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Sócrates versus Pedrito Sánchez. Yolanda la castigadora de empresas

MELILLA HOY 24 06 2024

La Semana. MH, 24/06/2024

Por: J.B.

 

No es la filosofía uno de mis fuertes y es por ello (para remediar en parte mi ignorancia) que estoy leyendo un muy interesante libro, escrito por el finalista del Premio Planeta de 2016 (Marcos Chicot) titulado “El asesinato de Sócrates” (regalo mío a mi querido padre, con la condición de que me permitiera leerlo primero).

Del antes citado libro, ambientado en la Época Clásica (499 a.C. – 323 a.C.) vienen al caso cosas como:

Que Aristóteles señaló que las dos mayores aportaciones de Sócrates (al que se puede considerar el padre del Racionalismo) a la filosofía fueron el argumento inductivo – por el que se intenta alcanzar una ley o concepto general a partir de casos particulares- y las definiciones universales– Sócrates solía buscar definiciones de términos como belleza, justicia o piedad que recogieran la esencia de cada concepto, más allá de los ejemplos que pudieran enunciarse o de las personas que los definieran.

La ironía socrática servía para demostrar la ignorancia de quienes pretendían ser sabios, y la mayéutica para que quienes se consideraban ignorantes alcanzaran el conocimiento mediante conclusiones propias

Una de las técnicas más utilizadas por Sócrates era la ironía socrática. Con ella, adoptaba una postura de ignorancia e interrogaba a quienes afirmaban poseer conocimientos irrebatibles, encadenando una serie de preguntas y refutaciones que terminaban demostrando la invalidez de las afirmaciones de sus interlocutores.

Otra técnica también usada por Sócrates, complementaria a la anterior, era la mayéutica– el arte de dar a luz-, mediante la cual guiaba a sus discípulos con una serie de preguntas cuyas respuestas conducían a alguna conclusión o conocimiento verdadero.

La ironía socrática servía para demostrar la ignorancia de quienes pretendían ser sabios, y la mayéutica para que quienes se consideraban ignorantes alcanzaran el conocimiento mediante conclusiones propias.

El Oráculo de Delfos le dijo a Querefonte (gran amigo de Sócrates) que no había hombre más sabio que Sócrates. Sócrates, pese a enterarse de las palabras del Oráculo, no se creía un sabio, él se consideraba un filósofo.

Con la ironía socrática solía demostrar la invalidez de las afirmaciones de los “supuestos sabios” (algo que le creaba, lógicamente, enemistades).

¿Qué habría pasado si Sócrates se hubiera topado con “supuestos sabios” como Pedrito Pinocho Sánchez (no puedo llamarle Pedro en una comparación con Sócrates…) o “aplausitos” “La Divina” Yolandita Díaz?

¿Qué habría pasado si Sócrates se hubiera topado con “supuestos sabios” como Pedrito Pinocho Sánchez (no puedo llamarle Pedro en una comparación con Sócrates…) o “aplausitos” “La Divina” Yolandita Díaz?

Les hubiera dejado en ridículo con muy poco esfuerzo con su ironía y nos hubiera demostrado a todos lo “tontos” que son en comparación con la visión (se creen sabios) que tienen de sí mismos.

Seguramente Sócrates hubiera utilizado la mayéutica para que muchos adquiriéramos el conocimiento mediante conclusiones propias y no a través del censor (Pedrito y sus próximas leyes de control de la verdad) y sus “sabios”.

 

La “sabia” Yolanda puede hundir a las empresas por un puñado de votos

El Gobierno ya tiene el borrador de la medida estrella de la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz, que pretende reducir a 37,5 horas la jornada laboral semanal en España

La vicepresidenta se ha mantenido inflexible en su intención de reducir la jornada laboral pese a la oposición de la patronal y las reticencias del Banco de España. El Gobierno cuenta, eso sí, con el apoyo de los sindicatos y de la OCDE, que ve con buenos ojos la medida para ver si así España consigue acabar con otro de sus males endémicos además del paro: su baja productividad.

El próximo 1 de enero de 2025 todos los trabajadores españoles tendrán una jornada semanal de 37,5 horas como máximo. El borrador de real decreto también establece que las 40 horas semanales que ahora rigen por ley se reducirán a 38,5 horas en el momento en el que se apruebe esta norma, algo que al Gobierno le gustaría hacer antes de que termine el verano.

Está muy bien querer ganar votos e intentar mantenerse a toda costa en la vicepresidencia, pero no a costa de la sangre de todos los españoles

¿Cuántas horas trabajan en otros países?

Los países de la Unión Europea no tienen una legislación común sobre la jornada laboral. La normativa general de la UE detalla que la duración media del tiempo de trabajo semanal no debe exceder las 48 horas.

Con la nueva normativa, España se colocará como uno de los países europeos con la jornada laboral semanal más baja entre los de su entorno:

-Alemania y Dinamarca: sin normativa específica. Máximo 48 horas semanales. Reino Unido: 48 horas semanales. Grecia: 48 horas (ampliables con un segundo trabajo). Países Bajos: 45 horas. Polonia: 40 horas. Italia: 40 horas. Suecia: 40 horas.

Sólo Bélgica (38 horas semanales) y Francia (35 horas semanales) estarán cerca de España.

El problema de la medida de Yolandita no es el qué ni el cómo, el problema es el por qué y para qué.

Nuestra ministra, que es un zombi andante en busca de sangre para seguir viviendo, quiere pasar a la posteridad, con la ayuda de los sindicatos (que cada pintan menos), siendo la que hizo que la gente viva mejor y trabaje menos ganado lo mismo.

España tiene un grave problema de productividad y a Yolandita “la sabia” se le encendió una bombilla y pensó que, si se trabajan menos horas, la ratio de trabajo realizado por hora se incrementará. Es decir, como ahora se trabajan muchas horas para producir muy poco, trabajamos (los que lo hacen) menos, producimos lo mismo y aumentamos la productividad.

El problema puede llegar si trabajando menos, también se produce menos y encima se incrementan los costes de las empresas. Yolandita no contempla este escenario, o no le importa (más bien lo segundo). Pero se puede producir un efecto, no deseado, de aumento del paro y cierre de empresas.

Está muy bien querer ganar votos e intentar mantenerse a toda costa en la vicepresidencia, pero no a costa de la sangre de todos los españoles. Todos queremos ganar más y trabajar menos, pero por desgracia no suele ser posible en un país serio y estable y se puede dar el caso (con medidas como las de Yolandita) de que el resultado sea quedarnos sin empresas, sin trabajadores y, como consecuencia, sin que se pueda cumplir el deseo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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