Por Hadriel Mehamed González
Junio 2020, se anuncia a bombo y platillo la ampliación de la desaladora. El PSOE gobierna en Melilla y Madrid. Una obra clave, dijeron, para garantizar el agua. Pero los meses pasaron y el proyecto quedó en punto muerto.
Y mientras tanto, el despacho de la Delegada del Gobierno con aire acondicionado pagado por todos, donde sigue firmando papeles que no llevan a ningún sitio.
Literalmente. Porque la línea eléctrica que debía alimentar la desaladora sigue sin llegar.
Y no es un fallo puntual. Es una crónica de negligencia programada.
2020: El proyecto estrella… estrellado
Todo empezó —como suele pasar con el socialismo burocrático— con una promesa de las gordas.
Junio de 2020, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) licita la ampliación de la desaladora de Melilla con 17,4 millones de euros y un plazo de 27 meses (septiembre 2022). ¿Resultado? Obras paralizadas. Ni chicha ni limoná. Ni agua, ni electricidad,ni VERGÜENZA.
2022: Nueva licitación, nueva excusa
Diciembre de 2022, otra intentona. Esta vez, la línea eléctrica. Pero la CAM, en manos del
PSOE también (esto va de equipo), decide que no le gusta el trazado porque pasa por calles recién asfaltadas.
¿Solución sensata? Redirigir el trazado. ¿Solución socialista? Anular el contrato y empezar de cero, como si el tiempo de los melillenses fuera papel reciclable.
Uno se pregunta: ¿de verdad nadie pensó esto antes? ¿O es que les va el postureo técnico mientras la gente rellena botellas en la bañera?
2024: TRAGSA al rescate… con fecha de caducidad
Agosto de 2024. La CHG vuelve a prometer, esta vez con TRAGSA. Adjudicación en septiembre, ejecución en 9 meses, o sea, junio de 2025. Pero como dijo Daniel Ventura, “ya debería estar terminada”.
Pero no. Ni está, ni se la espera, porque todo esto sucedió antes de que el PP recuperara la Ciudad en julio de 2023. Y lo que heredaron fue un páramo institucional con tuberías rotas, contratos anulados y un módulo de desalación que funciona a medias (cuando funciona).
2025: La tormenta perfecta
Estamos en junio de 2025. La línea eléctrica sigue sin aparecer. El agua sigue sin salir. Y la paciencia, claro, ya ni está ni se la espera. La CAM (ahora PP) exige acciones legales por incumplimiento del Estado. Y mientras tanto, una rotura en el tubo del 4º módulo en enero terminó de coronar la chapuza.
Si los cortes de agua fueran patrimonio del PP, habría ya pancartas, documentales de La Sexta y comunicados del PSOE llorando por la dignidad hídrica. Pero como el desastre tiene sello rojo toca callar.
¿Conclusión? El agua no llega. Pero la culpa sí.
Y esa culpa tiene nombre, siglas y boina de incompetencia: PSOE.
Ahora bien, si a usted le parece que todo esto son “cosas del sistema” o “problemas técnicos”, pregúntese: ¿cuántas veces puede fallar lo mismo antes de que dejemos de llamarlo error y empecemos a llamarlo traición?