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Nuevos presupuestos: nada cambia

Melilla aprobó hace poco los presupuestos para el 2022. Estos destacan por un aumento del gasto considerable, concretamente del 11,5%, hasta llegar a los 365 millones de euros. La principal fuente de ingresos supone las transferencias corrientes, prácticamente el 50% del total. Le siguen la recaudación esperada por impuestos indirectos y los pasivos financieros.
En cuanto a la partida de gastos, el gasto corriente en bienes y servicios supone algo más del 32% del total, seguido por el gasto de personal (23,54%) y las inversiones reales (19,34%).
Nada nuevo. Es complicado ser optimista cuando lo que se observa es más gasto apoyado en deuda y transferencias corrientes. Los préstamos hay que devolverlos, y si el dinero no se acaba empleando en actividades productivas que acaben generando una rentabilidad superior al coste incurrido, como será el caso teniendo en cuenta que los 45 millones de euros solicitados se van a emplear en ‘macroproyectos’ de dudosa viabilidad, no servirá para nada más que para absorber las rentas del futuro y crear una estructura productiva que tendrá que acabar siendo reemplazada. Pan para hoy y hambre para mañana.
Además del mal uso de los recursos el problema sigue siendo el mismo: la enorme dependencia del resto de España. Y es que el problema es doble: se mantiene una estructura de todo menos productiva y se elimina cualquier incentivo para acometer inversiones que cambien el status quo (la denominada destrucción creativa).
El resultado es una economía zombie, en la que se mantienen sectores que nunca existirían con la falta de transferencias corrientes, mientras que las reformas necesarias para reducir la dependencia del exterior se postergan indefinidamente.
Independientemente de lo anteriormente mencionado, los presupuestos de una ciudad o de un país nunca han servido ni servirán para crear riqueza, ni siquiera en el corto plazo. El crecimiento, sobre todo el sostenible a largo plazo, viene de la iniciativa empresarial y de la competencia entre empresas. Los fondos que llegan del resto de España a la ciudad deberían emplearse en facilitar la conexión entre Melilla y la península, ampliando el mercado a los productores locales y permitiendo que estos compitan en el ámbito nacional y a nivel europeo.
Si Melilla continúa aislada, las posibilidades de crecimiento se reducen drásticamente. Melilla puede seguir como está, mientras las transferencias corrientes lo permitan, pero sería irresponsable no permitir que se establezca una economía autodependiente (algo imposible de conseguir mediante unos presupuestos).
No se engañen, el cambio no vendrá de la Administración Pública.

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