El rincón de Aranda

Sobre la intransigencia

Yo creo que si en nuestra ciudad, existiera una manifestación sobre el Racismo y la Intolerancia, debiera estar acompañada también con una pancarta bien grande en la que se pudiera leer: “Contra la Intransigencia”; y digo intransigencia porque existe un partido, que unido a los que padecen el síndrome de la capital de Suecia, que al parecer, no tienen en cuenta nuestras Disposiciones Especiales y nuestras costumbres ancestrales de hace siglos; por ejemplo: los fastos del 17 de Septiembre, y los del Levantamiento del Sitio (1774-1775), el 19 de marzo, (San José) ya que sin ella, la verdad es que no estaría completa. Verán: en diciembre de 2015, en la nº 11 de “Cartas desde la Purísima”, convertido yo en un humilde epistológrafo me preguntaba cómo les sentaría a los políticos, descendientes de aquéllos sitiadores rifeños, o amazigh, algunos de la Guardia Negra que trajo Sidi Mohamed con sus tropas, lo que un humilde cabo español, de las Compañías Fijas, del siglo XVIII, escribí al respecto. Se llamaba Alonso Martín Sánchez, nacido en las Alpujarras Granadinas. Y como saben su nombre está rotulado en una calle de Melilla, (lateral de la Comandancia General), gesto muy emotivo que tuvieron las autoridades de la ciudad. La hazaña histórica fue, que el día 8.01.1775, salió voluntario, con doce desterrados, (entonces hasta los presos le echaban cojones y defendían la Ciudad), todos de reconocido valor, dirigiéndose a la Puntilla, donde los moros hacían una contramina para atacar las murallas, cuya tierra la echaban hacia el mar. Unas cuatro toesas, (8 metros), era la distancia que había desde esa contramina al Fuerte del Rosario. Después de abatir a los centinelas, echaron cuatro bombas de nueve pulgadas por los agujeros. Al salir los moros despavoridos de su encerrona, entre los cañones de la ciudad, los de la fragata “Santa Lucía”, que se encontraba cerca, sus disparos, y los de los fuertes de Victoria, Rosario y San Antonio, se cubrieron hasta la llegada a la Plaza. Por ese hecho a los desterrados les perdonaron sus penas de presidio, y al Cabo, Carlos III, lo ascendió a Sargento. Lo que sí deben saber es que ese mismo día, los moros muy mosqueados, por la derrota sufrida, por el golpe de fuerza llevado a cabo por la guarnición, bombardearon con tanta furia la ciudad, que debido a ello, murieron los soldados: José Soline, del Rgto. Nápoles; Matías Torrijo, del Rgto. Princesa; Baltasar Giner, del Bon. Ligeros de Cataluña, y el desterrado de la Maestranza, Francisco Madrigal. Hay que decir que el cabo Alonso Martín, se casó con María López, llegando tener siete hijos. El día 8.07.1805, falleció en Melilla. En esa “Carta” nº11, nuestro amigo Alonso se despedía con un fuerte abrazo, rogándonos que pensáramos en los cien días que el “Emperador de los Moros” los tuvo sitiados, y también en los que cayeron dentro de las murallas. Pero ya ven que a pesar de todas las vicisitudes nuestra ciudad, Melilla, sigue siendo España. Y yo, Juan J. Aranda, decía: Per Sécula Seculórum, ¡Amén!. Y lo decía porque si algunos políticos, en la actualidad, llaman “hecho de armas” a la Conquista, o a los fastos que Melilla celebra en las fechas en que estuvo sitiada por el Emperador marroquí, yo les digo que esa opinión es una solemne falacia; y para todos los melillenses de buena fe, y que sientan el ser español, corriendo por sus venas, deben saber que por una Disposición Especial de fecha 2.09.1775, se asignó una suma de 600 reales de vellón, para que todos los años, se hiciese en la Iglesia de la Purísima Concepción de Melilla, con toda la solemnidad: “Tres Capas (Tres Curas), Tedeum, Sermón, Volteo Doblado de Campanas y Desfile de la Guarnición, una función religiosa a San José, en conmemoración del Levantamiento del Sitio el 19.04.1775”. Y como ya digo: El que lo sienta de verdad, que acuda, y el que no, lo tiene muy fácil: que no vaya.

P/D Y mientras tanto nuestro vecino, como siempre, frotándose las manos. También viene muy bien aquéllo que dijo Romanones a los académicos, al enterarse de que no había obtenido ni un solo voto para acceder a la Real Academia: “¡Joder, qué tropa!”. O si prefieren la de Trillo, con su “¡Manda huevos!”. Yo, para no menospreciar a ninguno de los dos, digo: ¡Manda huevos!, con esta tropa que nos ha tocado, ¡joder!.

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