La Semana. MH, 25/11/2024
Por: J.B.
Algunas frases interesantes que vienen a cuento al contenido de este artículo:
“El progreso solo significa que las cosas malas suceden más rápido” (Terry Pratchett). Yo afirmaría lo mismo para las cosas buenas….
“Quien quiere hacer algo encuentra un medio, quien no quiere hacer nada encuentra una excusa (proverbio árabe).” Sabio proverbio proveniente de una cultura hace siglos muy avanzada y que ahora intenta recuperar su antiguo esplendor perdido, con el importante hándicap del excesivo peso de la religión.
“No envidies mi progreso si no conoces mi esfuerzo. No envidies mis victorias si no conoces mis fracasos. No juzgues mis acciones si no conoces mis razones (autor desconocido).” En mi humilde opinión: opinar es fácil, pero analizar las cosas no lo es tanto.
El fin de semana pasado estuve en una zona de España poco conocida para la mayoría y bastante abandonada por los políticos: Extremadura. Una gran meseta a la que aún, incomprensiblemente (pese a las múltiples reclamaciones de sus habitantes), no ha llegado el AVE.
“No juzgues mis acciones si no conoces mis razones (autor desconocido).” En mi humilde opinión: opinar es fácil, pero analizar las cosas no lo es tanto.
Estuvimos en Badajoz, cuya zona antigua es realmente bonita y está repleta de calles estrechas y acogedoras. El problema que tiene el precioso centro de Badajoz es que los comercios, las tiendas, los bares o los restaurantes apenas pueden sobrevivir porque toda la actividad se ha desviado a las nuevas zonas de moda (cercanas al río Guadiana, que atraviesa la ciudad).
También tuve la suerte, muy bien acompañado, de poder visitar Olivenza (que perteneció a Portugal entre 1297 y 1801 y que fue devuelta a España por el “Tratado de Badajoz”, firmado el 6 de junio de 1801, que ponía fin a la “Guerra de las Naranjas”). En este maravilloso pueblo de casas blancas hay dos cosas que destacan por encima de todo: El castillo de Olivenza (tiene su origen en la época romana, aunque su construcción actual se remonta al siglo XIII), que cuenta con una impresionante torre del homenaje de 35 metros de altura (la más alta que había en aquella época); El museo etnográfico: uno de los museos que más me ha gustado de los muchos que he visto en los últimos años y que muestra, en diferentes salas y estancias, cómo se vivía a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Viendo el museo antes mencionado, me surgen algunas preguntas: ¿Se vivía mejor antes o ahora? ¿Eran más felices hace un siglo o lo somos ahora? ¿Qué influencia tienen los “mass media” (los medios de comunicación) en los hábitos y costumbres actuales? ¿Son mejores todos los nuevos hábitos y costumbres que trae consigo el progreso? ¿Por qué el consumo se desvía a franquicias y grandes superficies dejando de lado a los comercios tradicionales?
Debemos cambiar (algo consustancial para conseguir el progreso) el cambio que rompe con cosas “buenas”
Es muy evidente que el progreso (según la RAE: Acción de ir hacia adelante; avance, adelanto, evolución, desarrollo, crecimiento, auge, ascenso.) y los avances científicos traen más cosas buenas que malas, pero el esfuerzo, las victorias y las acciones (o la lucha) de algunos que tienen como consecuencia dicho progreso no siempre son bien comprendidos.
Cualquiera puede darse cuenta de que ahora se vive, en general, mucho mejor que antes, pero hay cosas que el progreso no debería dejar atrás: los comercios de proximidad, los comercios o tiendas exclusivas, el trato directo y amable con los clientes o la variedad en el ocio pueden ser algunos ejemplos.
La actual sociedad de la “excesiva información” nos dirige al consumismo en franquicias y a hacer todos lo mismo (lo que está de moda, o es trendy). Así, todo el mundo quiere estar en las grandes ciudades, comprar en la franquicia de turno, ir a las zonas de moda, etc., dejando de lado todo lo demás.
En nuestra querida Melilla la mayoría de los comercios no pueden resistir la competencia de las franquicias.
Debemos cambiar (algo consustancial para conseguir el progreso) el cambio que rompe con cosas “buenas”; Un primer paso puede ser el volver al comercio de proximidad (las razones por las que la gente compra ahora preferentemente en los grandes centros comerciales son muchas, pero pueden cambiar).
El pequeño comercio, el pequeño restaurante que no pertenece a una franquicia, la pequeña empresa, etc., solo podrá progresar con esfuerzo y cambio (probablemente especializándose en cosas que no puedan ofrecer las franquicias) y también con la ayuda de los mass media (deben dirigir a las masas hacia un consumo más repartido y menos borreguil). Es una pena lo que pasa en el centro de Badajoz, en la mayoría de los pueblos y ciudades que nos son las grandes urbes españolas e incluso en nuestra querida Melilla, en la que la mayoría de los comercios no pueden resistir la competencia de las franquicias. Innovar y convencernos de que no todo lo anterior era peor, es el camino.