Tensionar la cuerda

No se debería ni haber llegado a ese momento de tener que desautorizar si Vox hubiera actuado con algo de responsabilidad en lugar de aprovechar un momento crítico con la supuesta intención de sacar provecho en una sociedad convulsionada y atemorizada por lo que acababa de vivir en Ceuta, y lo que podría haber vivido en Melilla En unos momentos duros como los que hemos vivido en los últimos días, probablemente los de mayor incertidumbre de nuestra historia reciente por el temor a que se reprodujeran en Melilla las escenas a las que hemos asistido en Ceuta, lo que menos necesitamos es que algunos pretendan tensionar la cuerda.
Vox había convocado para ayer por la tarde un acto «en defensa de nuestras fronteras», con la participación de su secretario general, Javier Ortega Smith. Días antes, en Ceuta había sucedido lo mismo con el presidente del partido, Santiago Abascal, que terminó con momentos de tensión y disturbios. Esos incidentes llevaron a la Delegación del Gobierno en Melilla a no autorizar el acto de Vox en la Plaza de España, ni tampoco la contramanifestación de Stop Desahucios.
No se debería ni haber llegado a ese momento de tener que desautorizar si Vox hubiera actuado con algo de responsabilidad en lugar de aprovechar un momento crítico con la supuesta intención de sacar provecho en una sociedad convulsionada y atemorizada por lo que acababa de vivir en Ceuta, y lo que podría haber vivido en Melilla.
“En defensa de nuestras fronteras” era el lema del acto de Vox. Conviene aclarar a este partido que nuestras fronteras las están defendiendo muy bien las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la Policía Local y el Ejército. Todos ellos, profesionales comprometidos con su labor, que están en primera línea y están impidiendo con su buen hacer que haya entradas vulnerando nuestro perímetro fronterizo. De hecho, gracias a la presencia de estos efectivos policiales y militares, la calma ha vuelto a la valla, aunque se mantenga cierta tensión y no se pueda bajar la guardia.
Se podría entender la reivindicación de Vox si el Gobierno no hubiera reaccionado de manera inmediata reforzando la protección y vigilancia de la valla. No ha sido el caso y todos lo hemos podido comprobar. También vino de inmediato el presidente del Gobierno, lo cual, aunque solo fuera un gesto, también es un mensaje de peso para ambos lados de la frontera respecto a la defensa de la españolidad de Melilla.
Otra cosa es criticar por qué se ha llegado a este punto, pero el camino no debe ser avivar el fuego de una olla a presión para que pueda terminar reventando. Apostar por esa vía nos lleva a pensar que lo que Vox quería era obtener algún beneficio de este mal momento, lo que no habla demasiado bien de sus intenciones para con estas dos ciudades españolas en el Norte de África en las que no se puede ir a las bravas sino con mucho tiento en todos los sentidos. La firmeza y contundencia no están reñidas con ello.

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