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“Quien ha tenido que abrirse paso muy lejos de casa no es alguien a temer, sino alguien de quien aprender”

Entrevista a Violeta Serrano, escritora y autora del libro ‘Poder Migrante’

Hace unos días, la escritora Violeta Serrano visitó Melilla para presentar ‘Poder Migrante’, un libro publicado justo antes de la pandemia para sacudir clichés y tópicos sobre la inmigración y el miedo al extranjero. En él refuerza la idea de que, en un futuro próximo, las identidades transnacionales serán la norma y no la excepción. Lo repasamos en esta entrevista concedida al diario MELILLA HOY.

  • Hace unos días estuvo en Melilla para la presentación de ‘Poder Migrante’, que se ha hecho esperar en Melilla algo más de tres años al tener que ser pospuesta por el inicio de la pandemia. ¿Cómo ha madurado el libro en este tiempo? ¿Este trienio ha servido para corroborar/fortalecer las ideas que expone, o todo lo acontecido en la crisis sanitaria ha desmontado/variado alguna de las teorías?
  • Todas las teorías sufren cambios en estos tiempos vertiginosos en los que vivimos, pero la básica que sustenta ‘Poder Migrante’ es aún más fuerte, si cabe. La hipótesis central del libro sostiene que, lejos de la concepción del migrante como chivo expiatorio de nuestras sociedades polarizadas políticamente, más nos convendría cambiar ese relato que la extrema derecha intenta imponer y empezar a ver a estas personas como lo que son: maestros en tiempos de incertidumbre y crisis. Toda persona que ha dejado su zona de confort atrás, es decir, su zona conocida, sea mejor o peor, y ha tenido que abrirse paso muy lejos de casa, no es alguien a temer, sino alguien de quien aprender, alguien a quien uno quisiera tener en su equipo para enfrentarse al cúmulo de adversidades que tenemos por delante. La pandemia fue una alerta y todo indica que no será el único problema grave que tendremos que superar en poco tiempo: las crisis serán cada vez más frecuentes y de diversa índole mientras no logremos cambiar la base del sistema en el que vivimos, un sistema que, evidentemente, da señales de agotamiento. Estamos pasando de un mundo viejo a uno nuevo, y nosotros también somos migrantes en ese sentido: nuestra identidad está en tránsito. Necesitamos aprender rápido y de manera eficaz a adaptarnos a las novedades y a sobreponernos a los problemas e imprevistos. Todo migrante tiene un máster de la calle en esto: no los subestimemos y seamos humildes para aprender de su fortaleza.

  • Si no me equivoco, buscó en Melilla parte de los testimonios para escribir ‘Poder Migrante’. ¿Es diferente la visión que se puede tener en esta ciudad sobre el fenómeno migratorio a la de otros lugares por ser una de las principales vías de acceso a Europa de adultos y menores migrantes? Y, en caso de que sea así, ¿por qué?
  • Sí, en ‘Poder Migrante’ hay varios testimonios de personas residentes en Melilla. Uno de ellos, de hecho, es precisamente de un guardia civil que trabaja, entre otras cosas, en la valla. Una de las dificultades de escribir este libro era que no se debía en ningún caso generalizar: cada migrante es una persona y, por lo tanto, un mundo entero. Lo mismo para el caso de Melilla: cada territorio fronterizo tiene una particularidad y no tendría sentido generalizar sobre algo así. Lo que sí he visto aquí es que aquello que plantearon mis testimonios es tal cual: se puede ver perfectamente un crisol de culturas conviviendo sin mayor problema en un territorio súper pequeño. Melilla es un ejemplo a seguir y me encantaría que mucha más gente pudiera venir a vivir esta convivencia en primera persona. Y también que vinieran a ver la valla en carne y hueso para que tomaran dimensión de lo que estamos hablando y de tomar conciencia de qué desesperación estamos generando del otro lado para que alguien sea capaz de saltarla.

  • ¿Ha podido ver la valla fronteriza durante su estancia en Melilla? ¿Qué impresión le ha dado al tenerla tan cerca y qué haría con ella?
  • Yo he sentido angustia y frustración. He recordado las palabras de mis testimonios del libro y he entendido el calibre de la desesperación. ¿Qué haría con ella? No lo sé. Destruirla es una respuesta demasiado fácil para un problema tan complejo. Además, de nada sirve resolver los problemas a cañonazos, que es un poco la función de la valla. Creo que, como dije al principio, el problema de base es que estamos perpetuando y profundizando un sistema que está agotado. Las desigualdades a nivel mundial son escalofriantes y mientras no equilibremos la riqueza que el mundo sigue generando -porque no estamos peor que en otras épocas en cuanto a crecimiento, sino todo lo contrario- seguiremos cayendo en el error de levantar muros y vallas inverosímiles. Nada puede parar la desesperación humana. Es un juego macabro.

  • Siempre se ha hablado como solución al problema de la inmigración irregular las ayudas al desarrollo en los países de origen, una especie de Plan Marshall europeo que no termina de llegar. ¿Cree que eso sería eficaz, o la migración es algo que todos llevamos en el ADN desde nuestros más remotos antepasados?
  • Todo ser humano pretende mejorar sus condiciones de vida. Algunos tienen valentía para hacerlo y otros se resignan. Los migrantes son los más valientes, insisto, los que yo querría tener cerca en caso de problemas, y crisis, ya digo, tenemos de todos los colores. Dicho esto, pienso que resulta un tanto extraño concebir un mundo global en el que casi todo es libre de moverse (mercancías, finanzas, etc.) menos los seres humanos. Además de la estupidez que supone tener claro que necesitamos inmigración en Europa y, sin embargo, generar un relato que intente “pararla”: somos un continente de huesos longevos y, precisamente por eso, tal vez, nos gana el discurso del miedo que no tiene nada de inteligente. Necesitamos migrantes jóvenes, sobre todo, y la única razón por la que la extrema derecha usa a estas personas como figuras que identifican con el “enemigo” es porque les resulta útil para conseguir votantes en un momento en el que la mayoría de las personas que vivían con cierta estabilidad en Europa ven cómo de repente todo se tambalea. Y más que se puede tambalear: nadie está a salvo y mañana podemos ser nosotros quienes estemos llamando a las puertas de otra frontera ya sea por una guerra o por las consecuencias nefastas del cambio climático.

  • ¿Y por qué cree que en Europa se sigue abordando este asunto desde el punto de vista de la seguridad de las fronteras en lugar de ir al origen para intentar poner fin al drama de las cada vez más peligrosas vías migratorias?
  • No lo sé, ojalá lo supiera. Sé que hay políticos que hacen su trabajo y luchan para cambiar las cosas, pero a veces los sistemas y las estructuras sobre las que se sustenta nuestra realidad son demasiado pesadas para un solo hombre o mujer que trata de cambiar una lógica, por muy absurda que esta sea. Creo que debemos trabajar en hacer comprender a la sociedad que el problema migratorio no es algo ajeno a nuestro día a día: sólo si hay políticos que trabajan para lograr soluciones acompañados de presión social en las calles y en diferentes grupos interesados en acabar con este problema se lograrán avances. Hemos olvidado la fuerza que tenemos cuando caminamos en comunidad y, durante mucho tiempo, hemos infravalorado la potencia que tienen los gobiernos sustentados en sus votantes.

  • En Melilla no se han registrados intentos de salto a la valla desde aquel trágico 24 de junio del año pasado, del que todavía quedan muchas dudas y cuestiones por resolver. Después de casi un año de relativa tranquilidad en la valla, ¿cree que queda demostrada la utilización de la inmigración de otros países como forma de presión política a España y Europa en general?
  • Entiendo que sí. Como digo, estamos hablando de un problema muy complejo precisamente porque entran a jugar muchos factores. Por supuesto que es una medida de presión y todos lo sabemos, sobre todo vosotros que vivís aquí y lo veis y sufrís cada día con la problemática que tenéis para circular hoy hacia Marruecos y viceversa.

“Debemos identificar los relatos populistas y desmontarlos: la mejora manera es convivir como lo hacéis en Melilla”

  • En unos tiempos tan globalizados como los que vivimos, ¿por qué parece que siguen calando los mensajes populistas y nacionalistas excluyentes contra quienes llegan de fuera? ¿No es incongruente a estas alturas? ¿Cree que hemos dado pasos atrás respecto a la mayor aceptación que había antes?
  • El ser humano está hecho de contradicciones. Cuanto más apertura y globalización sentimos, más miedo nos da perder nuestra identidad que supuestamente consideramos original y verdadera. Y digo supuestamente porque no creo que la identidad sea algo estanco y, de hecho, ahí está parte de la solución: empezar a comprendernos como seres en tránsito permanente, abiertos a la mixtura y al aprendizaje del otro y no al miedo. Ningún ser humano se salva solo: la historia de la humanidad está hecha de conflictos, pero también de cooperación y ayuda mutua. Si no, no estaríamos donde estamos: fíjate lo que tardamos en conseguir una vacuna contra la COVID. Nada. La cuestión es cómo enfrentamos las múltiples crisis que tenemos por delante: ¿nos refugiamos en un caparazón o tratamos de cooperar? Creo que lo segundo es más inteligente. Pero, por supuesto, hay muchos discursos y relatos políticos que utilizan esta época de incertidumbre para lograr identificar al enemigo con el extranjero, con el diferente, sirviéndose de nuestra naturaleza humana prejuiciosa -es algo que explico en el libro gracias al testimonio de un gran neurocientífico, Fernando Giráldez-. Debemos identificar esos relatos y desmontarlos: la mejora manera de hacerlo es convivir como lo hacéis en Melilla y mostrarlo como ejemplo. Al final muchos problemas se terminan cuando nos miramos a los ojos.

“El miedo es una herramienta poderosa. Y muchos la usan para conseguir rédito político”

  • “No solo nos conviene convertir a los migrantes en nuestros aliados, sino empezar a concebirlos como nuestros mejores maestros”. Es una de las frases que aparecen en su libro. ¿Por qué cree que esa visión no triunfa en un país como el nuestro, con problemas como una sociedad cada vez más envejecida, con baja natalidad, despoblación de zonas rurales y problemas para cubrir puestos de trabajo sacrificados?
  • De nuevo, el miedo es una herramienta poderosa. Y muchos la están usando para conseguir rédito político. ‘Poder Migrante’ es un libro escrito para destruir esos relatos y crear otro nuevo en el que los migrantes no sean más enemigos a temer sino maestros en un mundo en crisis.

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Redacción

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