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¿Soluciones para los problemas de Melilla?

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Por Gonzalo Fernández

En mis anteriores artículos traté de plantear mi punto de vista sobre los problemas que afronta Melilla desde los puntos de vista político y económico.

Como era previsible, se me hizo ver que el planteamiento de los problemas debe ir seguido de un planteamiento de las soluciones. Debemos partir del axioma de que no existen soluciones sencillas para problemas complejos, por tanto, la solución que sugeriremos es forzosamente compleja. Y también es axiomático que obtendremos los mismos resultados si seguimos haciendo lo mismo.

Todo ello nos lleva a la conclusión de que la solución de los problemas requiere de un profundo cambio en el conjunto de directrices y actividades de política general y económica que se están realizando actualmente en Melilla.

Todo cambio requiere, en primer lugar, de una firme voluntad de realizarlo por aquellos que ocupan posiciones de liderazgo, a pesar de las dificultades que obviamente se encontrarán en el camino. Además, el vencer dos instintos gravados en la naturaleza humana: el miedo y el egoísmo. El miedo porque todo cambio implica una inseguridad inherente hasta que éste se lleva a cabo. Y egoísmo porque el cambio va a requerir, de los que están implicados en el mismo, una generosidad para aceptar nuevos procedimientos o nuevas situaciones que no siempre van a convenir a sus intereses.

Para empezar ese proceso de cambio se deben definir los intereses a satisfacer y la situación final deseada, lo que requiere de un consenso lo más amplio posible entre los actores del cambio, las fuerzas políticas de Melilla. Encontramos aquí el primer escollo, casi imposible de pasar a nivel nacional pero posible en un nivel mucho más reducido. En Melilla todos se conocen, con frecuencia por muchos años, y saben que la solución a los problemas de Melilla no va a venir de fuera y que, si no se toman medidas urgentes, políticas y económicas, será demasiado tarde para tomarlas cuando casi con seguridad vean que el lobo está a las puertas del corral.

Es preciso dejar a un lado el partidismo para -con la consigna “salvar a Melilla”- colaborar en la definición de los intereses y situación final a las que me referí anteriormente y persistir en ese camino de cambio positivo con independencia del partido o coalición que ocupe el poder con el asesoramiento técnico que se precise. En este punto y quizás durante todo el proceso, sería conveniente disponer de asesoramiento experto, no partidista, que ayudara a encaminarlo.

Salvado ese obstáculo todo lo demás es relativamente mucho más fácil. Si sabemos dónde estamos y dónde queremos ir, se trata de elaborar un plan para saber cómo recorrer el camino. Si no se consigue salvar ese obstáculo inicial, todo lo demás que se intente para garantizar un futuro lejano y próspero para Melilla serán parches momentáneos que se levantarán en cuanto llegue al poder la oposición, que a su vez pondrá otros parches hasta completar el círculo vicioso, como ahora está ocurriendo.

Todo este cambio político sería mucho más fácil si existiera una mayoría clara con la generosidad política necesaria para contar con los intereses de los demás partidos. Casi me atrevo a sugerir, un “comité permanente de asesoramiento” que provea al partido en el poder con las reclamaciones y sugerencias de todos. Suena utópico, pero creo que para todos resulta obviamente utópico creer que, si no se hacen muy pronto cambios importantes en Melilla y Ceuta, se vaya a llegar a alcanzar ese futuro lejano y próspero al que antes hacía referencia. O empujan todos -la mayoría- en la misma dirección o la meta es inalcanzable.

En cuanto a soluciones económicas, dadas las limitaciones de todo tipo a enfrentar, habría que enfocarse en la creación y/o apoyo decidido y persistente a microempresas con un cierto componente tecnológico que, dentro de las posibles, son de las que se carece en Melilla, lo que a su vez requeriría de una mejora muy sustancial de la infraestructura de internet en la ciudad. Podrían ser empresas dedicadas a la programación de software, al mantenimiento de bases de datos, al juego por internet, a la prestación de servicios de call-center a pequeñas y medianas empresas, al asesoramiento en línea en la multitud de áreas posibles, a la contratación de fletes, al turismo y a muchas otras, solo limitadas por el talento y la intrepidez de los emprendedores.  

Aunque se me pueda acusar de “barrer para casa” creo que un ejemplo claro de que si existe la voluntad existe la posibilidad, es el de la publicación del diario MARCA junto con el MELILLA HOY. Con una infraestructura externa mínima, construyendo sobre lo ya existente, se está prestando un servicio a los ciudadanos que de otra forma pudiera parecer imposible.

Sin olvidar al puerto que, por situación, no puede compararse con el de Gibraltar, pero que utilizando adecuadamente la legislación fiscal y aduanera vigente y con el apoyo y facilitación de las administraciones, también puede ser una importante fuente de riqueza para la ciudad.

De nuevo repetir, tanto para las soluciones políticas como para las económicas sugeridas: si se quiere, se puede. Si además la administración de la ciudad presta su apoyo decidido no solo económico, sino de capacitación, de “know how”, con mayor facilidad.

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Redacción

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