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¿Protege la OTAN a Melilla? ¿O se precisa de una carta que así lo manifieste?

En el peor de los casos, presentar esta petición, sin tener la seguridad plena de obtenerla, no solo supondría un fuerte varapalo a la diplomacia española, sino que también debilitaría la posición española ante posibles, diría más que probables, futuras amenazas, en el área gris, a la soberanía de Ceuta y Melilla

Muy recientemente este diario ha recogido unas declaraciones del coronel Pedro Baños, conocido estudioso sobre geopolítica y geoestrategia, en las que éste afirmaba que la próxima cumbre de la OTAN, que tendrá lugar este verano en Madrid, podría proporcionar una ocasión idónea para solicitar de la Alianza el que explicitara, por escrito, el que Ceuta y Melilla estén incluidas bajo el paraguas defensivo de la OTAN.

Escribí hace unos meses sobre este tema, pero creo que podría resultar de interés comentar brevemente lo escrito por el Coronel Baños. También volver a incidir sobre las razones por las que, en mi opinión, la OTAN pudiera garantizar, o no hacerlo, el que la defensa de Ceuta y Melilla sean consideradas responsabilidad compartida de la Alianza Atlántica. Y no solo de la OTAN, sino también de la Unión Europea.

Para evitar repetir en buena parte lo que entonces escribí, recomiendo a mis lectores consultar los dos extensos artículos que dediqué entonces al tema, para aclarar las que consideré muy poco afortunadas conclusiones a las que había llegado el “Observatorio de Ceuta y Melilla”.

Empezar por decir, y recordar a aquellos que ya lo saben, que todas y cada una de las decisiones de la Alianza se toman por estricto consenso, o sea, que cada uno de sus miembros debe estar de acuerdo con la decisión a tomar para que ésta pueda ser considerada una decisión de la OTAN y no una decisión de alguno o varios de los países pertenecientes a la misma.

Si bien podría considerarse satisfactorio el que se obtuviera una declaración explícita de la Alianza, reconociendo la inclusión de Ceuta y Melilla en su paraguas defensivo, las posibilidades de que esto ocurra, y aún menos a corto plazo, las estimó muy escasas. Por una parte, algunos países de la Alianza ya se han mostrado favorables a determinadas posturas de Marruecos, en particular en relación con el conflicto del Sahara. Algún otro país tiene estrechos lazos políticos y económicos con Marruecos, que me atrevería a asegurar no van a estropear tan solo por suscribir una carta que, a la hora de la verdad, nada significa, nada conlleva y menos en la situación actual.

En el peor de los casos, presentar esta petición, sin tener la seguridad plena de obtenerla, no solo supondría un fuerte varapalo a la diplomacia española, sino que también debilitaría la posición española ante posibles, diría más que probables, futuras amenazas, en el área gris, a la soberanía de Ceuta y Melilla. Dado que una amenaza de confrontación armada directa, entre España y Marruecos, es prácticamente imposible en el futuro previsible, de nada serviría empeñarse en tratar de obtener un “papel” vacío de significación.

A diferencia de lo que en su día se escribió, España es capaz de ganar una guerra convencional en la defensa de nuestras ciudades norteafricanas. O, mejor dicho, solo se puede perder si los políticos de turno así lo facilitan o lo consientes. Me atrevo a afirmar con aún mayor seguridad: la OTAN. En contra de lo que Además la posición política de España es actualmente de extraordinaria debilidad al contar con un Gobierno cuya composición todos conocemos y que no invita a muchos de nuestros socios a realizar grandes gestos de apoyo que pudieran ser apropiados por el Gobierno con un beneficio electoral. Si el gobierno de España está desprestigiado a nivel mundial, y sus intereses no son concurrentes con los de nuestros aliados teóricos, es claro deducir que ni la OTAN (Organización defensiva político–militar que une a EE. UU., Canadá y a la mayoría de los países de Europa), ni la Unión Europea, ni Estados Unidos individualmente, van a empeñarse en la defensa de España, mucho menos de Melilla, si no conviene a sus intereses. A título de ejemplo, no debemos olvidar que Estados Unidos, por ejemplo, tiene bases en Marruecos y ha reconocido al antiguo Sáhara Español como marroquí, sin contar con Naciones Unidas. Quizás la razón más importante en negar la conveniencia de que España desarrolle un ímprobo esfuerzo diplomático para conseguir que la OTAN firme dicha carta es la práctica inutilidad de la misma caso de que se consiguiera. La defensa de un país en todo caso inicialmente es responsabilidad del propio país. Sería ridículo por ejemplo el decir en las circunstancias actuales que Ucrania retirará sus Fuerzas Armadas para dar paso a que desplegaran en ella la de otros países aliados para combatir y morir en defensa de un país que sus propias Fuerzas Armadas como que su propio pueblo no han querido o podido defender. La debilidad con las que el Gobierno de España ha enfrentado en numerosas ocasiones las amenazas directas o indirectas en la zona gris o en cualquier otra zona que queramos conservar a la soberanía De Ceuta y Melilla o del Sáhara en su momento no invitan precisamente a otros países a implicarse en la defensa de lo que nosotros mismos no hemos querido defender

Desde el punto de vista de la legalidad formal de la Alianza en su tratado fundacional y en los posteriores documentos que la desarrollan ya escribimos en su momento que el concepto geográfico restrictivo que aparecía en el tratado fundacional no es de aplicación en las actuales circunstancias y si lo es en cambio la afirmación de que un ataque a cualquiera de los países constituye un ataque a todos los países de la Alianza. Por fin, y para no alargar más un ya largo y denso artículo, citar que el “Concepto Estratégico 2010” de la Alianza OTAN, último publicado por el momento, en muchísimas ocasiones hace referencia a la defensa común, con lenguaje mucho más directo y sin distinciones geográficas. Solo resaltar, en traducción libre, la primera frase citada como “Primera Tarea y Principio (de la OTAN): El propósito fundamental y permanente de la OTAN es salvaguardar la seguridad y la libertad de todos sus miembros, por medios políticos y militares …”

El principio de la historia, más aún cuanto más nos acercamos a la actualidad, la defensa de un país no puede considerarse aislada del contexto internacional, de sus Alianzas, de su prestigio internacional, de la concurrencia de sus intereses con la de otros países de su entorno. Se atribuye a un Primer Ministro de Inglaterra Lord Palmerton, la frase:” Inglaterra no tiene amigos permanentes ni enemigos permanentes. Inglaterra tiene intereses permanentes”. También el que fue Presidente de Estados Unidos, John Quincy Adams dijo: “Estados Unidos no tiene amistades permanentes, sino intereses permanentes”.

Y con estas sencillas frases, sin más preámbulos, conseguimos contestar la segunda pregunta. El gobierno de España no tiene intereses geopolíticos, ni por tanto política de defensa, ya que la única defensa que realizan a toda costa es la de sus intereses personales, la de permanencia en el sillón. Obviamente no vamos a contar para garantizar la defensa de España con el PSOE de Sánchez, aliado de comunistas, separatistas y pro-etarras. Ni tampoco con una sociedad española “buenista”, acostumbrada a “no querer problemas” aunque los problemas les vengan a buscar a la puerta de su casa. O que ve a sus Fuerzas Armadas con el filtro de bomberos o repartidores de vacunas y que, en general, no muestran el más mínimo interés en conocer cómo entrenan para estar siempre listos para la defensa de los intereses de España, cómo se juegan la vida en cuantas misiones en el exterior tiene a bien enviarlos el gobierno de turno y, aún mucho menos, en gastar el dinero necesario para dotarlas del entrenamiento y los medios necesarios para cumplir su misión con las mejores garantías posibles de supervivencia.

Marruecos

Si el gobierno de España está desprestigiado a nivel mundial, y sus intereses no son concurrentes con los de nuestros aliados teóricos, es claro deducir que ni la OTAN (Organización defensiva político–militar que une a EE. UU., Canadá y a la mayoría de los países de Europa), ni la Unión Europea, ni Estados Unidos individualmente, van a empeñarse en la defensa de España, mucho menos de Melilla, si no conviene a sus intereses. A título de ejemplo, no debemos olvidar que Estados Unidos, por ejemplo, tiene bases en Marruecos y ha reconocido al antiguo Sáhara Español como marroquí, sin contar con Naciones Unidas.

Mencionaba este periódico, hace unos días, sobre la defensa de estas plazas y en particular en el contexto de la OTAN. Citaban que, a pesar de que Marruecos no contemple una acción armada contra los dos enclaves, «la mera posesión de esas capacidades les proporciona ventaja ante una hipotética escalada en la zona gris, máxime cuando ni Ceuta ni Melilla se encuentran bajo la cobertura explícita del Art.5 de la OTAN, otra vulnerabilidad crítica». Añadían también: «Si el conflicto se agudiza, pueden tensar más la situación, al generar serias dudas en el lado español sobre la viabilidad política y militar de defender Ceuta y Melilla de manera efectiva».

Sobre la primera afirmación escribiremos el próximo domingo. La segunda me parece tan escandalosa que merece un inmediato comentario. Si el Observatorio mencionado, supuesto experto y dedicado entre otras cosas al tema de la defensa de Ceuta y Melilla, duda de la “viabilidad” política y militar de su defensa, no cabe otra propuesta que rendirnos cuanto antes y así estar seguros de que evitamos tener un solo muerto en nuestras Fuerzas Armadas, en una misión “inviable”. Esa frase, a mi parecer patética, refuerza hasta el máximo mi afirmación anterior, que creo debo repetir ahora en su integridad: “Ni tampoco con una sociedad española “buenista”, acostumbrada a “no querer problemas” aunque los problemas les vengan a buscar a la puerta de su casa”. Si el pueblo español duda de la “viabilidad” de la defensa de Melilla, ¿qué opinarán los países, y sus poblaciones, que supuestamente deben venir en nuestra ayuda? ¿Y con qué alegría leerá el gobierno de Marruecos esas palabras?

Un nuevo gobierno de España, marcadamente más fuerte, quizás pudiera empezar a revertir la situación. Insisto hoy, de forma clara, en que la defensa de Melilla es, primero y principalmente, responsabilidad y tarea de los españoles, idealmente encabezada por todas las ramas de su gobierno, ya que todas son necesarias. Desde el presidente del gobierno dirigiendo las permanentes acciones necesarias para la defensa, hasta economía o hacienda, dando a las fuerzas armadas los recursos que precisan para hacer su trabajo.

“La defensa es cosa de todos” no es solo un eslogan, es una realidad incuestionable. La defensa se basa en la voluntad claramente manifestada del pueblo español, ya que sin eso todas las demás acciones a tomar son difíciles o casi imposibles. El gobierno, como representante del pueblo, debe entonces utilizar las herramientas de que dispone: inicialmente el empleo de la diplomacia; si esta falla entonces de la economía; y como último recurso, el de unas fuerzas armadas capaces de concluir con éxito la misión encomendada. Es prácticamente imposible un ataque en fuerza de Marruecos, si muy improbablemente así lo decidiera, sin que hubiera mecanismos de alerta temprana que avisaran de la posibilidad de éste y diera tiempo para utilizar las herramientas descritas.

En cuanto a si Ceuta y Melilla están cubiertas por el paraguas de la OTAN, también difiero de alguna de las conclusiones obtenidas por el grupo de expertos y de la interpretación que de las mismas aparece en algunos medios. Mi discrepancia está basada en mi conocimiento de la OTAN y de sus entresijos al máximo nivel. Siendo primero y principalmente la OTAN una Alianza política entre países que comparten ideas políticas similares y sólo después de espacios geográficos definidos, no se deben leer tan solo los Art.s 5. y 6. del Tratado de Washington, como luego explicaremos, ni tampoco interpretarlos textualmente. Es la voluntad POLÏTICA de la totalidad de los países, la que va a tomar la decisión sobre si la OTAN va a realizar o no alguna acción. Sin olvidar que, caso de no conseguirse un consenso total, también se han dado casos en que se ha formado, con algunos países de la OTAN y para realizar acciones que no todos los países querían, lo que se denominó “coalition of the willing”, una coalición voluntaria de países.

Hay que señalar que la inclusión de un país o territorio en esos Art.s 4. y 5. no implica, en ningún caso, que inmediatamente las fuerzas armadas de otros países de la OTAN deben acudir en gran proporción a la defensa del país atacado. Es más un compromiso político que uno de defensa militar a ultranza. La única vez en la historia de la Alianza en que se ha convocado el Art. 5., fue tras el terrible ataque a las Torres Gemelas en Nueva York. Es claro que en ese momento los Estados Unidos no precisaban de fuerzas armadas extranjeras, pero se convocó siguiendo el principio político de solidaridad, para señalar al mundo que la OTAN estaba en ese momento totalmente detrás de su aliado. Hubo países, como España, que enviaron una presencia testimonial de nuestras fuerzas armadas, con ese propósito, enseñar la bandera como muestra de apoyo al pueblo del país atacado.

Entrando, muy brevemente, en el estudio de los Art.s relevante Con tu Papas del Tratado de Washington, en relación con la defensa de Melilla, se ha de señalar que el Art. 4. del mismo, generalmente no citado por algunos estudiosos, es claramente de igual importancia que los Art.s 5. y 6. Dice ese Art. que: “Las Partes se consultarán cuando, a juicio de cualquiera de ellas, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de las Partes (los países firmantes) fuese amenazada”. El Art. obviamente no excluye a Melilla de la realización de esa consulta de la que se deducirán las acciones que los países OTAN estén -o no estén- dispuestos a tomar. Más bien la incluye totalmente.

El Art. 5., con mis comentarios en itálica, dice: “Las partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte (eso era cierto en el momento de la firma del Tratado, con las excepciones a esa delimitación geográfica que se trataron en el Art. 6.). Dicho Art. 6. afirma que: “… será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y … ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes (observamos que la decisión de actuar o no hacerlo, en defensa de un país de la Alianza atacado, se tomará por cada uno de los países individualmente, luego no garantiza para nadie una seguridad total de defensa por la OTAN) las medidas que juzgue necesarias …”

El Art. 6., en lo que nos importa, dice: “… se considerará ataque armado contra una o varias de las Partes, el que se produzca … contra las fuerzas, buques o aeronaves de cualquiera de las Partes que se hallen en … el Mar Mediterráneo”. (Dado que cualquier ataque contra Melilla implicaría la presencia de fuerzas Españolas en el Mar Mediterráneo, estas fuerzas estarían cubiertas).

El Art. 4.2.7 del Tratado de la Unión Europea, también establece que si un Estado miembro “es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el Art. 5.1 de la Carta de las Naciones Unidas”

Por fin, y para no alargar más un ya largo y denso artículo, citar que el “Concepto Estratégico 2010” de la Alianza OTAN, último publicado por el momento, en muchísimas ocasiones hace referencia a la defensa común, con lenguaje mucho más directo y sin distinciones geográficas. Solo resaltar, en traducción libre, la primera frase citada como “Primera Tarea y Principio (de la OTAN): El propósito fundamental y permanente de la OTAN es salvaguardar la seguridad y la libertad de todos sus miembros, por medios políticos y militares …”

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Gonzalo Fernández

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