“Debemos evitar crear un alarmismo que no beneficia nadie, salvo claro que se hagan con otros intereses que no sean estrictamente los sanitarios” No hay otro tema que acapare más portadas en estos momentos en la prensa nacional que la crisis del Ébola y sus consecuencias tras registrase el primer caso de infección en España y Europa después de que se conociera que la auxiliar de enfermería Teresa Romero contrajera esta casi letal enfermedad en el Hospital Carlos III de Madrid, al contactar con uno de los religiosos españoles que fueron evacuados de África para intentar ser curados en España, sin éxito alguno. Y Melilla no podía escapar de esta actualidad, especialmente por su condición de ciudad española situada en el Norte de África, fronteriza con Marruecos y receptora de cientos de inmigrantes irregulares a lo largo del año mediante el salto a la valla, en patera o en dobles fondos de vehículos.
Los sindicatos de sanidad de Melilla, tanto de médicos como de enfermeros, han puesto en duda la idoneidad del Hospital Comarcal para poder atender a algún enfermo de Ébola y por ello, además de concentrarse mañana miércoles a las puertas del centro sanitario, han hecho una serie de reivindicaciones. Las más llamativas son las de exigir la creación de un hospital de campaña, asignarse económicamente los recursos suficientes para que el caso sospechoso esté atendido por profesionales especializados, convenientemente formados y que puedan dedicarse en exclusiva a la atención del mismo; evitar que las ambulancias de 061 transporten a pacientes con sospechas de tener esta enfermedad y un control más estricto de la frontera con Marruecos, entre otras medidas preventivas. Pero ayer llegó más lejos y cuestionó si el pasado 9 de octubre se activó el protocolo de Ébola en el CETI por un inmigrante, algo que ha negado tajantemente el Ingesa.
Sea como fuera -no sabemos quién puede tener razón en esta polémica, todos somos conscientes de que estamos ante un caso de salud pública que preocupa mucho a los melillenses y por ello es muy necesario, más que nunca, la mayor responsabilidad a la hora de transmitir los mensajes y evitar así crear un alarmismo que no beneficia nadie, salvo claro que se hagan con otros intereses que no sean estrictamente los sanitarios.