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Slava Ukraini, en la ofensiva. Quiero que mi hijo nazca como un banco.

Ucrania.
Tras siete meses de lucha en Bakhmut las tropas rusas y en particular el grupo Wagner, compuesto en su mayoría por mercenarios sacados de las cárceles, siguen sin ocupar totalmente la ciudad. Nos podríamos preguntar por qué Ucrania, que ha demostrado hasta ahora una clara ventaja en pensamiento estratégico, sigue empeñada en una batalla de desgaste en la que, si bien tiene clara ventaja en la relación entre bajas de personal y material con respecto a las tropas rusas, está también sufriendo un apreciable desgaste ¿Por qué sigue empeñándose en lo que podría parecer una batalla del tipo de la Primera Guerra Mundial, muy alejada estratégica y tácticamente de otras acciones anteriores de las fuerzas ucranianas?
La respuesta solo la conocen los que están tomando esas decisiones. Pero podríamos aventurar una posible respuesta, que resulta lógica y adecuada al pensamiento ucraniano. No se ganan las guerras, ni los partidos de futbol, jugando siempre a la defensiva. Pero si se ganan las guerras recurriendo a la batalla defensiva en una zona, cuando así conviene, para obtener una mayor ventaja en una ofensiva, estratégica o táctica, en otro lugar o en el futuro. Sería una apuesta muy probable el pronosticar que Ucrania está preparando una importante ofensiva hacia el sur, en los próximos meses, para así cortar el ’puente terrestre’ que une a Rusia con la península de Crimea. Mientras las fuerzas rusas estén empeñadas en Bakhmut, no se están preparando para defenderse de esa posible ofensiva.
Mi hijo nacido como un banco.
Muchos de mis lectores estarán enterados de la quiebra del Banco de Silicon Valley (SVB) y de sus consecuencias en el sistema bancario internacional y en la economía de los países. EL SVB nació para ser el banco de las empresas tecnológicas situadas en esa zona, lo que siempre supone un riesgo dada la volatilidad del valor de algunas, muchas, de esas compañías, que basan su valor en su capacidad de innovar y poner productos en el mercado. Las razones para la quiebra son múltiples, pero podemos destacar la caída de los precios de las tecnológicas, la subida de los tipos de interés, el cambio en la rentabilidad de los bonos y la búsqueda de capitalización del banco por un importe de 2.250 millones de dólares. Y a eso le sumamos el factor humano, el miedo de los inversores, que interpretaron esa búsqueda de capital como una posible debilidad financiera, retirando en masa sus depósitos, cuando ese no era el caso y el banco disponía de la liquidez suficiente para seguir operando, en circunstancias normales.
Y llegamos a la parte más importante, la explicación de por qué quisiera que mi hijo hubiera nacido como un banco. El sistema bancario de los Estados Unidos reaccionó dando 30.000 millones de dólares al banco First Republic, procedentes del fondo de garantía interbancario, para evitar que ese banco pudiera entrar también en bancarrota, caso de que los depositantes acudieran a retirar sus fondos. En Europa, once bancos suizos acudieron al rescate del Credit Suisse, por un importe de 50.000 millones de dólares.
Si mi hijo naciera como cualquier ser humano y, por ejemplo, fuera despedido de su trabajo, donde estaba ganando 3.000 euros -no 50.000 millones- nadie acudirá a reponerle esa cantidad, o a pagar su hipoteca, o el colegio concertado de sus hijos, o el préstamo obtenido para comprar su coche. En el mejor de los casos, durante un corto período de tiempo, le darían una pequeña cantidad que, en ningún caso, serviría para cubrir sus necesidades económicas adquiridas.
Aún peor es el caso en el que mi hijo ¡a quién se le ocurre! decide crear una empresa y ofrecer trabajo a algunos ciudadanos. Para ello no solo habría invertido el capital acumulado hasta ese momento, con su esfuerzo, sino que habría necesitado pedir un préstamo, garantizado con sus propiedades. El gobierno de turno le despreciaría por ser un capitalista explotador, no le ayudaría cuando deba cerrar su empresa por una decisión gubernamental u otras causas no achacables a su mala gestión (como sería el caso de alguno de los bancos), le presionaría fiscalmente hasta el límite y le embargaría sus cuentas por una supuesta deuda fiscal, que debería empezar a pagar inmediatamente, aunque claro le informan de su derecho a recurrir para que, en el lejano futuro, si su caro abogado fiscalista y la intervención divina consiguen que le den la razón, que por otra parte siempre había tenido, pudiera recuperar su dinero con un interés mínimo. Entre tanto, mi hijo habría quedado arruinado, habría tenido que malvender sus propiedades y los ciudadanos contratados habrían pasado a engrosar las filas del paro. Si hubiera sido un banco, el fondo de garantía o el propio estado, con el dinero pagado en impuestos por mi hijo, entre otros, hubiera acudido inmediatamente en su ayuda.
Si mi hijo, llevado por su buena voluntad, o por que no le cabe otro remedio, tuviera deudores por ventas o servicios prestados, incluyendo a las administraciones públicas, tampoco recibiría ayuda alguna para cobrar de sus deudores o para, de algún fondo existente como es el caso de los bancos, permitirle recuperar el dinero que le adeudan, repito, incluso las administraciones públicas.
Como la hipótesis de que mi hijo nazca como un banco no parece factible, al menos por el momento, debemos recurrir a la segunda mejor opción, que nazca como un político. Durante toda su vida tendría una sola obligación, ser fiel a los que estuvieran por encima en la jerarquía del partido. Recuerden la famosa frase de Alfonso Guerra, “el que se mueva no sale en la foto”. Si mi hijo tuviera una adecuada combinación de ambición y duplicidad, aspirando a todo pero pareciendo que no aspira a nada, podría vivir entretanto del partido y, al cabo de unos años, ser parlamentario o ministro, Así se aseguraría una pensión, mucho antes y muy por encima de la que le correspondería si hubiera trabajado durante toda su vida.
Lo que desconozco es si es necesario haber sido cajero de supermercado para aspirar a esos puestos. O si, por el contrario, el haber hecho una carrera profesional o empresarial exitosa, fuera de la política, es causa suficiente para ser sumariamente descartado para los mismos.

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Gonzalo Fernández

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