Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

Religión

San Francisco de Asis: Patrón de Melilla

Hoy, cuatro de octubre, no es un día más en el calendarío de la vida de los melillenses. Hace exáctamente 357 años quienes habitaban entonces esta Plaza decidieron ponerla bajo la protección del Seráfico Padre San Francisco de Asís. Giovanni di Pietro Bernardone nació en Asis (Italia en 1181 o 1182 y falleció en la misma ciudad el 3 de octubre de 1226). A él debemos la fundación de la Orden Franciscana.
La información sobre el comienzo de esta unión del Santo con Melilla la recoge el que fuera cronista oficial de la ciudad, Rafael Fernández de Castro en su obra Resumen histórico del Patronazgo de María Santísima de la Victoria, la misma que aparece unas líneas más abajo en el artículo del P. Leonardo de Villaviciosa.

Durante muchos años el cuatro de octubre tuvo la consideración de fiesta local. Celebrábase una novena previa, igual que a día de hoy se lleva realiza en honor a nuestra Patrona la Virgen de la Victoria. Todo ello era recogido por la prensa local.

Francisco Pérez Álvarez, persona muy vinculada a la iglesia de Melilla y especialmente a la de la Purísima Concepción nos da a conocer la figura de San Francisco a través de un artículo publicado en El Telegrama del Rif de 4 de octubre de 1957: “El Santoral nos trae hoy la figura venerable de un humilde clerígo con aire de pordiosero y con halo de santidad. Se llama Francisco de Asis, fundador de tres Órdenes, elegido por Dios para decorar, extender y purificar su Igelsia. La santidad templo magnígico, cuya ancha base es la humildad y coronando la unión íntima con Dios, alza sus muros el amor.

Tal ha sido la obra de los santos más gloriosos del Cristianismo. Mas como todo gran edificio, cuanto más se ocultan los cimientos en las entrañas de la tierra mayor es la elevación que admite: así sucede en el orden de la perfección cristiana: la humildad será siempre la medida de la santidad. ¡Gran arquitecto es el Espíritu Santo!
Francisco de Asis quiere resuleta y decididamente imitar a Jesús. El debe ser su único y exclusivo modelo. Con El y por El aprendera a ser manso y humilde de corazón, porque sabe que, sólo éstos, verán a Dios. Del mundo nada desea. Riquezas y comodidades, entretenimientos y amigos, son despedidos. Se enamora de una dama que era la pobreza de Cristo y quiso celebrar con ella sus bodas de amor.
¡Santa Pobreza y locura de la Cruz! Infelices que llorais sin pan, sin techo y sin abrigo, Venid que Francisco será vuestro amigo. Desgraciados que gemis en el lecho del dolor, dadle un lugar en vuestro lado. El besará vuestras heridas y entre sus brazos amorosos exhalareís vuestro definitivo suspiro. Y Francisco, hasta su propio alimento lo da al que tiene hambre y cubre la desnudez con sus vestidos y llegado es el día en que agotó hasta la postrer moneda para enjugar las lágrimas amargas de los pobres para ser pobre como ellos.

Pedro Bernardone pierde los estribos y comienza a maltratarlo; piensa que aquella pobreza de su hijo, rebaja y deja maltrecha la opulencia de su casa y el prestigio de su apellido. Y con tal motivo le presenta en el palacio episcopal, querellándose de Francisco y pidiendo sus dineros.

El mozo escucha humilde la demanda de su padre, firma la renuncia total de la herencia patrimonial y despojándose de sus vestiduras, las entrega a su progenitor diciendo “Hasta el vestido que me disteis, os devuelvo padre mio. Ahora podré decir con verdad, Padre nuestro que estás en los cielos, Tú que me cuidas las avecillas, matarás mi hambre y Tú que vestiste de lino los campos, cubrirás mi desnudez”.

Sin hogar y sin fortuna, envuelto en un rasgado manto, ceñida con una cuerda su cintura, se presenta en las calles de Asis y la primera limosna que el mundo le alargó, fueron puñados de lodo, carcajadas de burlas y una lluvia de injurias y sarcasmos. Así llegó Francisco al último término de la humildad que no solo aborrece los bienes de la tierra sino que engendra el desprecio de si mismo, naciendo el amor.

El amor será la característica de Francisco, el amor revela el valor de un hombre y el modo de amar le caracteriza. Este fue el secreto que dio a la palabra y acción del seráfico Patriarca, toda la grandeza de su poder. Poeta y hombre de acción, obtuvo de Dios este instrumento conquistador de bellezas y del mundo.

Estaba llamado por el Señor para desempeñar en la Iglesia la alta misión que cupo a Moisés en Egipto, a Jonás en Nínive y a Elías en los reinados de Amab y Jezabel. Habíale dicho el Altísimo “Francisco, marcha y repara mi casa que se desploma”. Primeramente pensó que se trataba del templo material y se dedicó a reconstruir iglesias derruidas, más luego llegó a entender que se trataba simbólicamente del templo espiritual de las almas.

Es un predicador de la penitencia, de la paz, de la sencillez y pobreza de Cristo. Predicador infatigable, no negaba ni aborrecía la vida, sino que la amaba en toda su pureza, en su aurea bondad, en su dulzura secreta y profunda, en su plenitud divina. No poseía un espíritu crítico y negativo como otros falsos reformadores sino que se presentaba como el nuncio del amor de Cristo y de una vida de bienaventuranza.

Sin censurar a nadie, sin levantarse contra nadie. No atacaba las riquezas, pero amaba con frenesí y elogiaba la pobreza. Era un moralizador inexorable que encaminaba siempre sus discursos a la reforma moral, teniendo un lenguaje popular y pintoresco, inspirado en la observación de la naturaleza y de la vida.

Es difícil pintar el jubiloso entusiasmo que el hijo del mercader de Asis despertaba en los pueblos. Los hombres y las mujeres- dice Tomás de Celano- corrían para oirle. Los religiosos de los monasterios, los hombres más versados en el cultivo de las letras quedaban admirados.

Así era Francisco de Asís, nuestro santo Padre y fundador. Así era el humilde clérigo uno de los puntales de la Iglesia. Así era el desmesurado loco de las gentes. Así el sol que Dios puso en las montañas de Umbría para comunicar a la tierra, luz y calor, según la frase feliz de Dante.”
Ocho años antes el P. Leonardo de Villaviciosa, Capuchino, escribía en el mismo diario local con motivo del 286 aniversario del patronazgo de San Francisco: “Nadie ignora la simpatía grande que desde los primeros años de su conversión tuvo el Pobrecillo de Asis hacia todas las tierras africanas. La conversión de África fue el ensueño sublime del aquel Santo, Caballero y Poeta que llamaba hermanas a todas las criaturas. Que quería con ansia y un abrazo estrecharlas a todas en el Corazón de Cristo.

Pero este amor no fue sólo del Corazón del Santo fue también patrimonio de su Orden. Por esto, mientras Francisco acampaba con los ejércitos cristianos ante la ciudad de Damieta, y era recibido con cariño por el mismo Sultán que llegó a comprender el amor grande y desinteresado de su gran corazón, cinco de sus hijos paladines de la fe de Cristo morían gloriosamente en tierras marroquíes.

Francisco cuando supo la noticia, se hincó de rodillas y levantando sus brazos al cielo, llenos sus ojos de divina claridad, exclamó lleno de gozo: “Ahora si que puedo decir verdaderamente que tengo cinco hermanos”. Esto fueron las primicias de la Orden franciscana: cinco rosas inmortales y de gloria del amor del Pobrecillo hacia Marruecos.

Este es el motivo por el cual tanto San Francisco como su Orden se sintieran siempre ligados con vínculo de amor hacia esta costa africana. Sus hijos no olvidaron nunca esto. Y por ello no debe extrañarnos que al venir los capuchinos a esta ciudad de Melilla, tratarn de unirla con vínculos especiales al Santo de la Umbría. Este vínculo especial e irrompible fue el del Patronazgo de San Francisco sobre la ciudad de Melilla.

Cómo tuvo lugar este acontecimiento nos lo dice don Rafael Fernández de Castro y Pedrera en las “Publicaciones del Instituto General Franco., para la Investigación Hispano-Árabe- Sección tercera, número 5”. Copiamos al pie de la letra: “Siendo Vicario General de Melilla y Comisario del Santo Ofiico el Padre Fray Basilio de Antequera fue nombrado Patrono de Melilla el Seráfico de Asis”.

En el libro segundo de Colecturia de la santa iglesia parroquial de Melilla, folio 109 aparece la siguiente consignación, hecha de letra y signo del Notario eclesiástico don Mateo González de Valdemiel: “Boto a Nuestro Seráfico P. de San Francisco”.
“En la Ciudad y fuerzas de Melilla en quatro días del mes de Octubre de mil seiscientos y sesenta y tres, estando en la Santa Iglesia de esta dha Ciudad a la hora que se celebra la Missa Maior, juntos en forma de Cabildo, el Mui Revdo P Fr. Basilio de Antequera, Religioso Capuchino, Vicario General y Comisario del Santo Oficio, el Señor Maestre de Campo Don Luis de Velázquez y Angulo, Alcaide y Gobernador de esta Plaza, y los señores Capitanes, Veedor y Pagador, y los demás Oficiales y soldados de esta Plaza, el Mui Revdo P Vicario y Señores Alcaides, Capitanes, Veedor y Pagador, en nombre de todos, Botaron y prometieron con el juramento acostumbrado, de tener y de conocer por especial y principal Patrón de esta Ciudad, a Nto Seráfico Padre San Francisco, y como a tal hacer y guardar su fiesta con toda solemnidad para siempre jamás, todo lo cual así lo Botaron en Melilla, dho dia ut supra, y de esto doi fe.- Fr. Basilio de Antequera, rubricado.- Ante mi: Matheo Gonzalez de Valdemiel.- signado y rubricado.”
No creemos necesario insistir en el cariño con que el Seráfico Patriarca acogió este Patronato de la tierra de sus sueños misioneros y menos en el amor fervoroso con que Melilla celebró sus fiestas.

Nos bastaría copiar el siguiente testimonio del señor Fernández de Castro: “El Padre Basilio de Antequera y sus sucesores de la Orden en el Vicariato concedieron comoe s natural y acaso procedente todo su calor y valimiento a partir de de 1669 en honor a San Francisco, el 4 de octubre de cada ño, interesando y logrando a fuerza de resonancias y esplendores, fuese considerada aquélla como la fiesta mayor de Melilla”.

Al margen de la consideracione de festividad local o no, los patronazgos deben mantenerse y como tales deben recordarse,conmemorarse y perpetuarse en el tiempo. Esta es una labor que nos corresponde a nosotros, a los ciudadanos de a pie.
¡Feliz Día de San Francisco! ¡Viva el Patrón de Melilla!

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€