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Recordando los Regulares de González-Tablas V

… Los oficiales españoles lo saben y, sin embargo, acuden a los exámenes de la Academia de Árabe porque aquel examen puede aportar a su baremo de méritos unos preciadísimos puntos.
Este día 8 de octubre los examinandos miran con curiosidad a un comandante, ya talludito. Para los veinte o veinticinco años del tropel de tenientes que esperan pasar la prueba, los… ¡treinta y nueve! de aquel comandante de Regulares son… ¡muchos años¡


-¿Quién es? – No le conoces? Cómo se ve que estás recién llegado. Aquí todos le conocen. Es González-Tablas.
-¿Es ese ése González-Tablas? No le había visto nunca, pero he oído hablar muchísimo de él. Dicen que es imponente.


-Valiente como el que más y sereno como nadie. Ya puede verse metido en la situación más comprometida, que siempre será capaz de medir con acierto el pro y el contra de las cosas, valorarlas en su justa medida y tomar la decisión más conveniente. Y esa decisión la lleva a efecto sin el menor titubeo.
-¡Con las ganas que tenia de conocer a González Tablas..!
La voz de un ordenanza, en funciones de bedel, corta los comentarios. El examen va a empezar.


Es fama, desde hace mucho tiempo, que el alcanza “posee completo” en un idioma no resulta fácil en el Ejército. Ha de ser, de verdad, profundo y completo el conocimiento de esa lengua para que la hoja de servicios certifique oficialmente el “posee”.


A los exámenes de árabe acudían oficiales que, tras unos años en Marruecos curioseando en el árabe vulgar, chapurreando algunas palabras y gesticulando las que no conocían, consideraban que tenían conocimientos bastantes para hacerse entender por las tropas indígenas a su mando.-otros más meticulosos alternaban el trato de los marroquíes con algún estudio hecho sin orden ni norma pedagógica. Muy pocos eran los que llegaban al examen tras un trabajo consciente, bien orientado y escrupulosamente contrastado en textos apropiados.


Por eso, aquel día 8 de octubre de 1918 el tribunal de exámenes se sorprendió. Ante ellos estaba un comandante de Regulares. Se consultaron entre ellos- en voz baja; hicieron visibles muestras de aceptación y el criterio fue unánime y la calificación la más alta: ¡Sobresaliente! Los profesores conocían a González-Tablas; al rumor que en Melilla, Tetuán y Ceuta hablaba de los hechos de armas del comandante, habían añadido el dato fidedigno del informe oficial.


Sólo hacía tres años que estaba mandando un Tabor de Regulares de Ceuta, pero su presencia en Marruecos era muy anterior. En agosto del año 1909 había llegado a Melilla perteneciendo al batallón de Cazadores de Madrid: después, los cazadores de Arapiles supieron del valor del capitán González-Tablas.
Veían los catedráticos al alumno comandante que respondía con acierto y seguridad a todas las preguntas y no podían por menos de evocar nombres que hablaban de otros tantos hechos de armas: Alcazaba de Zeluán, Beni-bu-Ifrur, Nador, Laucién, las lomas de Arapiles…


González-Tablas amó intensamente e1 pueblo al que iba a llevar los bienes de la civilización, y porque lo amó, se adentró en su alma y se compenetró con sus costumbres. Cuando González-Tablas oía a uno de sus áscaris una palabra que no conocía, no se limitaba a repetirla y saber su significado; la estudiaba, la despojaba de los adornos vulgares e indagaba la pureza de su origen y su etimología.


A González-Tablas no le gustaban las cosas a medias. Iba hasta su entraña misma y llevaba las resoluciones hasta sus últimas consecuencias. Aquel talludito comandante de Regulares fue respetuosamente saludado y felicitado por sus jóvenes compañeros de exámenes.
-¡Ha estado usted extraordinario, mi comandante!


-Daba la sensación de que era usted quien examinaba a los protos.
-Mi comandante. Me gustaría estar a sus órdenes. ¿Podría reclamarme para su Tabor? Soy el teniente…
González-Tablas les sonreía afectuoso, estrechaba las manos que se le tendían y cuando, al fin, pudo separarse unos pasos del grupo de jóvenes, se cuadró y saludó. Los tenientes se cuadraron también y un sólo taconazo resonó en el pasillo.
-¡A sus órdenes, mi comandante!

Santiago González-Tablas y García Herreros
“El Memorial de Infantería resume así su personalidad: hijo del teniente general del mismo apellido.
Nació González Tablas en Pamplona el 9 de febrero de 1879, siendo sus padres don Ramón González Tablas y doña Javiera García Herreros y Escartín.


Ingresó en la Academia toledana en la 2ªpromoción de la especial de Infantería, filiándose como alumno el 31 de agosto de 1894. Apenas ascendió a oficial en 21 de febrero de 1896 marchó a cuba y allí operó en diversas zonas y regiones de la Isla, tomando activa parte en numerosas acciones, entre otras se, en la famosa batalla de Lomas del Rubí, dirigida por el general Weyler y que valió a este afamado caudillo el ducado que ostenta con orgullo.


Pertenecía González Tablas al Batallón Expedicionario de América. Obtuvo en aquella memorable campaña, como premio a su distinción, una Cruz Roja sencilla y otra pensionada. En 21 de febrero de 1898 fue promovido a primer teniente por antigüedad. Desde septiembre de 1897 hasta mayo de 1900 cursó, con aprovechamiento, estudios en la Escuela Superior de Guerra.


Ascendió a capitán en 20 de noviembre de 1904 y, perteneciendo al Regimiento de Sicilia, obtuvo al siguiente el título de campeón de florete en un concurso oficial, siendo recompensado con mención honorífica.
Asistió en 1908 al Curso de Capitanes de la 3ª Sección de la Escuela Central de Tiro y la Memoria que con tal motivo presentó fue bien conceptuada.


En 1909 marchó voluntariamente a Melilla, asistiendo Con el Batallón de Cazadores de Madrid a la toma de la Alcazaba de Zeluán y a la acción de Beni Bu-Ifrur, figurando en el parte de este último como distinguido y siendo recompensado con una Cruz Roja sencilla, que por su solicitud de mejora se transformó en pensionada, consiguiendo otra de éstas por su labor de protección de convoyes.
Tras un breve paréntesis en la Península, el 7 de enero de 1912 volvió a Melilla y de Ayudante del Batallón de Cazadores de Tarifa, asistió a numerosos hechos de armas, distinguiéndose en todos y alcanzando por el de la ocupación de los Tumiats la Cruz de María Cristina.
El 14 de junio de 1913 es destinado al batallón de Arapiles, al que se incorpora en Laucién y toma parte activa en los combates de puente Busceja y loma de Arapiles.


E1 24 de junio de 1913 ascendió a comandante por méritos de guerra.
El año 18 marchó a Tetuán y tomó parte en las rudas operaciones de aquella zona, figurando en el Batallón de Arapiles, y tal fue su valor sereno que, como legítima recompensa, fue ascendido a comandante.
Marcha a Madrid para desempeñar el cargo de ayudante de órdenes de su padre, a la sazón consejero del Consejo Supremo de Guerra y Marina. El 6 de marzo de 1914 cesa en este cargo, nombrándosele ayudante del Subsecretario del Ministerio de la Guerra, cargo que ocupa hasta que por propia solicitud es destinado al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta número 3, incorporándose a Ceuta el 23 de junio de 1915.


Sigue las vicisitudes de la unidad a que pertenece y es citado como distinguido por su intervención en las operaciones que tuvieron lugar los días 27 de mayo y 29 de junio del año 1916.


En los exámenes de tercer curso superior de la Academia de Arabe de Ceuta obtiene la calificación de sobresaliente, concediéndosele el diploma de posesión completa del árabe.
Desde 1918 figuraba en los Regulares de Ceuta, que el año anterior había cambiado su acuartelamiento en Ceuta pasando del Angulo, donde siempre estuvo la Milicia Voluntaria de Ceuta, al nuevo acuartelamiento de Regulares de Ceuta.
Por su heroico comportamiento en el combate de Fondak-Zina, el 12 de mayo de 1919 fue recompensado por R. O. de 12 de febrero de 1920 con la Cruz de 2ª de la Orden de San Fernando.
El 20 de junio de 1920, ya teniente coronel, tomó el mando del Grupo de Regulares de Ceuta.


En julio de 1921 marchó a Melilla con el Grupo de su mando, teniendo una participación brillantísima y heroica en las operaciones de reconquista de la zona de Melilla. Fue gravemente herido en la operación de Casabona.
Murió el 13 de mayo de 1922 como consecuencia de las heridas sufridas el día anterior en la operación para la ocupación de Tazarut. Le fue impuesta a su cadáver, por el Alto Comisario y General en Jefe teniente general Berenguer la Medalla Militar y su heroica muerte tuvo una honda repercusión en España.


Contrajo matrimonio en Ceuta en junio de 1920 con doña Carmen Cerné y Mas y tuvo dos hijos: Carmen y Victoria Eugenia. Se concedió a su viuda el marquesado de González Tablas.
González Tablas había sido también un destacado estudiante y un entusiasta deportista, obteniendo distinciones deportivas en regatas y en esquí. Fue un soldado que vivió para su profesión y para la mayor gloria del Ejército y de España”.

Concesión de la Laureada
“El día 13 de mayo de 1919, el comandante de Infantería don Santiago González-Tablas y García-Herreros, del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas nº 3, tomó parte en el combate librado para ocupar y fortificar la loma de Jandak-Zira (Ceuta), posición dominante sobre el río Jemís. Para conseguir dicho objetivo se organizaron tres columnas al mando de un coronel, compuesta de fuerzas de todas las armas y policía indígena, y de la central, constituida por el 2º tabor del Tercer Grupo de dichas Fuerzas Regulares, una compañía de fusiles y otra de ametralladoras, así como del cometido de apoderarse y fortificar la posición designada, se encargó el comandante González-Tablas. Para realizar dichos fines, era preciso desalojar al enemigo previamente de un puesto en que estaba atrincherado; y para conseguirlo, entre otras disposiciones igualmente acertadas, el citado jefe tomó la de ordenar el avance de una sección de la 3ª compañía del Tabor de Policía Indígena, y recibida ésta por el enemigo con nutridísimo fuego de violencia y eficacia inusitada, retrocedió desordenadamente, transmitiendo el desorden al resto de la fuerza; para salvar tan crítica situación que, de continuar, hubiese dejado al descubierto y en inminente peligro los flancos y retaguardia del resto de nuestras líneas de combate, el comandante González-Tablas se lanzó pistola en mano hacia los que retrocedían… y alentándoles con su palabra y su actitud valerosa y resuelta, logró, con inminente riesgo de su vida, hacerles volver a la línea de fuego, y que trocado el desorden en entusiasmo se lanzase al ataque toda la tropa a sus órdenes, con ímpetu y decisión tales, que desalojó al enemigo del puesto que ocupaba y le hizo huir a la desbandada, dejando en el campo nueve muertos, armas y municiones, rebasando nuestras fuerzas, aunque con sensibles pérdidas, la posición designada como objetivo principal de la operación”.
Madrid, 12 de febrero de 1920. (D. O. núm. 35) ALLENDE SALAZAR

La Laureada de González-Tablas
En la madrugada del 13 de mayo sale de la posición de Sidi Ali el Fahal una columna compuesta de fuerzas de todas las armas y Policía Indígena al mando del coronel don Augusto Rodríguez del Barrio, a quien acompaña durante la operación el Caíd de Anyera, Mohamed Ben Ali el Lemmagin, que ha reunido una harca para cooperar con las tropas. El objetivo es ocupar y dejar establecida una posición dominante sobre el río Jemís. Estas fuerzas se distribuyen en una masa de reserva que queda bajo el mando directo del jefe superior de las tropas, en la posición de partida, y en primera línea tres columnas acoladas, de las cuales la del centro está constituida por el 2º Tabor del Grupo de Regulares de Ceuta número 3, una compañía de fusiles y otra de ametralladoras del Regimiento de Ceuta, va bajo el mando directo del jefe de dicho Tabor, comandante González-Tablas, y tiene el cometido principal de ocupar y fortificar la posición de Zina Sur. Las otras dos columnas de derecha e izquierda tienen orden de observar el desarrollo de la operación y apoyar a la del centro si se hace preciso.


Mientras, en la madrugada, se concentran las fuerzas en la base de partida, algunos oficiales del Tabor piden noticias sobre la situación al oficial de la Policía Indígena, que va con el Caid Ali.
-¿Mucho barud…?
-No andan por ahí algunos elementos sueltos del Raisuni, el caid el Tuileb, el huido de Anyera Ben Hassen…, pero no creo que haya mucha resistencia –contesta el oficial de Policía, obligado siempre a ser discreto. Los de Anyera están sometidos y nos ayudarán.
Los del Haus, sufren la presión de los que no quieren que se sometan.
-¿Y el Raisuni?…
-Ese sigue en Tazarut y no da la cara, pero mueve los hilos…
Se oye la orden del capitán de la 3ª compañía del Tabor:
¡En marcha…! ¡Mucha suerte!… -se dicen mutuamente. Y la compañía, antes de amanecer emprende la marcha. Lo hace al principio con facilidad, cuando el escalón más avanzado, a la loma que hay a la salida de Alí el Fahal en dirección a Zina Sur, ya son hostilizados por un grupo de rebeldes, al parecer poco numeroso.


Sigue el avance con normalidad, protegida la columna por el fuego de una de las baterías que quedaron en segunda línea. Ante la loma que va a ser el objetivo, el comandante González-Tablas da la orden:
-La 3ª compañía que ocupe la loma…
Lo hace sin dificultad y corona su parte norte, en cuyo extremo sur había de establecerse la posición. Conseguida a sufrir fuego intensamente desde corta distancia. Lo hacen numerosos grupos enemigos, ocultos en la maleza.
Comenta el hecho el comandante González Tablas “¡La voz del fuego…! El tiroteo es el clarín agudo que llama a todos los combatientes…”
El coronel Rodríguez del Barrio, con las fuerzas que quedaron a sus órdenes, avanza y ocupa Zina-Norte, intermedia entre la de partida y la que había de ocupar González-Tablas y distante de ésta unos dos kilómetros, para batir mejor desde ella al enemigo que se opone al avance de la columna central. El fuego continúa cada vez más intenso. Van acudiendo al combate elementos de Uadrás, Beni Ider, el Haus, huidos de Anyera y de la Mehalla del Raisuni. González-Tablas despliega las dos restantes compañías del tabor en la parte norte de la loma y el tren regimental de su columna queda en la vertiente, a cubierto de ella.
Se combate intensamente en el extremo norte de una loma que, por su extensión, accidentes, vegetación espesa y número de rebeldes que la defienden, es demasiado objetivo para tan cortas fuerzas. Muy pronto hay que embeberse con todos los efectivos en la línea de fuego, viéndose obligados a cubrirse del que les hace también por sus flancos, de suerte que su línea de combate quedaba formando tres lados de de un trapecio, de los que sólo el de retaguardia queda sin ser amenazado…

(Continuará)

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José Antonio Cano

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