El rincón de Aranda

Sobre ranitas y manzanas

Leyendo declaraciones de algunos políticos nacionales y locales, sobre todo los locales, pertenecientes al partido que nos gobierna desde la Moncloa, observo que todos, sin rubor alguno y cerrando filas, haciéndose los lipendis, practican el “tancredismo”, o algo así como: “asómate tú que a mi me da la risa”, sin comentar ni una palabra del gran desfile que sus conmilitones, ex-ministros y ex-presidentes de comunidades, … …cual soldados disciplinados, circunspectos, vista al frente, cartera en ristre, cual mosquetón al hombro, van entrando con marcha lenta, acompañados del degradante redoble de unas “cajas destempladas”, para comparecer en la Audiencia Nacional. Pero sí que despotrican de los que aún no han gobernado, cosa que debieran esperar hasta que eso ocurra. Como en España somos tan dados a los refranes, pienso que vendría muy bien aquél que dice: “Gallo que no canta, algo tiene en la garganta”. Aunque creo que no existe gallo alguno en su tráquea, más bien es un pacto de silencio en “B”, (de bellaco), como hizo el portador de voluminosa testa, el elegante y encorbatado, antiguo tenedor de los libros peperos, queriéndo decir que, “donde antes dije: Digo, ahora digo: Diego, ¡y qué!, ¿pasa algo?”. Ahí con dos cojones. Y luego, después de la representación de la escena en el Congreso, como un mal actor cabreado por las “impertinentes” preguntas de los representantes del pueblo, se largó mutis por el foro. Pero en este caso, aunque creo que no le faltaron ganas, sin el dedo corazón enhiesto hacia el techo, como hiciera a unos periodistas en un aeropuerto.

Yo creo que estos políticos locales debieran decir, porque bien que lo saben, que no eran unas cuantas simpáticas ranitas, según su lideresa; ni tampoco alguna fruta pomácea en mal estado, que conocemos como manzana podrida, depositada en el cesto que la gaviota (¿o es paíno?), lleva en su feo pico, cual cigüeña lo hace con un hermoso y sonrosado neonato entre blancos pañales.

Mucha gente cree que las ranitas, no eran tales, sino unos asquerosos sapos en un lodazal lleno de mierda, y el cesto donde aparecieron las manzanas podridas, era una gusanera que no había por donde asirlo, que te echaba hacia atrás.

Aunque yo, si ustedes me lo permiten, pienso que en honor a la verdad, en ese cesto aún hay buenas y dulces manzanas “fujis”, “galas” y “reinetas”, que están intentando salir para no contaminarse, con la mierda que sueltan sus compañeras de viaje. Les deseo suerte y les digo que aunque sean “Los Intocables, Poderosos e Impunes”, como dicen Félix Martínez y Jordi Oliveres en su libro del mismo título, algún día caerán como fruta madura, porque podridas, a la vista están, aún colgando de los árboles frutales.

Y ahora una frase que me agradó mucho, que copié de un muro: “ Al miserable y al pobre, todo les cuesta doble”.

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