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Ventana abierta

Se abrió la veda, estamos en periodo de caza

Es ininteligible la puesta en escena de los políticos, que en su más descarnada, pasional e inteligente interpretación, ante su nutrido público, (como el pavo cuando hace la rueda alrededor de la hembra), se dedica a decir, resumiendo y en exclusiva, ¡Vamos a echar a estos, y aquellos otros!, y la gente ruge (como el león de la Metro Goldwyn Mayer),…

… y graznan explosivamente ante la sugerencia de su guía, que de vez en cuando, y como si con el no fuera la cosa, deja caer que fue un buen estudiante durante su carrera, apoyándola con unas cuantas matrículas de honor (parece ser que en los tiempos que corren, los que se dedicaban a la docencia, ahora quieren estar metido en la política, lo encontraran más seguro, ya que entre las 250 primeras, no se encuentran ninguna a las que pertenecían ellos), pero a todo esto ni una palabra de la burra que nos quiere vender, ni siquiera, si se trata de este tipo de equinos, tal vez sea un juego de cacerolas, o alguna otra cosa, de la que nunca sabremos de que se trata, ni si es de primera o segunda mano, o de cualquier otra y nos lo va a contar como si no hubiera que pagarlo, con lo que algunos, más de los deseados, se pueden creer que es el objeto de regalo que en toda rifa se le agrega al lote final, claro así salen del mitin más despistados, que como se solía decir, que un pulpo en un garaje, y todo como aquella buena persona de otra época, intelectual, que se pasó el periodo de exposición, diciendo que viene la derechona (frase muy ocurrente, tal como yo la aprecié, aunque posiblemente tendría que haber algo más de trasfondo), y tal cual, al final ganaron, si bien es verdad, que lo que ahora dicen los de este turno es que hay que echarlos, puede que hasta este cambio le salga bien a sus intereses, aunque sigamos sin saber de que se trata y que precio tiene, pero hasta el pastor (sin desmerecimiento de ninguna clase), que esté más apartado de lo que llamamos civilización, en el lejano monte con su rebaño (sin haber ido a la universidad, por lo que no estaría en posesión de ningún título universitario expedido por el Ministerio de Educación y Ciencias), lo primero que haría, cuando alguien le propusiera algún negocio, sería preguntar de que cosa se trata y cuanto le costaría, para saber si puede hacerle frente económicamente, así como si era nuevo, de segunda mano o más, y de si era residual de otra época y doctrina, o era moderno actual, en que le podría beneficiar el tenerlo o si no iba a tener ningún aprovechamiento, en fin lo que se conoce con los pros y los contras. Y no los que al salir del mitin se encuentran confuso de lo que ha ido la perorata del tan digno orador, más que llevarse la voz afónica y las palmas de las manos, enrojecidas de tanto aplaudir, para no quedar fuera del ambiente que se había creado cuando se pronunciaban las palabras de amigos, compañeros o camaradas, según correspondiera, para romper en griteríos y palmadas. Me viene a la memoria, aquella vez que fui al médico aquejado de alguna dolencia, donde el galeno me hizo muchas preguntas, pero sin recibir respuesta a nada, dándome al final varias recetas, para la compra de los medicamentos y una nota en la que constaba la forma de tomarlo y tiempo de aplicación, haciendo gestos con la cabeza me acompañó a la salida y dándome una palmadita en las espaldas, me despidió, y cuando me encontraba en la calle, cuando las neuronas se tranquilizaron caí en la cuenta, de que no me había dicho que era o a que se debía los síntomas que presentaba, con lo cual quedé como cuando entré sin saber que era lo que me pasaba, con lo que, tuve que posponerlo a una visita posterior, donde llevaba grabado el preguntarle que era lo que me pasaba.

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