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La columna de Salido

Recordando Melilla y sus bares años 50 y 60

Son muchos los recuerdos que se agolpan en mi mente. Lo he comentado muchas veces con mi familia y amigos, los más recientes los olvido con mayor facilidad, pero aquellos de mis años vividos en mi muy querida Melilla no se me olvidan jamás, como tampoco se me olvida mi barrio y alrededores, el centro, otros barrios, los pinares y esa gran costa que teníamos …

…entonces (Los Cortaos, Agarraero y las tres playitas o “bajada del caracol”) era lo más cercano a mi Monte María Cristina. Toda la familia al completo durante aquellos benditos y hermosos años, cuando con una peseta o un duro en el bolsillo éramos tremendamente felices, una convivencia vecinal ejemplar, en mi calle, la F del Monte María Cristina (ahora Río Segura) todos éramos como una gran familia. No tenía acceso para vehículos ni por arriba, una escalera lo impedía, ni por abajo, solo un paso estrecho entre el muro del barranco de solo metro y medio de ancho. Ahora dispongo de fotos con un cambio significativo, cosa normal en el transcurrir del tiempo, como esa costa, que ya ni parecida.

Según voy leyendo en Melilla Hoy, por lo que me cuenta la familia y amigos y la lógica cambiante, han ido desapareciendo desde que yo la abandoné muchos comercios muy antiguos, como el último bazar indio de la avenida, como leí hace muy poco y qué decir de aquellos bares y cafeterías tan tradicionales, Farid ha escrito bastante sobre el particular, algún otro colaborador veterano también y yo mismo. Sin ir más lejos, recuerdo como si fuese hoy, aquel Bar Solís frente al Cine Nacional; antes de entrar a ver algún estreno cuando a Jhon Wayne, Burt Lancaster, Kird Douglas, Gary Cuper, etc., los pronunciábamos así como estaba escrito, con nuestro inglés “macarrónico” con sus “vocales U, A o E”, como yo hoy mismo a Trump lo menciono Trump y no Tramp, ¿Por qué “coño” no le ponen estos ingleses/norteamericanos la “A” directamente?. A lo que iba, en el Solís mi novia y yo nos hacíamos medio bocadillito de atún con tomate y vinito blanco Azpelicueta con sabor dulzón, entraba de maravilla, también nos ponían unas aceitunas u otra tapa correspondiente, total que con 10 pesetas, merienda y cine, más o menos. Aún nos sobraba algo para antes de regresar a casa y dar un paseo Avenida abajo y arriba, hacernos una cañita o riojita en el Alhambra o Savoy con tapa de corvina a la plancha o unas almejitas, o variando, un poco más arriba también en calle Castelar, en el Bar Andalucía con una sabrosa tapa de un adobo superior, si era domingo, de paso cogía una de aquellas hojas informativas con el resultado de los partidos y la quiniela, donde no faltaba crónica y resultado de nuestro Melilla C.F. o U.D.

Siguiendo con bares, seguramente muchos de ellos más que desaparecidos, recuerdo también, que si íbamos al Real Cinema, allí mismo, al volver la esquina teníamos el Bar Cinema con el mismo nombre, era pequeño, una pizarra donde escribían todas las tapas y a cuál mejor condimentada, la que yo prefería era de una carne a trocitos, guisada con especia moruna, una especie de hueco taquillita daba acceso a la cocina por donde continuamente salían las tapas. Nada más asomar por la puerta ya estaba atento el camero, ¿Qué van a tomar los señores?, con la contestación, mientras ponían la bebida se le oía decir…¡Marchando cocina, dos de carne a la moruna!
Melilla era y creo que sigue siendo ejemplar en ese sentido, por supuesto que el precio habrá subido y con la llegada del euro más, pero seguirá compensando con lo que es pagar una ración entera en otros lugares, como en Castellón por ejemplo. Qué decir de aquel Caracol Antiguo tan apreciado por nuestra tropa de antaño, era su especialidad “la caña y aquellas tacitas blancas repletas de caracoles blancos también con su caldito/salsa bien picante”. Otros de nuestro habituales era la Espuela, al principio de Castelar o Cañada, ahí nuestras visitas eran más casi al medio día, un buen tinto con una cazuelita tapa de paella o arroz como le decíamos, y también unos calamares en su tinta de “remanguillé”. Si tenías ganas de sardinas, cuatro pasos más arriba haciendo compañía a la tropa en sus paseos y visitas culinarias, teníamos aquella Bodega Madrid, algo rudimentaria o rústica en su decorado, con una gran barra y varios toneles con buen tintorro, entraban las sardinas de “rechupete” te ibas con olor a ellas en la ropa, pero ¿Quién pensaba en eso?
Si se trataba de visitar otros barrios, allá por el Industrial donde vivía uno de mis hermanos (Carlos V, 24), curiosamente leí hace poco y creo que fue a Farid también, allí vivió Paquito Moya uno de los jugadores con más historia futbolística de Melilla. Aún recuerdo, porque además lo vi en vivo y en directo aquella jugada que se inventó en la esquina del córner de sol, parte de la entrada al estadio, cuando elevó el balón desde atrás por encima de su cabeza y la del defensa, nos dejó a todos y al lateral “con la boca abierta”, además con una precisión que ya quisieran “Neymar, Messi o Ronaldo”, aunque es más cosa del brasileño. Allí, el famoso Bar Aragón, el cual aún deleita a sus clientes según leo y me cuentan con sus espléndidas tapas y comidas. Sendas banderas y escudos de Barça y Madrid nos acompañaban entre vinitos y tapas, comentarios futbolísticos sobre ellos y siempre con la amabilidad y buen hacer de esa familia, si norecuerdo mal, creo que cada hijo era de un equipo. Hace poco tiempo vi una foto en el Diario Decano donde figuraba uno de sus hijos, creo que el mayor y puede que de nombre como su padre, Juan, aunque más conocido por “Juanele” y calle dedicada y merecida en su honor. Me dice mi cuñada que al mayor le llamaban “Chiqui” y su hermano de nombre “Manolo”. Según lo vi en dicha foto, era el vivo retrato de su padre tal como lo recuerdo de verlo tras la barra en aquellos años 50 y 60, más esa última década. A mí me encantaban aquellas patatas bravas que eran cocidas, con su pimentón picante y encima una buena anchoa natural, sus tapas de pescado también deliciosas. Desde luego, mi visita al Bar Aragón está garantizada cuando asome de nuevo por mi bien querida Melilla, tanto por ser uno de los bares/restaurantes que aún permanecen, como por su calidad.

Como no quiero cansar ni ser pesado aquí dejo este pequeño homenaje a la existencia de aquellos bares mencionados y otros muchos que dejo en el tintero, pero todos extraordinarios. Era nuestra diversión, cine y bares, pero no por beber, al que le gusta “la priva” lo hace donde le da la gana, la mayoría de nosotros lo hacíamos por degustar esas sabrosas tapas melillenses. Los baños en verano, los guateques y discotecas en todo tiempo, en aquellas fechas ya muy pasadas no se marchaba tanto el personal como ahora bien a Marruecos como a la Península o islas. Como decía al principio con un duro, dos o cinco los más afortunados éramos muy felices.

Salud paisanos, y a seguir disfrutando mientras se pueda en ese trozo que es España también en el norte de África.

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