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Rosario Álamo y Eva Santana: la historia de una imagen que emociona

Entre las diferentes anécdotas que ha dejado “La Africana”, celebrada el pasado sábado en nuestra Ciudad, se encuentra la vivida por dos mujeres, corredoras habituales de esta gran carrera; donde se demuestra que la meta, para muchos, no es sólo el llegar entre los primeros, sino la de participar y, en el caso que nos ocupa, la de solidarizarse con quien necesita de tu ayuda; una de las bases principales del verdadero espíritu deportivo.

Eva Santana y Rosario Álamo (Charo), amigas y grandes aficionadas a “La Africana”, en la que llevan participando 8 años; se apuntaron para realizar la prueba de los 50 km.

Con un ritmo bueno (28km en tres horas), dentro de lo que se había marcado Eva, la corredora notó cómo empezó a apretar el sol sobre las tres de la tarde, sintiéndose mal a eso de las 4, acalorada y con vómitos, posiblemente a causa del esfuerzo y de ese cambio brusco de temperatura.

Ya en la carretera de Circunvalación, en la cuesta de pista de carros que sube a Rostrogordo, le fallaron las fuerzas y sin pensarlo, Charo, que además lleva 4 años participando en las “Cuatro Legionarias” (Ceuta, Ronda, Melilla y la desértica de Almería), con pódium en casi todas las ediciones donde ha participado, y teniendo una media aproximada de 5 horas en los 50 km;  la empujó por detrás para que dejara de andar y subiera corriendo y la ayudó a superarla. Apoyándola tanto mentalmente, como físicamente.

“¡Venga, que tienes que tirar, no puedes decaer!”, la animaba.

“Tras estar tres meses con una bronquitis, este año no estaba bien preparada, entonces, Charo, que es mucho más rápida que yo, decidió hacerla a mi ritmo para acompañarme. Empezamos juntas y terminamos juntas. Y ahí estaba, ayudándome en cada momento para que no aflojara el ritmo y terminara la cuesta”, nos cuenta Eva.

Al respecto, la corredora ha alabado la organización de este año, agradeciendo que los puestos de avituallamiento fuesen se hayan dispuesto de forma más seguida y con la bebida fresca; muy diferente a la organización que recuerda del 2022.

“La prueba este año ha estado muy exigente, mejor que otros años. Cuando subimos la cuesta, agradecí meter la cabeza en la cuba de agua que tenían dispuesta los legionarios para todos los corredores que pasaban por allí, aunque si por mi fuese, me hubiese metido entera”, bromea Santana, quien ha manifestado sentirse muy emocionada de poder haber acabo la carrera en el tiempo que se había marcado después tres meses sin entrenar.

“Pensé que me iba a salir peor, y cuando terminé se me saltaron las lágrimas, porque me propuse una meta de aproximadamente ocho horas y llegamos a las ocho horas y seis minutos, a pesar de que fui vomitando desde el kilómetro 28 o 29. El tener a una compañera al lado que iba y venía para ver cómo estaba, me ayudó mucho a terminarla y si, llegué a la meta con lágrimas de alegría en los ojos”.

“Quiero agradecer a Charo que siempre esté a mi vera, que nunca me deje caer y que sigamos sumando muchos kilómetros más juntas, porque es un placer correr con ella”, ha expresado Eva Santana.

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Rosa Mª Martínez

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