Nada es inconsecuente, nada de lo que decimos o hacemos se evapora en la nada ni cae en saco roto, cuánto menos si los actores son líderes. Cuando Aznar, para criticar el endurecimiento de la legislación relativa a la Seguridad Vial que acometió en gobierno de Zapatero, dijo aquello de "las copas de vino que me tomo, déjeme que las tome tranquilamente… …no pongo en riesgo a nadie", en realidad estaba frivolizando con algo que él, a diferencia de la mayoría de los ciudadanos, apenas ha ejercido: la conducción (Alfonso Guerra dijo entonces que, cuando se visita una bodega, las declaraciones hay que hacerlas al entrar, no al salir). Desde aquel momento, como siguiendo una más de sus consignas, esas palabras han ido dejando un reguero de personajes (la lista, a la que se sumó hace unos días un magistrado amigo del Tribunal Constitucional, es larga y la conocen ustedes de sobra) del Partido Popular involucrados en incidentes de tráfico, casi siempre relacionados con el jolgorio etílico. Y, puesto que el sentimiento de impunidad es consustancial al de la poca vergüenza, ahora la moda es darse a la fuga. Apenas han pasado unas semanas desde que, a plena luz, Esperanza Aguirre sentara precedente con su incalificable huida de los agentes de la ley que tramitaban su infracción, y ya, "presuntamente", le ha salido un ilustre émulo en uno de los hijos del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, el "indultador", que ha sido denunciado por un conductor con el que tuvo una colisión en el centro de Madrid por darse a la fuga a casa de papá sin llegar a facilitar sus datos después del accidente. Cuando la Policía Municipal se puso en contacto con el domicilio del ministro, sus escoltas, cómo no, negaron que el coche denunciado hubiera entrado en el edificio. ¿Ocultación de hijo, ocultación de pruebas? Ya nunca sabremos el resultado que hubiera arrojado la preceptiva prueba de alcoholemia. Pienso que, del mismo modo que se identifica con una "L" bien visible a los vehículos de los conductores novatos para prevenir a los demás, podría identificarse con una "P" a los coches conducidos por miembros o familiares del PP, por lo mismo.
"Las copas de vino que me tomo, déjeme que las tome tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie". Quizás dijo algo similar en las Azores junto al ex alcohólico ex presidente de EEUU, mientras se lo pasaban en grande diseñando su pase a la Historia. Ahora Irak sigue en picado su descomposición en la barbarie, aunque Blair dice que eso no tiene que ver con la invasión que el cuarteto diseñó en el archipiélago luso. Por mucho que Bush, Blair, Aznar y Barroso quieran esconder la mano, todos sabemos que fueron ellos quienes, con mentiras, lanzaron la piedra de una guerra cuya onda expansiva ya nadie puede controlar. Ellos se arrogaron un papel histórico y ahora reniegan de la Historia, como si ésta hubiera cesado al tiempo que ellos. Ningún Gallardón podrá indultarles ante los ojos del mundo, ni ante la propia Historia, ni ningún miembro, familiar o amigo del PP tendrá que preocuparse nunca de cumplir una condena en España mientras Rajoy y Gallardón estén para evitarlo. Échenles un galgo.
