Casi todos los que frecuentan el paso fronterizo habrán observado con demasiada frecuencia cómo alguno de esos listillos ha intentado pasar antes de que le tocara el turno. Todavía tiene que pasar un poco de tiempo para alcanzar el estado de civismo que tienen algunos países europeos. De hecho, la colaboración ciudadana con los servicios de limpieza pública, en ocasiones, no se lleva a cabo como debiera y todavía se ven posturas incorrectas a la luz del día. Personas que tiran papeles a las aceras o calzadas o conductores que arrojan colillas por las ventanillas de los vehículos. En el día de ayer, un lector se quejaba de los tradicionales “listillos”. El listillo suele ser un personaje que se cree más espabilado que los demás por el hecho de saltarse una cola o de adelantarse a los demás por lugares que no le corresponden. De hecho, son frecuentes estas situaciones en las colas de las entidades bancarias o incluso en establecimientos de alimentación, como pescaderías o carnicerías. En este caso, se quejaba de aquellos que no respetan los turnos de las colas que se originan en la frontera de Beni Enzar. Casi todos los que frecuentan el paso fronterizo habrán observado con demasiada frecuencia cómo alguno de esos listillos ha intentado pasar antes de que le tocara el turno establecido por lógica, es decir, una de cada fila, cuando de tres hileras de coches se forma el embudo para convertirse en una. Por eso, y por otras razones similares decimos que el civismo aun está, a veces, lejos de lo deseado.
