(Un sentido homenaje a todos nuestros compatriotas que, vistiendo o no el uniforme militar, pelean, día a día, por conseguir una patria mejory en la que todos tengamos nuestro sitio)
Ser soldado es vivir con un sueldo, pero no de él.Esperar que al final de mes se paguen los gastos,pero saber que la recompensa diaria no se mide en euros.
Ser soldado es no sentir hambre cuando tu Capitán no ha comido,pero también lo es ser Capitán y coger el banderín de tu unidad cuando frente al enemigo, las balas frenan el avance, siendo el último en comer si queda comida. Es ponerse un tricornio cuando todos duermeny salir a rescatar al montañero perdido;también, no lo dudemos, eso es ser soldado.
Como lo es sin duda coger a un anciano en brazoscuando sube el cauce de las aguas o el fuego cerca la barriada y ya sólo nos queda la esperanza de que un soldado nos rescate de ese seguro peligro en que nuestra vida se debate. Ser soldado es hacer guardias en cubiertacuando Poseidón gusta de grandes olas, pero también es la soledad del comandante del buque que,en la zozobra, se abre camino hasta el puerto. Ser soldado es agotar poco a poco las energíasen el trabajo diario e intenso durante toda una vida,con la única esperanza de, tras finalizar el servicio en filas,no tener mejor pensión que la mirada de orgullo de los superioreso el saludo espontáneo y cariñoso de compañeros y subordinados.
Ser soldado es ceder el paso a una señora o el asiento a una anciana cuando, en el umbral de una puerta o en el vagón del metro,la educación y la “modernidad” pugnan porencontrar su lugarante la incredulidad de ver como lo formal se torna antiguo o machista. Ser soldado es aprender, estar siempre aprendiendo,con la excusa de no abarcar nunca los retos por llegaro la motivación de que lleguen nuevos, con los que demostrarte cuángrande es el camino que recorrer. El soldado no tiene religión de por sí, pero pelea por todas o por ninguna, por permitir que todos puedan elegir la suya… o ninguna. Eso y mucho más es ser soldado…
Pero cuando tras duras y cruentas campañas,tras combates donde empiezas ya muy enfermo,en los que pierdes parte de tu alma y de tu cuerpo y a los que siguen eternos e inhumanos cautiverios,consigues cual ave fénix retornar a casay tullido, hasta te conviertes en genio,escribiendo en prosa tamaña epopeya, por la meseta castellana y entre molinos de viento,que leyeran de millones cientos y cientos;eso es, además de soldado, soldado español y fiero. Pues si es muy grande ser un buen soldado, más lo es el que “rojigualdo” estandarte juró defender,pues al valor, al trabajo, al honor y al sufrimientoune su hombría de bien, su generosidad en el esfuerzo,el ganarse la admiración del pueblo propio y extranjero,como en Cuba, Filipinas, Rusia y en el mismo infierno.
El jurar defender a todo español, aunque serlo no quiera,y hasta erizársele la piel cuando, cada vez más,en el mundo triunfa alguno de los nuestros,por más que mezclemos cultura y deportecon otros menos nobles sentimientos;eso siente también el soldado y más, uno de los nuestros. Ser soldado español es, pues, luchar en la vidacomo si a ésta le quedara sólo un suspiroy por España trabajar duro, con alegría, con sentimiento, sabiendo que nunca debemos dejar de creer, partido a partido, jornada a jornada, latido a latido.
Ser soldado es desfilar por las calles de Melilla y no poder evitar que una lágrima furtiva, aunque sea por dentro, recorra tu cara, arropado por un entregado pueblo, en recuerdo de nuestros compañeros que, por uno u otro motivo, este año no han podido hacerlo. En un especial y emocionado recuerdo para nuestro hermano de armas, el Sgto. 1º Rafael Daniel Coma, que este año no ha formado entre nosotros, por un accidente cuando regresaba a casa, tras medio año de enorme esfuerzo, pero del que sabemos, quienes le conocemos, está luchando duro para volver a hacerlo.
