Un lector nos transmite la siguiente queja: “Estos días, con motivo de la visita de unos familiares que viven en la península, hemos hecho un poco de turismo por Melilla. Como buenos anfitriones, queríamos enseñarles los rincones más bonitos de la ciudad y el patrimonio histórico artístico que abunda en Melilla, del que podemos sentirnos muy satisfechos por su valor y belleza. Pero lo malo es el chasco que uno se lleva, siendo de aquí, cuando comprueba que algunos de esos rincones que sí o sí van a visitar nuestros pocos turistas no se encuentran en las mejores condiciones. El sábado, que recorrimos Melilla la Vieja de arriba abajo, encontramos dos claros ejemplos: uno, la basura acumulada en la cueva tras el arco de la Cala de Trápana, adonde bajamos en la visita a las Cuevas del Conventico. Pero lo que nos causó más rechazo fue el fuerte olor a orina que hay ada más acercarte a la muralla cercana al faro, donde están los cañones apuntando al puerto. La culpa, obviamente, es del incivismo de quienes usan esos bellos miradores como baño, pero la Ciudad Autónoma debería tener eso en cuenta y ordenar que se limpie de manera frecuente con lejías o desinfectantes porque se trata del patrimonio de todos los melillenses que no podemos disfrutar ni nosotros ni quienes lleguen a hacer turismo por culpa de unos cuantos guarros”.
