Las nobles y esforzadas gentes de cada país son expresión de culturas hechas de siglos de convivencia. La Educación debe saber transmitir, enriquecer y consolidar ese tesoro cara al futuro. Esperemos que esta hora de la globalización en lo mundial, cargada de problemas, disparidades y dificultades, sea punto de partida hacia un mundo mejor que logre alcanzar el indispensable …
…desarrollo sostenible, humano y social, fundamentalmente gracias a una Educación de calidad al alcance de todos en un próximo futuro.
Las características principales que conforman el mundo actual son el cambio generalizado y acelerado en todos los sectores de la actividad humana; la escala global de un cada día mayor número de fenómenos sociales, económicos, medioambientales y tecnológicos, así como la complejidad de estos fenómenos como consecuencia de la interacción de los mismos entre sí; la actual valoración positiva de la incertidumbre sobre el devenir de los acontecimientos a causa de la creatividad innovadora que ello engendra frente a una visión determinista; y la emergencia por doquier de la sociedad civil, ávida de libertad, democracia y bienestar, apoyado por la extensión universal de los bienes de la Educación e informada rápida y crecientemente gracias a los medios de comunicación social o de masas.
La situación actual es, sin embargo, inquietante en un mundo en pleno cambio: El mundo se divide en una treintena de países desarrollados que abarcan el 15% de la población y el 77% de las exportaciones mundiales, frente a los casi 160 países en vías de desarrollo, los cuales, con un 77% de la población total, contribuyen con el 18% de las exportaciones del conjunto. La disparidad entre los países más ricos y los restantes es, por lo tanto, simplemente abrumadora.
Por todo ello, la solución de los grandes problemas del mundo exige una visión global, tanto más que cada día surgen nuevos problemas que a todos afectan por encima de las fronteras geopolíticas por mucho que quieran aislarse los países. En este proceso de globalización planetaria, el corolario evidente es una interdependencia cada vez mayor entre todos los países y la necesidad de intercambios y relaciones reciprocas solidarias.
No obstante, subsisten e incluso se agudizan los desequilibrios, las desigualdades, las tensiones y los antagonismos, junto con una utilización muchas veces abusiva e irresponsable de los bienes de la ciencia y de la tecnología en manos de los intereses económicos o de poder, lo cual constituye incluso una amenaza para la paz del mundo y tal vez un peligro para la supervivencia de la especie humana. En otros casos las desigualdades revisten una dimensión dramática. En efecto, se cuentan por millones las personas que viven en la miseria, desnutridos, privados de cuidados médicos, sin acceso al agua potable. Los miles de millones de analfabetos, de niños sin escolarizar y de adultos marginados de la vida activa son datos elocuentes del abismal desamparo de muchos frente a la opulencia de los menos numerosos. En consecuencia, la humanidad parece abocada a una exigencia fundamental: Hacer prevalecer los valores del espíritu y de la razón para poner la cultura, el saber, el progreso científico y técnico al servicio de la dignidad de la persona y del conjunto de los pueblos del mundo, conciliando la especificidad de cada uno y la interdependencia de todos. Este es apenas parte del panorama que afecta a la Humanidad toda, dando lugar a una inmensa complejidad. Por consiguiente, en la médula de la mayoría de estos y otros problemas está latente el tema de la gobernabilidad de un mundo repleto de egoísmos, amparados en culturas diferentes y encerrados en fronteras cada día más frágiles, por lo que se impone cuanto antes un serio diálogo de las culturas que haga el mejor uso del creciente conocimiento humano y de las nuevas tecnologías al servicio de un mundo en el que florezca y se consolide la cooperación frente a la confrontación.
