Han pasado ya un par de días en los que hemos leído un buen número de cariñosos artículos ensalzando la IV edición de la Carrera Africana y todo lo que la ha rodeado, especialmente su ejemplar organización, pues desde su primera edición, representa, probablemente, el evento deportivo (y social, en lo que a afluencia de público se refiere) más importante del …
…calendario melillense. Fue una jornada dura, pero alegre; larga, pero intensa; en la que las sonrisas de los espectadores se cruzaban con las tensas caras de sufrimiento de los participantes, en una mezcla que denotaba empatía y admiración de los primeros hacia los últimos y agradecimiento en el sentido contrario.
Fue una jornada de conocimiento, sobre uno mismo y hasta dónde puede uno llegar si la motivación personal y el compañerismo de quien corre a tu lado no escasean; una jornada perfecta para mejorar, para ganar, para triunfar, pues en el deporte y en el trabajo siempre se gana.
Fue, a buen seguro, una jornada donde el pueblo de Melilla le devuelve a La Legión, en forma de cariño espontáneo, su continuo desvelo por tratar de ser cada vez mejor y más útil a la sociedad. En ese sentido, los componentes del Grupo de Fuerzas Regulares de Melilla nº 52 han querido sumarse a este homenaje a sus “hermanos de batalla”, con quienes tantas jornadas de peligro, sufrimientos, desvelos, pero también glorias, han compartido y a buen seguro, compartirán durante muchos años más. En esta ocasión, los Regulares de Melilla han redoblado esfuerzos (además de en lo que a número de participantes se refiere) y se han alistado en tropel en el “banderín de enganche” legionario que representa esta carrera, pues entre una u otra categoría, formando equipo o de forma aislada, han sido unos doscientos los que han afrontado el reto de llegar a la meta.
Especialmente llamativa ha sido su participación como equipos, de diferentes niveles de preparación, pero todos con el mismo corazón, en torno a un banderín, portado por todos y cada uno de los componentes de dichos equipos, simbolizando con ello, quizás, la importancia que todos tienen en las FAS, independientemente de su graduación o puesto; equipos que han ido “desfilando” por las calles y caminos de nuestra querida Melilla, hasta llegar al Pueblo, tras miles de zancadas, piedras, baches, tropiezos … pero también miles de aplausos, voces de ánimo y muestras de entrega y compañerismo.
Como dice una popular canción legionaria … “cuando vamos por la carretera…y nuestras carnes se tuestan al sol…la sangre de nuestras venas…es igual que la mejor”; así ha sido en esta IV edición, donde el calor reinante y la falta de viento endureció aún más, si cabe, la misma, obligando a todos los “legionarios africanos” a exprimir su corazón en aras a conseguir llegar a ese túnel de la esperanza que desembocaba en la meta y que en muchos casos desencadenaba escenas de emoción y satisfacción de cuantos llegaban arropados por todos aquellos entusiastas que acogían a éstos.
No se nos ocurría a los componentes del Grupo de Regulares de Melilla nº 52 forma mejor de estrechar aún más, si cabe, nuestra perfecta sintonía con nuestros hermanos de sangre, que sufrir con ellos, con cada uno de los jalonadores que ofrecían su sonrisa a nuestro paso; con cada uno de los miembros de la organización que, muy probablemente, respiren y duerman ahora tranquilos después de ver el éxito rotundo de su trabajo; con cada uno de ellos. Esos equipos gritaban con su corazón, tras cruzar la meta, su lema “por España…me atrevo”, exhaustos pero orgullosos, pue vaya si se han atrevido. La quinta edición de La Africana está ya más cerca…
