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Tanga como eximente

Esta columna está basada en hechos reales y no es un crédito con el que empezar una película en la sala de cualquier cine. Cork (Irlanda), una chica de diecisiete años pasea por un camino del sudoeste del país y aparece un hombre de veintisiete que según ella denunció consumó la violación. En el Juicio, la abogada del acusado, Elizabeth O´donnell, planteó al Jurado que deberían tener en cuenta el hecho de que la mujer llevaba un tanga con encaje.
Y la directora de un medio de comunicación de la isla, afirmó que no estaba sorprendida por el enfoque puesto en la ropa interior. “La referencia al tanga y la inferencia de que el Jurado fue invitado a pensar, que debido a que estaba vestida de esa manera estaba pidiendo sexo, no nos sorprende”, dijo. “Acompañamos a la gente a los tribunales y todo el tiempo vemos estereotipos de violación utilizados para desacreditar a denunciantes”.

La cuestión del consentimiento, como en tantos otros casos fue la clave para determinar la autoría. La joven le dijo al hombre: “Me violaste”, mientras que el contestó: “No, solo tuvimos sexo”. Según la acusación: “Ella tiene bastante claro que no dio su consentimiento, que nunca antes había tenido relaciones sexuales”. Encuadrado dentro de los delitos contra la libertad sexual no puede olvidarse, como en este caso hace el acusado, que no es sexo acordado sino que el hombre pese a la oposición de la victima termina violándola y en cuanto a la ropa interior, esa la descubre cuando ya ha iniciado el “iter criminis”.

Pero hay mas, hablando de acción, ésta es ejercicio de actividad final y no solamente causal. El hombre, gracias a su saber causal, pudo prever las consecuencias de su conducta con un plan anterior, orientándolo hacia determinadas metas. Como dice el profesor Welzel, iniciador y representante mas autorizado de la doctrina finalista, “la finalidad es vidente, la causalidad es ciega”. Y añade que la espina dorsal de la acción final es la voluntad. En el caso que nos ocupa hay que añadir el entorno donde se produce el hecho que sin duda coopera para su consumación, esto es ausencia de personas que puedan socorrerla y el hecho que por ser una menor sufre un claro abuso de superioridad.

El llevar un tanga de encaje ha sido usado en contra de la joven porque como ha sido planteado por la defensa tiene que ver la forma en que estaba vestida. Sorprende esta argumentación como si la elección del vestuario fuese la culpable de un hecho delictivo restando libertad, en este caso a la mujer para optar con lo que se compra o no.

Tampoco podemos olvidarnos la realidad de las denuncias falsas con el solo objeto de hacer daño a la otra parte e imputándole algo que no hizo, que no parece que fuese el caso. El hombre de veintisiete años, que había negado haber violado a la mujer en un camino de Cork, fue declarado inocente por el Jurado de ocho hombres y cuatro mujeres del Tribunal Penal Central. Irlanda, como antes ocurriese en España con “la Manada”, se muestra indignada.

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