Van los sueños venciendo la memoria de mi madre postrada en el olvido que intenta recordar su propia historia, mas no es fácil retomar lo que se ha ido al pozo sin luz del inconsciente como tiempo que jamás fuera vivido. Se hunde hasta la nada de su mente bajo una piel curtida y arrugada.
Y una mirada terriblemente ausente, como una foto vacía y enlutada se hunde y se hace negrura al color de tanta vida en mala hora perdida y olvidada.
Elevas con tus manos envejecida la pena silenciosa que en ti hay y buscas sin norte y sin consuelo como un ciego entre las sombras del pasado la inexplicable razón a tanto duelo, ahora que tu boca balbucea, ahora que tu voz ya se ha quebrado. No existe un Dios conmovido que te vea y en un milagroso gritar caiga tu velo y resuelva en luz la oscuridad que te rodea, que juzgue Dios que mi voz suba al cielo y truene, Señor. Eso pide mi garganta desde ahora y para siempre eso pedimos la familia de los enfermos de Alzheimer.
