Un año más, la Feria se fue. Con sus controversias, sus aciertos y desatinos. Pero finalmente la alegría, la felicidad, la fantasía, volvieron a encontrarse en un ferial lleno de bombillas, farolillos e ilusión; ajenos a los malos rollos y aparcando nuestras miserias por unos días.
Borracheras, comilonas, reuniones, meadas callejeras, carricoches, actuaciones… Nueve días de paréntesis al año, antes de que comience el invierno y llegue el mal tiempo; apenas unas horas antes de volver a madrugar para llevar a los niños al "cole" y fichar nuevamente en el trabajo. Poco antes, de degustar los últimos helados del año, hacer las últimas moragas nocturnas con familiares y amigos y retomar el hilo de nuestras series televisivas, tumbados en el sofá.
Y en estos momentos tras el final de las fiestas, y como decía el cantar: “con la resaca a cuestas, vuelve el pobre a su pobreza, el rico a sus riqueza y el Sr. cura a sus misas”, recuerdo a todo un personaje. Recuerdo al principal artífice de nuestras ferias, a Pepe Imbroda. Un hombre extrovertido y amable, (con una ideología distinta y a veces encontrada con la nuestra), tolerante y sobre todo, un hombre que sabía escuchar; gran tertuliano y con don de gentes.
Un personaje entrañable, al que hace poco, y en su honor, se le impuso su nombre a una de los patios de Puerto Noray. Pero considero insuficiente ese homenaje, para este melillense inquieto e imaginativo. Por ello, proponemos, que esa plaza multifuncional, sin nombre hasta ahora, donde se instala el ferial, se le imponga el nombre de José Imbroda. Quiero pensar, que allí donde estés, ya habrás montado un nuevo “sarao”, con todas las primeras figuras del lugar, las mas grandes, las míticas; pero seguro que también habrás echado un ojo a esta nueva edición de feria, en la que también te echamos de menos.
Hombre que reinventó la feria de Melilla, primero en el Parque Hernández (un lugar mucho mas glamoroso y bello, que su actual ubicación) y nuevamente, en esta plaza multifuncional, donde modernizó las prestaciones del ferial y volvió a reactivarla (además de organizar y dirigir a lo largo de años, un sin fin de actividades lúdicas y de ocio, destinadas a sus paisanos, los que generalmente participaron de manera generosa y agradecida a esos eventos).
La propuesta la firman Luije Sarmiento Zea, Francisco Rosa Reina y Jhetro Avelino Callejón.
