Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

Tizzi-Assa y el Teniente Coronel Valenzuela (II)

… El sector de Tizzi Assa reunía una serie de posiciones a las que había que abastecer periódicamente: Peña Tahuarda, Viernes, Benítez y Tizzi Assa eran nombres cuya permanencia en poder de nuestras tropas dependía de la puntual llegada de los convoyes de aprovisionamiento. Y como es lógico el enemigo lo sabía. Conocía sobradamente la necesidad que tenía el Ejército español de abastecer las posiciones que constituían la zona a aprovisionar. Si el enemigo lograba impedir el paso de los convoyes de aprovisionamiento, las posiciones españolas sufrirían el acoso y asedio hasta su rendición o abandono. El espanto de Igueriben, Annual, Monte Arruit, Dar Quebdani, Zeluán, etc., se dejaría sentir, cual un halo maléfico, por la mente de nuestros mandos superiores.

Como hemos visto anteriormente, el día 2 de noviembre de 1922 es hostilizado todo el frente de Tizzi Assa al paso del convoy de abastecimiento. Cada vez que se realizaba un convoy de avituallamiento a este sector las bajas eran importantes teniéndose que entablar grandes combates para poder alcanzar la zona de vanguardia. Se necesitaban columnas de apoyo para proteger estos convoyes, pero debido a la hostilidad del enemigo estas columnas conforme iba avanzando los días iban siendo más importantes.
Pero las posiciones del sector de Tizzi Assa, especialmente las de Principal, Norte y Tizzi Alma, estaban en perfectas condiciones de defensa, unidas entre sí por caminos cubiertos y sustituidos los antiguos parapetos de sacos terreros por otros de mampostería, piedra en seco o cestones de madera y coronados todos con escudos de tirador.

Antes de terminar el año 1922, habían de producirse hechos tan dolo¬rosos como los ocurridos durante los días del 14 al 18 de diciembre en la posición de Tizzi Assa y sus alrededores. En la primera de estas fechas fue hostilizado el convoy de abastecimiento cuando se dirigía a ella re¬sultando un oficial muerto, el alférez Luís Faguas Dieste (Alférez de Intendencia), y teniendo cuatro bajas en el ganado. Al siguiente día, y ante la agresión persistente se abre fuego artillero sobre núcleos enemigos situados en las proximidades de una casa, a unos 2.500 metros, en donde éstos, durante la noche anterior, habían establecido un cañón. El 16, se sucedieron las agresiones en el momento en que se establecía un servicio en la posición, ocasionando en las Fuerzas encar¬gadas de realizarlo, dos heridos de Tropa peninsular; al contrario se le hizo un muerto, que fue recogido con fusil y municiones. Al día si¬guiente, y sin haber podido su guarnición abastecerse de agua, la hostili¬dad fue más violenta al romper fuego los rebeldes con el referido cañón aumentado por el de otro que se situó en un punto dominante de Tizzi Assa, derribando el parapeto y destrozando las troneras de dos piezas artilleras de la posición a más de una gran lluvia de balas de fusil que certera-mente entraban en el recinto principal, el cual en pocos momento quedó rodeado con los fuegos del adversario. La Aviación y la Artillería pesada hubieron de ponerse en funcionamiento castigando eficazmente a la numerosa masa enemiga, que trató de buscar un punto vulnerable por donde romper la línea avanzada. La brava guarnición de Tizzi Assa, al mando del Te¬niente Coronel de Infantería Gumersindo Pintado Cabrero (más tarde moriría en socorro de Tifaruín), decían los telegramas ofi¬ciales, “resiste heroicamente al grito de ¡Viva España!”, y mientras llegaba material de fortificación para taponar la brecha abierta, fueron los mismos defensores quienes, sin desatender a los fuegos y al descu¬bierto del contrario, cerraron provisionalmente el boquete abierto por la metralla enemiga con sacos terreros del interior. El mismo día 17 se intentó, protegido por indígenas de la harca amiga, llevar un convoy de agua, víveres, elementos sanitarios y de fortificación a la necesitada posición y retirar de ella las bajas que alcanzaban la cifra de 19, entre muertos y heridos; pero en vista de que el camino se hallaba comple¬tamente batido, especialmente la subida a un collado donde el enemigo se hallaba apostado y por el que era preciso pasar, hubo de desistirse y dejado para la fecha posterior en que, reunidas más Fuerzas y ele¬mentos, pudiera realizarse con las mejores probabilidades de éxito. En la mañana del 18 del citado mes de diciembre, una Columna compuesta de Fuerzas de Regulares de Infantería y Caballería, la Primera Bandera del Tercio, cuatro Compañías del Batallón África con sus ametralladoras y Artillería de montaña al mando del Coronel don Alfredo Coronel y bajo la dirección del General Ruiz Trillo, avanzaron decididas a vencer la resistencia contraria para que el convoy pudiera llegar a su destino. La harca amiga en vanguardia alcanzó la deno¬minada Loma Roja, pero una vez que rebasó ésta, encontró viva resistencia opuesta por un numeroso enemigo que desde el indicado collado y al abrigo de parapetos hacía nutrido fuego desde puntos donde no podían ser batidos por la Artillería de Tizzi Assa, ni por la de las posiciones inme¬diatas, dando lugar a que el convoy no progresara y tuviera que esta¬cionarse durante más de una hora, hasta que fuerzas de la Legión, al mando del Comandante Franco, con decisión y arrojo, avanzaron por la derecha hacia la posición de Benítez donde se encontraba inmovilizada la harca amiga, y corriéndose por las crestas de los montes cercanos, cayeron briosamente sobre el flanco derecho del adversario. Los legiona¬rios armados de cuchillo asaltaron el reducto rebelde, desalojándolo de enemigo y haciendo posible el acceso de los soldados de Regulares que ya sin resistencia se posesionaron de dicho lugar y del paso del camino en donde coincidieron con los sitiados que en combinación y ayuda de la Columna, habían salido de la posición, pudiendo el convoy cumplir su cometido y recogerse las bajas.

Tanto el día 19 como en los sucesivos, se verificó con toda normalidad el abastecimiento de las posiciones adelantadas, quedando totalmente construido el camino cubierto entre Tizzi Assa y Tizzi Alma y sus avanza¬dillas, adaptándose medidas de previsión en evitación de otras posibles agresiones, de manera particular, sobre el saliente de la primera. El total de las bajas habidas en la posición agredida y en las Tropas que fueron en auxilio de ella ascendió a 13 muertos. Tres oficiales: Teniente Fernando Villalba Rubio y Alférez Armando de la Aldea, ambos de Infantería y destinados en el Tercio; este último falleció días después en el hospital a consecuencia de las heridas; y Sidi Mohamed Ben Lahasen Susi, de Infantería y 47 de Tropa heridos, y seis de estos últimos contusos.
Puede decirse que con estos hechos se cierra el paréntesis de la breve gestión militar del General Burguete en el desempeño de su importante mi¬sión, para la que había sido designado en el mes de julio de aquel año, al ir a Marruecos con un error inicial en los planes del Gobierno, carente de fuerza para imponerse a la realidad que entonces demandaba una constante y enérgica acción militar sin vacilaciones ni cortapisas.
En tanto se atendía en toda la zona del Protectorado a dar una sen¬sación de paz y respeto más absoluto por medio de una permanente in¬actividad, conforme al deseo expreso del Gobierno, el enemigo aprove¬chaba esta situación en la creencia de que todo era producto de debilidad asestando duros golpes a nuestros servicios y posiciones y, muy especialmente sobre la de Tizzi Assa. Y así vemos que sólo en el trans¬curso de los meses de enero a marzo tuvimos las bajas de un oficial capitán Miguel Sancho García, del regimiento de la Princesa y nueve de tropa muertos, y quince de éstos heridos, en los distintos puntos de las líneas avanzadas.

Precisamente a principios de enero de 1923 se termina de construir el depósito de agua de Tizzi Assa.

Confidencias llegadas a la Comandancia General de Melilla por diferentes conductos anunciaban los propósitos de Abdelkrim de dar un serio golpe de mano sobre los campamentos españoles. Estas confesiones denunciaban grandes movimientos de fuerzas enemigas. Los reconocimientos aéreos corroboraban estas afirmaciones, precisando concentraciones de las harcas precisamente en los mismos lugares en que los indicaban los confidentes.
El 17 de febrero de 1923, publicaba la “Gaceta de Madrid”, en su nº 49, el nombramiento del nuevo Comandante General de Melilla don Pedro Vives.
Seguía permanente la necesidad de abastecer las posiciones de la región de Tizzi Assa. Si el enemigo que se veía en toda la comarca lograba impedir el paso de los convoyes, era muy posible que volviera a repetirse aquella triste acción de Igueriben. ¡A toda costa había que evitarlo! El cierre del paso a los convoyes acarrearía no sólo la caída de las posiciones de Tizzi Assa, Peña Tahuarda, Viernes y Benítez, sino que, al verse libres de la retención que las fuerzas que guarnecían estas posiciones ejercían sobre las harcas, podrían volcar la totalidad de su esfuerzo sobre la zona de Tafersit. En prevención, las protecciones de los convoyes a Tizzi Assa se intensificaron.
El dinero que Abd el Krim había recibido por el rescate de los pri¬sioneros, sin duda porque así era de esperar, sirvió para alentar sus huestes y recrudecer sus agresiones contra nuestra vanguardia, pero con mayor perseverancia e intensidad sobre el sector de Tizzi Assa. Esta posición y las inmediatas de Tizzi Alma, Benítez y Viernes, comenzaron a ser hostili¬zadas con mayor intensidad a partir del 11 de abril, recrudeciéndose las agresiones durante el mes de mayo, muy particularmente el día 7, en que atacó violentamente con fuego de fusil y bombas de mano; aunque fue rechazado con muchas bajas, las propias fueron de un oficial, teniente Rodrigo García Jiménez (pertenecía al Grupo de Infantería de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla nº 2), y tres de tropa, muertos, y un oficial, teniente Amer Vadell, de Infantería, y 20 de Tropa, heridos.
Al principio de las hostilidades el enemigo ocultándose en algún accidente natural esperaba agazapado y confundido con el terreno, para atacar por sorpresa a los convoyes de aprovisionamiento.
Ahora son contingentes importantes que se fortifican en sitios dominantes, que constituyen el paso obligado del convoy. Saben de sobra que las fuerzas de protección que lo resguardan se verán obligadas a ocupar estas posiciones dominantes, viéndose por ello forzadas a librar verdaderos combates con los rifeños, los cuales intentarán dar al traste con los propósitos de abastecimiento que animan a las fuerzas que dan escolta al convoy.
Los hechos iban demostrando de día en día la urgente necesidad de mejorar toda la línea avanzada, pero sobre todo, la del saliente de Tizzi Assa por la que la harca enemiga delataba especial interés en apoderarse de ella. Ante tales contingencias, el Alto Comisario, con fecha 14 de mayo, recabó del Gobierno concediera la oportuna aprobación a la propuesta que le había hecho con anterioridad, respecto a la operación que consi¬deraba indispensable para evitar las constantes acometidas rebeldes.
La respuesta llegó el 31, después de que hubiesen tenido lugar los combates más violentos.
La lentitud suicida con que el Gobierno respondió a la petición del Alto Comisario fue consecuencia de la agudización de los problemas que el mismo Gobierno había sido incapaz de solucionar durante los meses anteriores.
Mientras el Gobierno resolvía sobre la indicada propuesta, se colocó el día 16 un puesto en Peña Tahuarda sin apenas hostilidad por parte del enemigo y con la única baja en nuestras Fuerzas del Comandante jefe de la Cuarta Bandera de la Legión, don Felipe Figueras Figueras, que resultó grave¬mente herido; el día 20, el Coronel Alfredo Coronel, al mando de su Columna, estableció, sin novedad, otras dos posiciones entre Izummar y Afrau para completar la defensa y asegurar la comunicación entre ambas, llamadas Tifaruin e Izummar nº 2 o Farha, puntos que en agosto del mismo año habían de ser atacados violentamente por el enemigo.
Ya en las últimas fechas de mayo, la situación del territorio melillense era alarmante.
El marco geográfico donde se iban a celebrar las operaciones estaba a unos 15 kilómetros de Dar Drius. Era un gran anfiteatro formado por las montañas que daban entrada al Rif. Al pie de la crestería se encontraba la hoyada de Tafersit, donde estaba el campamento principal. De allí hacía un abanico de empinados contrafuertes que iban formando la montaña hasta el collado de Tizzi Assa. Sobre la cresta de cada cota se dibujaban las siluetas de las posiciones que componían el frente.
Las confidencias y observaciones de la aviación denunciaban la concentración en la región de Tafersit de fuerte contingente rifeño que se disponía a efectuar incursiones por el flanco izquierdo del frente. Estas se vuelven realidad el 27 de mayo de 1923, pues se confirmó la noticia de un inmediato ataque enemigo al situarse frente a la posición de Benítez, en el llano de Bu Hafora y márgenes del río Jel-li, grupos numerosos de rifeños, quienes con gran actividad dedicábanse a construir trincheras y reunir preparativos guerreros en las barrancadas próximas.
Previsto tal acontecimiento y conocida la idea del adversario de realizar un ataque entre Bu-Hafora y el barranco de Hardú o Loma Roja, salió de Tafersit al encuentro de los agresores en la madrugada del 28 una Columna precedida de la Mehal-la de Dris er Riffi, al mando del Teniente Coronel de Infantería Llano En¬comienda, y compuesta de la Cuarta Bandera del Tercio, dos Tabores de Regulares de Melilla, el Batallón de Infantería Princesa, un Escuadrón de Regulares, dos Baterías de montaña y una de obuses.
Tan pronto des¬plegaron las fuerzas regulares desde el poblado de Bu-Hafora a las extremidades de Tahuarda, sonaron los primeros disparos sueltos del ene¬migo para convertirse muy pronto en intensísimo fuego por ambos ban¬dos, que quedó resuelto por el arrollador avance de las unidades propias que lograron hacer huir al contrario, pero momentáneamente, pues ense¬guida volvió a aparecer en mayor cantidad dispuesto a no abandonar el campo. Se entabló tan dura lucha que dándose cuenta de la gravedad e importancia de la misma el jefe de la Cuarta Columna de la zona de vanguardia, Coronel Gómez Morato, envió con toda urgencia al lugar de la refriega la Primera Bandera del Tercio, un Tabor y un Escuadrón de Regulares de Alhucemas y una Batería de obuses del 15,5, cuyos refuerzos desplegaron a derecha e izquierda de Bu-Hafora cubriendo la retaguardia, para que las unidades empeñadas en la pelea pudieran moverse y combatir con mayor soltura.
Con la ayuda de la guarnición de Tahuarda que ocupó con arrojo dominante altura al este de Loma Roja donde instaló una ametralladora, quedó asegurado el acceso a este objetivo que fue alcanzado por la Cuarta Bandera de la Legión, después de librar rudo combate con el adversario.
Este mismo día, 28, en el barranco de la aguada del Jel-li trataron de reorganizarse algu¬nos de los huidos con otros que de refresco habían acudido al combate pero descubierto por el Escuadrón de Regulares de Melilla (mandado por el capitán Urrutia y a cuyo frente se puso el comandante del mismo Grupo Félix Repollés Pallarés, maniobrando con gran soltura, dio una brillante carga. La lucha en aquella barrancada fue cruenta
Los jinetes hubieron de desmontar y hacer uso, primero de las armas de fuego y más tarde del arma blanca), éste llevado de su celo, con admirable decisión, cargó sobre los rebeldes que pegados al terreno se hacían fuertes y no querían abandonarlo, entablándose tan violenta lucha que los jinetes de Regulares tuvieron que echar pie a tierra obligados por las muchas bajas sufridas y la imposibilidad de des¬alojar a caballo a los contendientes, y lo hubieran pasado muy mal de no haber acudido en su auxilio una de las Compañías del Tercio que se ha¬llaba en Loma Roja desde donde fue vista la situación apretada del Es¬cuadrón, que atacando a la bayoneta consiguieron dejar el campo libre de enemigos.
Como hemos visto en el párrafo anterior, el Tercio (la Primera Bandera), al mando del comandante Enrique Lucas Mercader, acudió presto a reforzar al escuadrón de Regulares mandado por el capitán Urrutia y que estaba en situación difícil, pues tenía fuera de combate casi la mitad del efectivo sin poder retirar las bajas. El capitán legionario Isidro Quiroga acudió con la 13ª Compañía teniendo que recorrer un espacio de algunos centenares de metros, muy batido por el enemigo, y llegando al cuerpo a cuerpo, fue gravemente herido en el vientre. Al ser herido entregó el mando de la compañía al Teniente García Lasierra.
Estos combates fueron librados en las cercanías del campamento de Tafersit, y fue uno de los más duros que se registraron, hasta ese momento, demostrando el enemigo gran osadía… (Continuará)
Bibliografía en el último capítulo

Loading

José Antonio Cano

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€