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Olimpiada celtibérica 2022

Por Miguel Platón

   Cada año tiene lugar en la política española una enconada competición para ver quien protagoniza la mayor tontería, lo que permite después de una cuidadosa y exigente evaluación de méritos establecer una clasificación inspirada en las pruebas de los Juegos Olímpicos, aunque sin himnos ni izados de banderas.

   La medalla de oro de estos Juegos celtibéricos, que aquí es de latón, tiene como ganador indiscutible a Pedro Sánchez, todavía presidente del Gobierno. Sus méritos son tan extraordinarios que resulta difícil determinar cuál de sus actuaciones destaca de las demás, aunque probablemente haya consenso en que ha sido la supresión del delito de sedición en el Código Pernal lo que le ha encumbrado a lo alto del podio.

   La medalla de plata, en realidad de hojalata, ha sido ganada por la oposición, en concreto por el anterior presidente del Partido Popular, Pablo Casado, que impulsó una campaña suicida contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, su correligionaria Isabel Díaz Ayuso. Aquello terminó con la derrota de Casado y su mariachi, felizmente sustituido por el hasta entonces presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijoo.

    Había una gran competencia para disputar la medalla de bronce, en realidad de plástico. Así como Sánchez llegó a la meta con enorme ventaja y Casado fue destacado en segundo lugar, el tercer puesto ha sido dudoso ante la acumulación de tontos en los últimos metros, pero la foto finish se ha decantado en favor de Macarena Olona, la candidata de Vox a la presidencia de la Junta de Andalucía. Desde su empadronamiento ficticio en Salobreña hasta la dimisión por una supuesta enfermedad que no le impidió hacer el Camino de Santiago, lo de la señora Olona ha sido de aurora boreal. Equivocó el discurso y sus modos durante la campaña, aunque con un resultado muy positivo para los andaluces, puesto que gracias a ella otorgaron la mayoría absoluta a Juanma Moreno.

   Luego están los cinco diplomas olímpicos. El primero de ellos, equivalente a medalla de chocolate, es para la ministra Irene Montero, a quien los agresores sexuales parecen estar a punto de dedicarle un monumento. Nadie está a salvo de meter la pata, pero el afán de la ministra de “Igual Da” por hundirla más, en lugar de sacarla, es digno de este cuarto puesto.

   Diploma olímpico también para la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxel Batet, por su docilidad en cumplir las instrucciones de Sánchez, en detrimento de la libre y eficaz actuación de la Cámara, que concluyó con un histórico revolcón por parte del Tribunal Constitucional. Verdaderamente es difícil carecer de menos personalidad y ser más inútil.

   El sanchismo es lo que tiene: una inacabable colección de mediocres. Por ello mismo el tercer diploma olímpico es para el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, patrocinador del gran invento del TBO legislativo: modificar dos leyes orgánicas de primer rango -el Tribunal Constitucional y el Poder Judicial- mediante enmiendas a una proposición de ley destinada a reformar el Código Penal. También cuenta en su haber la reducción de las penas por malversación, que ha llenado de felicidad a los corruptos anteriores y futuros.

   La vicepresidenta para la Transición Energética y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, se ha esforzado mucho durante todo el año y ha conseguido su objetivo de obtener un merecido diploma olímpico. En verano propuso construir un gasoducto que en menos de un año llegara a Alemania a través de Francia, lo que revelaba una ignorancia absoluta sobre las implicaciones de semejante obra. El engendro ha quedado en un proyecto de conducto submarino previsto para 2030 y que probablemente no se construirá nunca. También impuso unas normas sobre temperatura y aislamiento de los comercios, con unas multas indecentes, que prácticamente nadie cumple, lo que demuestra su inutilidad.

 Y queda el último diploma olímpico. Son muchos los candidatos, pero resultan innegables los méritos acumulados por el titular de Interior, Grande Marlaska (née Marlasca). Basta con mencionar su política de acercamiento de terroristas, lo más infame en mucho tiempo.

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