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La deuda histórica

Por si no ha quedado claro

Toni Roderic

Este sábado pasado, y organizado por Intercultura, que tan diligente, firme y valientemente preside Yoanida Sel•lam, celebramos una Mesa Redonda para debatir sobre el futuro de Melilla: “Por un nuevo contrato social” teniendo en cuenta la deuda histórica que arrastran los imazighen melillenses.

Por si el chivato que envió Imbroda al acto no le transmite correctamente lo que allí se dijo, me atreveré a hacerle un pequeño resumen para que quede claro qué es lo que dijimos y pretendemos. Aunque un servidor preferiría explicárselo en persona porque parece que no acaba de tenerlo muy claro a tenor de sus pedestres declaraciones.

La deuda histórica se refiere a los daños producidos por los antiguos conquistadores, colonizadores y descubridores en territorios extranjeros.

Estos daños se refieren a la explotación económica de las riquezas materiales e industriales de esas tierras y el avasallamiento de sus habitantes naturales, no sólo llegando a la esclavitud sino incluso a la masacre de los pueblos y de su cultura.

En el caso de Melilla hay diversos momentos de su historia que entran de lleno en lo que se denomina deuda histórica pero nos centraremos en dos o tres por no hacer demasiado larga y prolija
la lista. Una, que no la primera, se refiere al establecimiento de los límites fronterizos con Marruecos en 1860 por el tratado de Wad-Ras (hasta entonces Melilla era solo un peñón amurallado con su prisión) y por el cual se desplaza a un gran número de imazighen fuera de sus posesiones, sin indemnización alguna, perdiendo sus tierras e incluso lugares de culto.

Y el segundo, todo el período de la dictadura y de los primeros años del postfranquismo, donde los imazighen eran considerados extranjeros en su tierra, ciudadanos de tercera categoría, sin poder dedicarse al comercio, sin poder comprar, sin poder estudiar en la península, sin tener derecho a las cotizaciones de la Seguridad Social,… en fin, nada que todos ustedes no hayan constatado y algunos propiciado en aquella vergonzosa manifestación para que se continuara aplicando la ley de extranjería a los imazighen. ¿Cómo se pueden valorar las humillaciones padecidas, las vocaciones perdidas o los derechos no satisfechos?

Si todo eso no fuera suficiente, necesitamos que se aclaren en qué se gastaron las cantidades concedidas y prometidas por el gobierno del PSOE cuando se dio fin a la época de la “chapa de perro”.

Pero es que aún hay más, mucho más. Los diversos gobiernos de Velázquez e Imbroda han continuado de facto con políticas discriminatorias hacia los imazighen. Solamente es necesario observar dónde están las bolsas de exclusión social, de paro, de fracaso escolar. O dónde se encuentra “Beirut oeste”. O cómo se trata de hacer invisible todo aquello que afecte a la cultura y a la presencia tmazigh en la ciudad.

Hecho el diagnóstico, si queremos un futuro distinto. Si queremos una sociedad inclusiva, justa, democrática y solidaria tenemos que cambiar profundamente las reglas y patrones de juego y habrá que introducir cambios profundos en las relaciones sociales que pasarían, entre otras, por la oficialidad de la lengua tmazigh, discriminación positiva para los que han empezado la carrera con handicaps, participación efectiva de los ciudadanos para la mejora de sus barrios, y un futuro diferente y esperanzador en un contexto económico diferente.

IZIZAWN N MRIC
Toni Roderic (Presidente)

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