suspensión completa de las operaciones militares proyectadas y que habíanse de realizar en el territorio melillense, lo que probablemente indujo al enemigo advertido de la pasividad, para poner en juego todos los elementos a su alcance tratando de entorpecer la gestión política de atracción y, aprovechando las ocasiones a él favorables, para hostilizar los puestos avanzados de las cábilas de Beni Ulixech, Beni Said y Tafersit.
El día 4 de este mismo mes el Alto Comisario ordenaba rodear las posiciones de Tizzi Assa y Bu Hafora de una línea de minas que se pudieran estallar desde el interior de las posiciones.
Los meses finales del año 1922 se caracterizaron por una paralización en las columnas de operaciones, limitándose el uso de las mismas, solamente, para acompañar los distintos convoyes de aprovisionamiento, dando lugar a numerosos combates en el sector de Tizzi Assa. Con el cambio de Gobierno de final de año las operaciones quedaron paralizadas. Y así siguieron durante los primeros meses de 1923.
En nuestro Protectorado proseguía la inactividad bélica; la actuación política, que acababa de apuntarse el éxito de la liberación de los prisioneros de Annual, continuaba su labor y las armas estaban mudas. La inexorable realidad vino pronto a dar al traste con los optimismos. Las harcas de Abdelkrim se ponen en movimiento. El afán pacifista es interpretado como símbolo de debilidad y en las manos guerreras bulle la perfección de un armamento nuevo con el que están dispuestos a repetir los éxitos alcanzados en el primer semestre del año 1921.
La vida en los puestos avanzados era extraordinariamente dura. No sólo el peligro de ser atacados exigía una alerta constante, pues se sabía que el ataque, las más de las veces, no tendría el montaje de una gran operación, sino que la sorpresa había de llegar de la mano de un pequeño grupo de hombres capaces de disimularse entre las piedras del terreno y acercarse hasta las posiciones sin ser vistos.
La tensión producida por esta espera permanente hacía necesario el descanso, un descanso que había de estar reconfortado con un rancho caliente y completado con el agua suficiente para apagar la sed. Al tormento de la sed se le temía aún más que a la sorpresa enemiga. Ya eran muchos los que sabían de gargantas resecas que llegaban a enloquecer. Ya eran muchos los que se estremecían al ver que el nivel del agua en los barriles o aljibes disminuía sin reposición.
La decisión gubernamental de suspender toda acción militar por lo ocurrido en Tizzi Assa, no podía menos de colocar al general Ricardo Burguete en una situación embarazosa y difícil al frente de la Alta Comisaría, en la que muy pronto había de ser sustituido.
Víveres, municiones, armamento, leña para calentar la comida y agua, ¡sobre todo, agua!, eran los elementos que habían de llegar a las posiciones avanzadas después de atravesar un camino dominado por el enemigo.
Era el agua, la necesidad de mantener el nivel de cubas y aljibes, la que obligaba a una mayor frecuencia en los convoyes portadores de estos artículos vitales.
El enemigo había aprendido su lección. Atacar de frente cualquiera de las posiciones era empresa poco menos que impracticable. La disciplina de aquellos soldados protegidos por obras de fortificación haría muy costoso el empeño; sólo a costa de dejar ante los parapetos muchos cadáveres de sus hermanos pudieron en ocasiones llegar a apoderarse de algún puesto. Mantendrían la amenaza constante; el repentino ataque a un centinela, pero nada más. Por otra parte, las posiciones para subsistir, necesitaban ser aprovisionadas con cierta regularidad. ¡Aquí estaba su arma más positiva! Los harqueños conocían perfectamente el terreno, por lo que les era fácil salir al paso de los convoyes y atacarlos impidiendo que las cargas de agua, víveres y municiones llegasen a sus puestos de destino… (Continuará)

Bibliografía en el último capítulo

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José Antonio Cano

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