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Pobreza creciente, trabajo menguante

En el año 1994 un periodista muy conocido, nacido en Ceuta, Jaime Martín Semprún, publicó una biografía de Santiago Bernabéu, con el subtítulo de “La causa” y un gran prólogo de Alfonso Ussía. Don Santiago es uno de los grandes personajes españoles de la modernidad. El 15 de septiembre de 1943 -hace 79 años- con 48 años de edad, Bernabéu fue elegido presidente “de un Real Madrid en ruina, sin equipo, sin medios económicos, con el atosigamiento del sector político de la capital de España, totalmente volcado con el Atlético de Aviación (ahora Atlético de Madrid)”como describe Martín Semprún en la biografía citada.

Lo que ocurrió desde entonces, lo que es hoy el Real Madrid en el mundo, ya es suficientemente conocido. Hoy ocupa la presidencia del Club una especie de segundo Bernabéu, de nombre Florentino Pérez, pero todo empezó con la primera, la más llamativa y conocida gran decisión de Bernabéu: construir un nuevo estadio, el nuevo Chamartín, hoy Santiago Bernabéu, con capacidad para 50.000 espectadores, estadio que algunos directivos de entonces afirmaron que “no se podría llenar en la vida”, proyecto que padeció todo tipo de ataques -grandes multas incluidas- ¡del Ayuntamiento de Madrid! (eso me recuerda algo a mí, algo de lo que ha hecho, una y otra vez, el Ayuntamiento de Melilla con el único -por entonces, después los políticos trajeron más- periódico de la ciudad, el nuestro). Por cierto, el Madrid, el Club (escrito con mayúsculas, como siempre exigía Santiago Bernabéu) acaba de anunciar que la prima por persona si se logra el triplete será de 900.000 euros por cabeza -la economía madridista va muy bien- y continúa la impresionante remodelación del estadio que se construyó en la época del mítico D. Santiago, como pude comprobar personalmente el pasado miércoles en Madrid, una ciudad en plena expansión, en la que se respira libertad.
Como se respira en Occidente, a pesar de tantos pesares y del pesimismo de pensadores como el gran Oswald Spengler, plasmado en su obra magna (1918-1922), aparecida en España y en español en 1934), “La decadencia de Occidente”.
Para demostrar lo contrario es alentador saber que “Washington confirma el elevado grado de compromiso que tiene con Europa y con la defensa de este lado del Atlántico para hacer frente a la influencia del populismo iliberal fomentado desde Moscú para debilitar a las democracias occidentales” (diario El Mundo, el 29/8). También es alentador conocer que la postura de la Santa Sede sobre la guerra de Ucrania es firme: La guerra en Ucrania, iniciada por la Federación Rusa, la condena el Santo Padre como “moralmente injusta, inaceptable, bárbara, sin sentido, repugnante y sacrílega”.

Pobreza creciente
La otra cara de la moneda es la pobreza creciente. Los españoles ya hemos perdido un 10,4% de poder adquisitivo, un porcentaje enorme, en lo que llevamos de este año. La inflación es sumamente impopular, los gobiernos -especialmente los dictatoriales de izquierda- no quieren ni que se hable de ella, pero tampoco luchan contra las causas de la inflación, porque luchar contra ella implica tomar medidas electoralmente muy impopulares, medidas que no toman, y así sigue aumentando la pérdida de poder adquisitivo, con mayor o menor porcentaje pero siempre aumentando la pérdida, que se sigue produciendo sobre una alta inflación ya acumulada.
La gran diferencia entre la administración pública y la empresa privada es la exigencia de resultados, exigencia que no se produce en el sector público. Sin embargo, el coste de las nóminas del sector público sigue aumentando en España y “ya roza los 150.000 millones de euros anuales”, una cifra impresionantemente alta, imposible de asumir en una economía tan intervenida, tan comunistamente pública como la española (no digamos nada de la melillense, que es especialmente pública y especialmente desastrosa).
Un día sin trabajar es un día perdido, escribió Patricia Highsmith. La más intensa de todas las emociones es la sensación de injusticia, escribió también en sus diarios, que se acaban de publicar. Eso, la injusticia, es lo que un español siente cuando trata con Hacienda, por ejemplo, o cuando queriendo trabajar no puede hacerlo.
España destruyó 189.963 empleos el recién pasado mes de agosto. El paro a finales de julio de 2022 -un mes bueno para el empleo- fue el 12,6% (el 26,9% para los menores de 25 años), mientras que el paro en Alemania es del 2,9%, en Portugal el 5,9% y el promedio en la zona Euro el 7,6%. ¿Qué dice nuestro gobierno socialcomunista y separatista? Solo tiene una respuesta, sus numerosos miembros tienen la obligación de contestar siempre lo mismo, y así lo hacen. La respuesta es “Putin/Ucrania”, algo que, en opinión de nuestro gobierno cacatúa, solo afecta a España, según se puede comprobar con los datos del paro, por ejemplo.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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