Los autónomos en España enfrentan altos impuestos y escasa protección social, lo que amenaza sus negocios. A pesar de un aumento en la facturación, demandan reformas fiscales y alertan sobre la pérdida de comercios, buscando soluciones sostenibles.
Ser autónomo e España es como ser un antílope, rodeado de leones, en la sabana africana. Los autónomos se quejan, con razón, de ser los grandes olvidados del gobierno actual, de soportar desmesurados impuestos y cotizaciones y de tener una escasa protección social.
Desde la UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos) denuncian que los autónomos persona física se llevan la peor parte porque «soportan altos niveles impositivos sin beneficios equiparables a los trabajadores asalariados».
Mucho humo y poco fuego
El emprendimiento parece vivir una época dorada tras el último récord de afiliación al RETA conocido la semana pasada. Pero no es oro todo lo que reluce. Hay mucho humo y muy poco fuego. Los autónomos mejoran la facturación del primer semestre, pero advierten de que la fiscalidad y las cotizaciones ahogan sus finanzas y colocan sus negocios al borde del cierre o del despido de alguno de sus trabajadores.
El Observatorio del trabajo autónomo del primer semestre de UPTA reconoce la recuperación económica generalizada, ya que el 64% de los entrevistados incrementó sus ventas en la primera mitad del año con respecto a 2024, sobre todo en hostelería, servicios personales, reparaciones, fontanería o electricidad; pero advierte de que ocho de cada 10 autónomos asegura que su principal problema es la elevada carga fiscal, a lo que se suma la preocupación por la escasa protección social y las altas cotizaciones a la Seguridad Social.
Piden desde la UPTA, con insistencia, una profunda reforma fiscal para el colectivo y una mejora de la protección social que equipare los derechos del colectivo con los trabajadores por cuenta ajena.
Alegan que, por ejemplo, «un autónomo de baja médica, tras pagar sus cotizaciones, apenas percibe 600 euros mensuales, sin dejar de afrontar gastos como alquiler o suministros». Otro de los principales problemas son las altas cotizaciones a la Seguridad Social, que consideran «desproporcionadas e injustificadas». A estos problemas se les suma una inestabilidad política, que hace que cambien constantemente las condiciones y normas que regulan sus impuestos y condiciones laborales.
Un 20% de los encuestados mantuvo su facturación estable -en sectores como el comercio de alimentación-, mientras que solo un 16 % aseguró haberla disminuido, sobre todo en la actividad textil. Pese a todo, muchos autónomos se muestran optimistas de cara al futuro, ya que un 70% de ellos espera terminar el año con mejores ventas que 2024 y solo un 20% cree que irán a peor.
La UPTA está también muy preocupada por la paulatina desaparición del comercio y alerta de la pérdida de cerca de 1.300 negocios en el mes de julio, según los últimos datos de la Seguridad Social. Exige (con el gobierno mirando hacia otro lado) «políticas de relevo generacional para hacer frente a esta problemática. No podemos hablar de sostenibilidad en el trabajo autónomo sin mirar de frente a lo que está ocurriendo en sectores como el comercio”. Es importante actuar antes de que el daño sea irreversible. La desaparición del comercio no es algo coyuntural ni estacional, sino que es el resultado de una combinación de factores (la competencia pública o el incremento de los costes sociales promovido por el gobierno, que favorecen a las grandes empresas que pueden soportarlos, son algunos de los factores que la explican).