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¿Qué hay de la excepcionalidad de Schengen?

En junio del año pasado, cuando aún estaban muy recientes los capítulos de tensión fronteriza provocados por Marruecos en Ceuta, y de forma más leve también en Melilla, el Gobierno de Pedro Sánchez respondió, motu proprio, con un movimiento rápido anunciando que estaba “considerando” la posibilidad de “suprimir” el régimen especial que para las ciudades autónomas se dispuso cuando España ingresó en Schengen», una excepcionalidad que permite a los residentes en las provincias marroquíes de Tetuán y Nador acceder sin visado a Ceuta y Melilla, respectivamente. Lo dijo el secretario de Estado para la Unión Europea, Juan González-Barba, primero en Ceuta y al día siguiente en Melilla. De esa forma el control fronterizo pasaría a estar en el paso con Marruecos» y no en el puerto, explicó entonces González-Barba, quien advirtió de que se trata de «un asunto de enorme calado que precisa del máximo consenso tanto en la ciudad como entre las fuerzas políticas nacionales».
Desde entonces, ninguna novedad y atisbos de que el Gobierno, o no se atreve a dar el paso o se ha arrepentido de poner sobre la mesa esa posibilidad. Porque en todos estos meses transcurridos, nueve para ser exactos, en Moncloa no se mojan, ni siquiera cuando a finales del año pasado el secretario de Estado de Política Territorial, Alfredo González, vino a Melilla y se le preguntó directamente por ello. Su objetivo era hacer autobombo del Plan Integral que ha impulsado el Gobierno y que todo apunta a que no servirá más que para hacernos perder el tiempo para llegar a conclusiones que todos en esta ciudad sabemos. Una vez más.
El PSOE tampoco se ha pronunciado sobre ello esta semana, cuando el PP lo llevó al Congreso de los Diputados en forma de moción. La portavoz socialista, Zaida Cantera, respondió con el argumentario manido de hacer oposición a la oposición, es decir, reprochar al PP que pida lo que no hizo en sus 7 años de Gobierno, aun cuando la situación ahora es muy distinta a que había antes de 2019, y presumir de inversiones en la modernización de la frontera, aparte de mezclar el asunto con acusaciones de xenofobia, fascismo y nazismo. “Abracen un poquito de humanidad”, dijo con tono airado en un Hemiciclo prácticamente vacío (no estaba ni la presidenta de un Parlamento que no pierde oportunidad de mostrarse como una institución absentista y vaga) para poner la guinda, arrancar aplausos fervorosos de su bancada y sacar el vídeo en las redes sociales para ganar “likes” de cara a la galería.
Esto es lo que tenemos que soportar en Melilla mientras nuestra economía languidece y Marruecos impone un cierre fronterizo que nadie duda ya que no es por la pandemia, sino por motivos políticos, por mucho que el país vecino sostenga lo contrario. El Gobierno español, en vez de dar pasos al frente para buscar soluciones, entretiene al personal con mesas, reuniones y política de escaparate en el Parlamento.

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