Entre los pasados 12 y 14 de mayo tuvo lugar, en la Institución Ferial de Madrid (IFEMA), la IV Edición de la Feria Internacional de Defensa y Seguridad (FEINDEF) 2025, especializada, fundamentalmente, en la exposición y divulgación de las últimas existencias en el mercado de la Defensa. Es decir, armas, vehículos, plataformas e ingenios diversos para la vigilancia, las comunicaciones y la ejecución, en términos generales, de actuaciones ordinariamente asignadas a nuestras Fuerzas Armadas.
Desde que se han plasmado como ineludibles las exigencias, en absoluto novedosas, de nuestros aliados, para asumir un mayor esfuerzo presupuestario en el ámbito de la Defensa por parte de los países con menor porcentaje de inversiones en relación con los respectivos Productos Interiores Brutos (PIB), entre los que, aún hoy, destaca España y ante la renuencia por parte del sector considerado más izquierdista de nuestro Gobierno para asumir dichos incrementos, hemos percibido en el Presidente del Gobierno y sus Ministros socialistas un esfuerzo considerable por unir inseparablemente a la palabra “defensa”, las palabras “seguridad” y en ocasiones también las “tecnologías duales”.
Parece perseguirse una edulcoración de algunos términos como los de “defensa” o “gastos militares” a fin de hacerlos más digeribles para aquellas personas o grupos de personas más opuestos a los mismos. Desde mi punto de vista, es preferible recurrir a la pedagogía que a los eufemismos. Al fin y al cabo, no hay nada que ocultar. Nuestras Fuerzas Armadas y aquellos que se dedican a nuestra defensa no tienen que avergonzarse de nada, ni ver la actividad a la que dedican sus vidas camuflada o percibida con una condescendencia indulgente como si hubiera algo de lo que hacerse perdonar. Defender nuestra seguridad, asumiendo, en ocasiones, por ello, riesgos elevados, es una actividad noble, digna de reconocimiento y de gratitud por parte de la sociedad. Nada que esconder ni de lo que sentirse culpable y menos aún de lo que avergonzarse.
En ocasiones, cuando se divulgan resultados de algunas encuestas en las que se pregunta a los encuestados sobre su disposición para ir a la guerra por defender su país con resultados francamente negativos, parece que se transmite una imagen de los conflictos como si fueran protagonizados por personas que no sienten ninguna razón que justifique el uso de la fuerza porque aquello que se les propone defender se les presenta como algo ajeno que no les afecta ni les pertenece. Si, por el contrario, se les preguntase hasta qué punto están dispuestos a defender a sus allegados o a personas vulnerables de los atropellos protagonizados por otros más fuertes que se sienten en condiciones de abusar de los débiles o de apropiarse de lo que no les pertenece, con toda seguridad la disposición a actuar en defensa de esos vulnerables o del patrimonio propio sería mucho más elevada. Y es que de eso van los conflictos en realidad, de desencuentros en los que uno encuentra motivos para no permanecer impasible ante la injusticia, el maltrato o la violencia promovida perversamente por quien se siente más fuerte.
Al objeto de identificar con rigor las diferencias entre lo que entendemos por seguridad y lo que entendemos por defensa es preciso reconocer que la seguridad justifica a la defensa y no a la inversa. Es decir, la seguridad se encuentra entre las necesidades más acuciantes del ser humano y la defensa es sólo uno de los medios para obtenerla.
En la pirámide de Maslow o de jerarquía de las necesidades humanas, la seguridad ocupa el segundo nivel de exigencia, sólo precedida, como más imprescindible, por las necesidades fisiológicas que son las que precisamos para sobrevivir, tales como respirar, beber agua, comer, dormir, etc.
Para satisfacer esa necesidad tan prioritaria en la pirámide de Maslow como es la Seguridad, se puede actuar de diversas maneras ante las amenazas a las mismas, no necesariamente excluyentes. Puede uno tratar de ocultarse, escapando permanentemente de la amenaza, puede tratar de negociar, ofreciendo contrapartidas, de entidad variable, para tratar de aplacar la furia de las eventuales amenazas, puede uno, directamente, claudicar, aceptando las condiciones impuestas por la amenaza o puede uno optar por defenderse o prepararse para ello en caso de que la amenaza amague con materializarse fehacientemente. Esta preparación, junto con la divulgación de ésta, forma parte de lo que en los países de nuestro entorno se denomina disuasión, orientada a persuadir a las eventuales amenazas del riesgo que asumirían en caso de materializarse. Esto es lo que constituye la función política de la Defensa en los países democráticos.
En el marco de nuestra legislación, en la Ley 36/2015, de Seguridad Nacional, se entiende ésta como “la acción del Estado dirigida a proteger la libertad y el bienestar de sus ciudadanos, a garantizar la defensa de España y sus principios y valores constitucionales, así como a contribuir junto a nuestros socios y aliados a la seguridad internacional en cumplimiento de los compromisos asumidos”.
Por su parte en la Ley Orgánica 5/2005, de la Defensa Nacional se determina que “hoy, además de un derecho básico y una necesidad de las personas y las sociedades, la seguridad es un reto, y lograr que sea efectiva requiere la concurrencia de la Defensa como uno de los medios necesarios para alcanzarla, junto a la defensa de los derechos humanos, la lucha por la erradicación de la pobreza y la cooperación al desarrollo, que también contribuyen a este fin”. Se diferencia, por tanto, el concepto de Seguridad del de Defensa, dando carácter de finalidad a aquél y de “uno de los medios” a éste.
Conviene, en el debate en curso sobre los recursos a destinar a la Defensa, no tratar de diseminar, equívocamente, esos recursos entre múltiples partidas que pueden parecer “indirectamente” vinculadas a la Defensa, porque en los ámbitos de las alianzas internacionales en las que compartimos esfuerzos de defensa del orden internacional, esta diferencia se interpreta con toda claridad y por la buena imagen de España en el exterior es preciso establecer muy claramente las diferencias entre Seguridad y Defensa.